No siempre duele la muerte de un mito, no importará la caída de un necio, de un mentiroso, de un falso. Tierra de arena, carne y júbilo de extrarradio. Un adolescente camina junto a su padre hacia el Príncipe Felipe y vuelve con él, los dos más viejos, quince años más tarde con la misma ilusión y mejores historias para contar. El recuerdo tiene nombre de bancos y de jugadores negros como el carbón que se disfrazaban de Rey Baltasar en la Cabalgata de Reyes. El recuerdo, entranador, coach Abós, tiene el nombre de la tristeza, de Rafa Martínez Sansegundo, de Mel Turpin, de Kevin Magee...el recuerdo y el honor, maestro, se esconde entre mis viejas Gigantes del Basket, mil veces leídas, apartando el polvo de los noventa: Abós entre los aburridos esquemas de Pesquera, junto a los guerrilleros de Julbe (y aquellos geniales hermanos Angulo), en la instantánea perdida de las huestes jóvenes de la cantera tantas veces campeones. Allí, Abos, serio el gesto, volcán de baloncesto, erudito en Wake Forest tras el fantasma de Tim Duncan. En esta sociedad de mercachifles y diplomados de la desvergüenza, de arribistas sin mérito, José Luis Abós llevó al balocesto de su ciudad hasta la gloria efírmera de la ovación y las risas, con un bagaje y un aprendizaje fundamentado. Abós era baloncesto. Y a mí Abós me devolvió la ilusión por el baloncesto, la pasión de la ciudad. No hacen falta demasiadas victorias...ver el partido junto a mi padre, tres lustros más tarde, saludar a Paco, preguntar a Carmen y Víctor por Candela, darle un abrazo a Nacho o compartir alegrías con Sergio y Amaya. Poco más. Escribo a mi amigo el escritor Rodolfo Notivol, que le gusta el basket con locura. Hablamos de Félix Romeo y de uno de los cuentos de Sherman Alexie, "Saint Junior" en el que sale esta frase: "Él creía en la libertad de expresión, en su mujer y el baloncesto". No hay una táctica para jugarle a la vida y la mayor parte del tiempo nos conformamos con bloqueo y continuación. Cuánta tristeza.
Columna aparecida el 23 de octubre del 2014 en el Heraldo de Aragón
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sábado, 25 de octubre de 2014
miércoles, 25 de diciembre de 2013
Maxi-memoria
Solo he escuchado a tres personas en mi vida usando el prefijo maxi: Santi Rex, Juanjo Javierre y Miguel Mena. Los tres para referirse a ese formato, pasión de nigromantes pop, que se utilizaba para albergar remezclas en las grabaciones musicales de los años ochenta. Sitios donde conservar la memoria, formatos extraños y bellos. Miguel Mena es maestro. Acaba de publicar un libro precioso: Micromemoria. Son pequeños fragmentos de una vida en la radio. Todas las personas con las que he compartido micrófono en la radio se han convertido en amigos: Juan Luis, Olivier, Miqui, Alberto y, claro, Miguel. Miguel Mena le preguntó a Félix Romeo qué tal lo haría yo delante del micrófono recomendando conciertos para los fines de semana en Aragón. Félix le dijo que lo haría estupendamente. Ahí sigo, con Miguel. El que no sigue con nosotros es Félix, que murió un viernes del 2011. Al día siguiente, estaba tan perdido, que acudí al estudio de Radio Zaragoza cuando Miguel terminó su programa solo para que alguien me diera un abrazo. Recuerdo que una vez mi madre me dijo que mi padre se emocionaba cuando me escuchaba charlar con Mena por la radio. Mi padre y yo hemos escuchado mucho la radio juntos y hemos escuchado mucho juntos a Mena. Creo que piensa que si Mena me deja estar junto a él es que mi padre ha hecho algo bien educándome. Miguel Mena tiene una memoria prodigiosa y yo siempre le pido que me cuente mis anécdotas favoritas: el día que acompañó al batería de 091 hasta su hotel después de una noche de juerga, el día que entrevistó al cantante de Talking Heads, David Byrne y que fue uno de los niños-figurantes en una película mítica del cine español: Un dos tres, al escondite inglés de Zulueta. Una vez Santi Rex me pidió que le robara un maxi single de los Pegamoides que Miguel tenía en su discoteca de Trasmoz. Me dio vergüenza, se lo conté a Mena y el día de mi cumpleaños le trajo a Santi el maxi de regalo. A Miguel Mena le encantan los juegos de palabras, por eso el guiño con el título de la columna. A veces parpadeo y me imagino sentado con Miguel a principios de los ochenta, de invitado en Parafernalia e imagino las canciones que pincharía. Me perdí la presentación del libro de Miguel Mena porque quería ir al baloncesto con mi padre. Cuando se lo conté Miguel lo entendió perfectamente. Otro recuerdo que guardo.
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del jueves 19 de diciembre de 2013
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del jueves 19 de diciembre de 2013
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Pisa
Como los que solo ven ciclismo cuando llega el Tour de Francia, los españoles de a pie solamente se rasgan las vestiduras cuando aparecen los resultados del informe Pisa. El informe Pisa, como una carrera de sacos, a ver quién llega antes a meta. El informe Pisa, malos los profesores, malo el ministro. Con el informe Pisa exculpamos al alumno por lo tendencioso de las preguntas y nos olvidamos del despropósito ombliguista de las regiones que obvian todo lo que se encuentra fuera de sus límites (algún día serán fronteras). Con el informe Pisa, manos a la cabeza, hay que exigir más esfuerzo, ¿a quién? A todos. Yo, que llevo pocos años en el cuerpo pero toda una vida rodeado de maestros, exijo mi culpa proporcional y propongo a los lectores que hagan el cálculo con una sencilla regla de tres. No, no intenten agachar la mirada, no me hagan como mis chavales de la ESO...al final no mirar a los ojos es mucho peor. Compartimos la responsabilidad, por supuesto. Menos a mis padres, que se entregaron a la docencia con una intensidad que solo decayó en los últimos años sometidos por un maremagnum que mezclaba lo digital con un paganismo disfrazado de laicismo. Repartamos, por supuesto, que aquí hay para todos: para los padres solícitos cazadores de los mínimos, que se engañan una y otra vez; para los hijos, acostumbrados al todo hecho y al esfuerzo minísculo; a los ministros del sector y claro, también al docente, hoy envuelto en verde, pero lustros atrás, en el silencio cómplice de la bondad tecnológica y el imperativo legal. En esta educación española de siglas, acrónimos y mareantes bilingüismos de saldo. Lo importante es que sean felices...lo importante es que aprendan y eso conlleva un esfuerzo, una molestia. Sí, memorizar y repetir o, en nomenclatura más engolada, interiorizar y mecanizar. Eso cuesta...en la próxima tutoría les voy a poner un viejo episodio de FAMA, a ver si les transmito la mirada del Tigre. Qué ochentero todo. Qué pre-LOGSE todo. Al final, el único responsable, como siempre, el General Armada. Anda, vete a tu cuarto a estudiar.Tampoco era tan difícil.
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del 5 de diciembre del 2013
jueves, 21 de noviembre de 2013
Más grande que la vida
El sábado estuve en el Poeta Eléctrico. Actuaba Cretino, el alter-ego del músico y humorista Luis Cebrián. Una cava de luces imposibles para iluminar el escenario. Canciones que son la vida. Canciones que son más grandes que la vida. Luis Cebrián y su banda salieron a ritmo de funk, de pastosa música disco. Luis hablaba con tono de predicador voluble: cada momento cambia su credo. Es parte de la nueva religión híbrida. Imaginad un repertorio en el que se mezcla Radiohead y Raphael, duetos imposibles entre Víctor Manuel e Iván Ferreiro y chistes sobre Intereconomía. Una y otra vez, en la misma semana que vuelve la incertidumbre a la educación aragonesa con el vaivén despreocupado de nuestra consejera, Luis cantaba una y otra vez: "We don't need no education". Más y más ladrillos en la pared contra la que nos golpeamos. Luis Cebrián es la voz de una generación harta, que espera que mañana sea mejor...mejor que que no haya mañana. Poesía en acordes sincopados, sección rítmica en un supermercado expropiado, flautas dulces porque a nadie le amarga un “me gusta”. En la compleja tela de araña en la que se convierten las vidas digitales, el trasunto del bufón ya no señala la desnudez del emperador, se ríe de sí mismo porque ha aceptado sus cadenas y cobra por llevarlas y mostrarlas al público. Cretino rompe el espejo para asegurarse de que todas nuestras caras vuelvan a su estado natural de distorsión: Tan absurdo como estudiar para funcionario en un país que no existe, como galos atrapados en nuestra aldea solo tememos a que el cielo caiga sobre nuestras cabezas. A esto hemos reducido nuestras vidas. Un parpadeo y una sonrisa. Hacer cuentas para tener un hijo. Tomarte un café con tu padre y hacer planes para la próxima temporada del CAI Zaragoza. Suplir la apatía del domingo tarde con la alegría de tener trabajo el siguiente lunes. Seguimos apretando los puños entre montañas de basura. Nuestra vida como una canción de los Planetas. Tenemos miedo pero no dejamos que nos domine. Cuando ya no queden mecheros ni batería en los teléfonos móviles, la luz de Cretino será lo único que ilumine nuestros corazones.
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del jueves 21 de noviembre del 2013
viernes, 25 de octubre de 2013
Censura
Están prohibidas las fotos de toreros en las calles de Barcelona. Toreros tuertos, atávicos, supervivientes de la lidia. Se censura porque el capote tiene color rojigualda. Censura, nos llevamos las manos a la cabeza, censura en una foto, una cruz sobre el cartel. Encendemos la grabadora y Albert Plá emite exabruptos que provocan solamente a medias. Tiene mérito, Plá lo ha hecho fuera de casa, Pepe Rubianes lo hizo jugando en casa y todavía levanta loas y aplausos entre la progresía estatal. Gijón tiene mayoría del Foro de Asturias. A la gente que vota a Foro de Asturias no le gusta que alguien sienta asco por ser español. Y lo censuran. Lo censura el pueblo de Gijón. No todo el pueblo, Octavio. El pueblo de Gijón representado por sus ediles. El pueblo de Barcelona, Cataluña plural y todo lo que quieras, pero los votos son los votos. Y la censura, censura. La mejor censura del mundo es la que uno se autoimpone. Ese es el silencio más miserable. Peret y Dyango han sufrido hasta hoy, hasta ayer. Albert Plá, intoxicado de rumba, grababa LP´s para charnegos y solo insulta cuando juega en casa. No sé si es autocensura o provocación. A mí me han censurado tres veces. La primera fue en un periódico musical. El que mandaba entonces dijo que lo que había escrito no iba con la línea del periódico. Señalaba una raya invisible sobre el suelo. No supe en qué momento la había saltado. Ahora no manda él. Espero que las cosas mejoren. Desde ese día no volví a escribir allí. Hace mucho que lo de Cataluña se nos ha ido de las manos. Pero hace mucho más que existe la censura. A mí me han censurado tres veces, creo que ya lo he dicho. Los tres medios eran dirigidos por gente que se declaraba de izquierdas. Pero eso es una anécdota, porque en Cataluña y en Gijón manda la derecha y también silencian. ¿Deberíamos asumir la censura como algo inherente a la sociedad occidental? El domingo se presenta Por qué escribo, el documental que han hecho sobre Félix Romeo Gaizca Urresti y Vicky Calavia. Una vez, en la televisión, Félix Romeo dijo que en los países musulmanes no había libertad y eso no podía permitirse. Hubo gente que tembló y trató de que se callara. En el mismo estudio. Me hubiera gustado charlar con él sobre este tema. Seguro que me hubiera animado a no callarme. El silencio es el peor de los crímenes.
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del jueves 24 de octubre de 2013
sábado, 12 de octubre de 2013
Elogio de Álex
Iba a titular la columna de esta semana "Elogio de de la Iglesia", pero se me complicaba la repetición de preposiciones y, además, como los comandos anarquistas están llenos de analfabetos funcionales que no saben distinguir a un fascista aunque estén mirándose al espejo, he decidido encabezar el texto con algo más ambiguo. Álex de la Iglesia ha vuelto a dar en el clavo, sus "Brujas de Zugarramurdi" es una de las grandes películas de la temporada, de entre las españolas, la mejor que he visto desde “Extraterrestre” de Nacho Vigalondo. De la Iglesia, gamberro, sarcástico y cainita, dibuja un friso que parece atemporal pero que muestra un presente casi distópico: Un Madrid sepia de tiendas de compra-venta de oro frente a la exuberancia verde y tenebrosa del Norte de España, encerrado en una tradición de cintas VHS, ventrílocuos y caldo para aliviar el asma del alma. El humor, el enfrentamiento generacional, el aislacionismo -ya sea en una aldea de la Navarra más profunda o en el populoso barrio de Aluche-, los mitos y la tradición son el combustible de una obra con segundas lecturas. Álex de la Iglesia, que toma la tradición anglosajona y la desmenuza insuflándole una plasticidad castiza, vuelve a destacarse como el director que sacará de la mediocridad y la repetición de esquemas al cine español. Porque Álex de la Iglesia, de Bilbao, ama España...la ama como la amamos todos, con sus defectos y miserias, desenfocada y miserable, perpetuamente atrapada en un camino de no retorno: la entropía incontenible que se vislumbra en la Andalucía de “800 balas” o la decadencia de los centros comercionales en la hitchcockiana "Crimen Ferpecto" -¡Ay, ese Willy Toledo perdido para el arte en la cruzada imposible de la salvación stalinista!- o el demoledor comienzo de "Balada triste de trompeta", resumiendo el Franquismo en unos títulos de crédito de menos de un minuto. En la memoria, la serie zeta con "Acción Mutante" o la adptación de Barry Gifford en "Perdita Durango" con más mala baba que David Lynch en "Corazón Salvaje". Alex de la Iglesia, enfrentado a las mafias del baile, devoto consumidor del cine para adultos, ex-fanzinero en rehabilitación, devorador de cultura pop, la penúltima esperanza blanca del cine español.
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del jueves 10 de octubre
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del jueves 10 de octubre
sábado, 28 de septiembre de 2013
Casavella y los Gasol
En estas últimas semanas he vuelto a uno de mis autores de cabecera, Francisco Casavella. El último maldito, el barcelonés errante, dotado de una pluma superlativa que le hizo entregar obras magníficas como “Un enano español se suicida en Las Vegas” o mi favorita: "Quédate", donde retoma un imaginario barcelonés que lo entronca con otros grandes creadores: el Turó Park, el Barrio chino o los punk rockers enamorados que escuchan a los Clash. Casavella, como Loquillo o el autor del Makinavaja, el desaparecido Ivá, habla de una Barcelona cosmopolita, pero también de barrio y memoria, perfectamente emparentada con el resto de España por esas redes subterráneas de sangre, charnegos y equipos de fútbol. Ninguno parecía sufrir en sus carnes el hastío españolista y salvo apostátas de la rumba de última hora, es algo que parece común en la obra de los artistas catalanes. Y es que partiendo de que cualquier conflicto territorial, desde Gibraltar a la inmolación euskaldun que trae la desaparición del equipo ciclista Euskaltel, tiene carácter de cortina de humo, la idea de unos hijos de España orgullosos de su patria parece una distopía en el presente, una contradicción andante donde el independentismo, con su carácter cainista, es lo más español que queda en la piel de toro. Es una sensación de amancebamiento entre regiones, caduca y llena de alcanfor, la que nos llega a los españoles: nos roban, les roban, miles de informes firmados por universidades de siglas repetidas, públicas y privadas, economistas mediáticos que demuestran una cosa y la contraria con solo cambiar de canal o de periódico y sobre todo "profesionales de reconocido prestigio" que emiten juicios contradictorios sobre la viabilidad histórica y política del proceso secesionista. La contradicción llega hasta mí: zaragozano, aragonés, español, que ya no sé decidir si el problema es suyo, si lo es mío o si en realidad es un problema. Entristecido, preocupado por la mayoría callada y el miedo que alimenta su silencio, lo único inamovible, y te lo digo muy claro, Oriol, si al final nos separamos, para ti Piqué y Carles Pujol y para mí los Gasol. Eso sí que es innegociable.
Columna publicada en el Heraldo de Aragón del jueves 26 de septiembre de 2013
viernes, 6 de septiembre de 2013
El último vals del Indio Díaz
El final del verano coincide con mi cumpleaños y este año me han hecho el mejor regalo en mucho tiempo: un abono de temporada para el CAI Zaragoza. El baloncesto es grande, muy grande: con su épica de partidos trepidantes, con su panteón mítico de enormes individualidades y ese alejamiento mediático que supuso para mi generación la NBA. Cuando estoy un poco bajo de ánimo, se lo voy a confesar, me pongo en Youtube el concurso de mates del All Star del 2009, el día que Rudy Fernández hizo su primer mate con la camiseta de Fernando Martín (con tilde en la i, claro). Todavía soy capaz de recordar uno a uno a los jugadores del equipo que hizo el ridículo en el mundobasket de Argentina 90 o el que perdió con Angola en los Juegos Olímpicos de Barcelona. Emocionarse con las derrotas es signo de madurez...o eso dicen. En la temporada 90-91, con el Pabellón Príncipe Felipe recién inaugurado, mi padre y yo cogíamos la línea 40 desde la Plaza de San Francisco hasta la Avenida San José con Cesáreo Alierta y caminábamos hacia la Granja, donde se alzaba el imponente polideportivo. Aunque años después disfrutaría de los conciertos de Leonard Cohen o Miguel Ríos, los primeros momentos de pasión entre esas cuatro paredes fueron aquella temporada. Era la época del segundo advenimiento de Kevin Magee y mi último año de EGB. Ruiz Lorente o Fran Murcia, Lucio y Alberto Angulo, Aitor Zárate que vino para diez días, Dani Álvarez que estudiaba ingeniería en el Centro Politécnico Superior, José Miguel Hernández cedido un año en el Magia de Huesca, todos tienen un hueco en mi memoria. Después, parpadeo un segundo y tengo treinta y cinco años y espero las listas de interinos de secundaria cruzando los dedos para tener algún destino. Aunque este curso, por lo menos, volveré al Felipe.
Columna publicada el 1 de septiembre del 2013 en el Heraldo de Aragón
domingo, 18 de agosto de 2013
Ragazzo solo, ragazza sola
En
el año 1970 David Bowie no era todavía el extraterrestre ambiguo
que definiría la música en la
década siguiente, así que
su compañía de discos decidió venderlo al resto de Europa como una
especie de Cliff Richard de mirada bicolor y le propuso grabar su
único éxito hasta entonces, Space
Oddity, en italiano. Para ello
recurrieron al mítico letrista Mogol, que se había hecho famoso,
entre otras cosas, por escribir el texto de Una
lacrima sul viso
que Bobby Solo había inmortalizado tras su victoria en el Festival
de San Remo de 1964. Mogol, que ya había adaptado temas de The
Mamas
and the Papas y Procol Harum, decidió llevar el tema de Bowie a su
terreno y convirtió la historia del Mayor Tom, un astronauta
abandonado en la inmensidad del cosmos, en una balada melancólica de
incomprendido amor adolescente que tituló
Ragazzo solo, ragazza sola.
El single se publicó en Italia sin ningún éxito y , puesto que
unos meses después llegaría desde Marte Ziggy Stardust, aquel tema
escrito por Mogol y cantado con una inusitada flema mediterránea por
Bowie se convirtió en una rareza. Más de cuatro décadas después
aquella canción vuelve a estar de actualidad por el
estreno de la nueva película de Bertolucci, Tú y yo, que toma como
inspiración Ragazzo
solo, ragazza sola.
Una historia íntima, casi teatral, que se ha podido disfrutar estos
días en la cartelera zaragozana. Que unos multicines reserven alguna
de sus proyecciones para este tipo de propuestas y más si es en
versión
original y a un precio asequible es un esfuerzo loable. Esperemos que
permita saciar los apetitos cinéfilos de quienes
siguen extrañando los desaparecidos cines Renoir. Yo, he de
admitirlo, fui a ver una
de zombies en inglés, pero de eso, de los muertos vivientes y del
Gobierno, hablaremos la próxima semana.
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón el sábado 17 de agosto del año 2013
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domingo, 11 de agosto de 2013
Contigo en la playa
¿Cuántos de ustedes han cantado aquello de "no, este año yo no estaré contigo en la playa"? La adaptación que hicieron los Sonor de aquel maravilloso Con te sulla spiaggia de Nico Fidenco, cantante melódico de los sesenta italianos, de esos que interpretaban sus temas con orquestas de muchos violines, épicos y elegantes. Nico Fidenco tuvo un éxito todavía mayor con Legata a un granello di sabbia, que en Latinoamérica se popularizó como Granito de Arena y que fue el primer sencillo de 45 r.p.m que superó el millón de copias vendidas en Italia. Fidenco, en aquellos años sesenta de beat europeo, tenía todas las cartas en la mano para triunfar y un solo inconveniente: era muy feo. Sí, nada de la imagen que tenemos de galán melódico triunfando en las galas de verano. No, Fidenco era un pianista a sueldo de la compañía RCA que se dedicaba a componer y arreglar para distintos intérpretes de canción ligera y que cuando le propusieron cantar sus propios temas en la portada de sus EP´s siempre había una foto de una muchacha mediterránea de buen ver. Y aunque intentaron prolongar su fama haciendo que se presentara a la edición de 1967 del Festival de San Remo con la entonces popularísima Cher, no hubo manera. Nico Fidenco abandonó las listas de éxitos a finales de los sesenta, pero aunque ya no pudiera ser crooner, Fidenco siguió ligado a la música durante las décadas siguientes como compositor de bandas sonoras. Suyos fueron los temas instrumentales que acompañaron los primerizos desnudos de las películas S de Laura Gemser. La Gemser, Emmanuelle Negra, mito érotico en largometrajes de capital europeo que trataban de seguir el éxito de las originales norteamericanas y que con tanta fruición devoraban los españolitos medios en los cines de arte y ensayo de Perpiñan. Nico Fidenco del yeyé a los sillones de mimbre.
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del 10 de agosto de 2013
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del 10 de agosto de 2013
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lunes, 5 de agosto de 2013
Cachito mío
Hace un par de semanas
paré en una gasolinera que hay en la entrada de Calatayud y mientras
esperaba para pagar me puse a rebuscar entre los estantes de discos
de saldo. Ya quedan pocas estaciones de servicio donde uno pueda
practicar el milenario arte del husmeo entre cintas de carretera y la
verdad que es una pena. Entre discos de The Doors o Kenny Rogers
encuentro una auténtica joya, un clásico: Nat King Cole canta en
español. 2,95 euros. Las versiones en español de Nat King Cole son
grabaciones eternas, banda sonora de viajes y verbenas, y es difícil
encontrar una familia que no haya tenido una cinta de cassette o uno
de esos cartuchos de ocho pistas, mastodónticos e inencontrables,
que comenzaba, casi de manera invariable, con el inmortal Cachito
mío. Banda sonora original de viajes, verbenas y fiestas. Cole, que
había sido parte de la escena jazz norteamericana en los años
cuarenta, alcanzando la fama como pianista con el Nat King Cole trío,
decide entrar a grabar en el año 1958 una serie de clásicos del
repertorio latinoamericano. Entre La Habana y Ciudad de México
registra rancheras y boleros clásicos como Las mañanitas o Piel
Canela. Lo curioso era que Nat King Cole no hablaba ni una palabra de
español y tampoco era capaz de aprender un idioma en unas semanas,
así que tuvo que memorizar de manera fonética los textos,
repitiendo los sonidos una y otra vez hasta que consiguió aprenderse
las canciones. Eso, evidentemente, trajo como resultado ese fraseo
tan caraterístico en sus interpretaciones, en las que parece estar
masticando las palabras, pero que, por otro lado, le otorgan un sabor
añejo, emocional y mítico a las versiones de Cole. Te prometo,
cariño, que si esta noche tocan Ansiedad, te saco a bailar.
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del viernes 2 de agosto de 2013
sábado, 27 de julio de 2013
Aldente
Todos los años, durante las primeras semanas del verano, me acuerdo mucho de Sergio Algora. Cada día que pasa me doy más cuenta de que su ausencia (como la de Félix Romeo) ha dejado a Aragón huérfana de talento, ilusión y rebeldía. Somos como muertos vivientes caminando por las plazas vacías de Zaragoza esperando que alguien nos ofrezca tomarnos un gintónic en una terraza. Pero seguimos adelante porque apretar los dientes con fuerza nos permite marcar el ritmo en el baile. Estos días he estado escuchando canciones que me recuerdan a Sergio, canciones de labios muy rojos, de gafas de sol y vermut con sifón: la primera versión de Xavi de Peret con unos bajos que años después copiarían los Stone Roses. También aquello de "más violines, más violines", como disco imposible en el que Scott Walker graba, con arreglos de Burt Bacharach, en español la Puerta del Amor en la versión de Nino Bravo. Cuando David Byrne se atiborraba de sonidos latinos, Sergio llevaba tiempo tocando con una banda que se llamaba Muy Poca Gente y con los que hacía en directo una versión de Os Mutantes, una mezcla de pop anglosajón, psicodelia y raíces brasileñas: El Justiciero. Buceando entre joyas escondidas de los sesenta españoles, Sergio seguía las huellas de Fernando Arbex para amar a Juan Pardo, pero eligió Nada me importa de Los Módulos para que sirviera de resumen de su vida. Salvó en su inmenso corazón canciones de trepanación y monos pero acabó reverenciando a Germán Coppini, elegiendo como el tema perfecto Escenas olvidadas de Golpes Bajos. Cuentan las esquinas que Algora cantaban en francés porque sabía que le iba a tocar escribirle letras a Gainsbourg en el cielo, así que, todas las noches, antes de la hora del champán, enciendo mi tocadiscos y pincho Capri c'est fini de Herve Vilard.
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del 27 de julio de 2013
viernes, 21 de junio de 2013
Drazen y Trecet
Hay veces que la vida se te lanza encima y es muy difícil evitar chocar contra ella. Hace unos días volví a una de mis viejas aficiones, el baloncesto. La euforia por la clasificación del CAI Zaragoza para semifinales de la ACB se diluye entre la voracidad del triste monstruo futbolístico y este estío fallido que no llega. Vuelvo al año 1989, a la final de la Recopa de Eupora de baloncesto: Real Madrid-Snaidero de Caserta. ¿Os acordáis? Seguro que sí, Drazen Petrovic 62 puntos y Óscar Schmidt 44. Y Ramón Trecet radiando la final desde Atenas. Trecet lo sabía todo. Casi todo, en realidad: no sabía que al año siguiente Fernando Martín (que metió los puntos decisivos en la prórroga de aquel partido, no lo olviden nunca, Fernando Martín, con tilde en la í) se mataría en un accidente de coche y que unos pocos años después Petrovic moriría de la misma manera tras jugar con su nueva selección, Croacia. Al final de la década de los ochenta el baloncesto alcanzó su perfección absoluta con los chicos de Yugoslavia. El combinado plavi destrozó todo los mitos, los soviéticos y los norteamericanos, con un juego vistoso que combinada lo técnico y lo físico. ¿Y después? Después odio, muerte y división. Ellos eran los mejores jugando juntos, sin necesidad de mirar su carnet de identidad. Eran los mejores porque tenían algo en común, a pesar de que sus gobernantes, sus imanes y cualquier político con delirios nacionalistas les dijera lo contrario. No me quiero poner moralista pero me acuerdo de Kukoc y Radja con la Jugoplastika, me acuerdo de Don Francisco enseñándonos Geografía en séptimo de EGB. Fuimos la generación que aprendió la geografía europea más fácil de la historia. Eres un trágico, Octavio. Claro, y también nos parecía normal que los equipos griegos ficharan a golpe de talonario a Dominique Wilkins, porque el dinero del Olimpiakos del Pireo salía de los bolsillos de los armadores. Trágico y agorero...no quiero olvidar tampoco los grandes pabellones construidos en todas las ciudades y los pueblos de España. Pabellones titánicos. Era una gran época aquella, construir era gratis, porque el dinero público no era de nadie y todos teníamos que tener una Exposición Mundial (o universal o galáctica, qué sé yo). Aquellas sesiones de televisión de madrugada, cerca de las estrellas, soñábamos con que nuestro compañero de pupitre, el alto, el Pau, jugara en la NBA y nosotros seríamos ingenieros en la NASA o, los más mediocres de la generación más preparada de la historia de España, nos sacaríamos una oposición y veríamos los partidos desde una televisión con las sobras de la tasación de la hipoteca. Esos sí que eran buenos tiempos.
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del 13 de junio de 2013
domingo, 26 de mayo de 2013
Sobre la LOMCE (1ºParte)
Hace unos días se aprobó la nueva Ley de Educación, la polémica LOMCE. Aunque utilizar “polémica” para referirse a una ley de educación en este país casi parece un epíteto (¿Quién puede olvidar los bachilleratos experimentales de la LOGSE? ) La necesidad de una reforma en el sistema educativo español era evidente, imprescindible, pero la realidad nos ha vuelto a traer (una vez más) lo más fallido del gobierno del PP: las medias tintas, el autoritarismo y esa decepción perenne que los que confiamos en el espíritu regenerador del Gobierno de Rajoy arrastramos desde hace tiempo. La “singularidad regional”, manera encubierta de referirse a las aspiraciones secesionistas, ha provocado en estos años de democracia una sensación de reino de Taifas donde se alimenta el rechazo hacia la idea de España no por un deseo de asegurar la supervivencia de lo propio sino como herramienta para una parte de la clase política para adoctrinar y favorecer la perpetuidad en el poder. Pero este deseo de la LOMCE se quedará en agua de borrajas, una vez más, porque no hay voluntad real de cumplimiento, solo actos de cara a la galería, algunos tan ridículos como esta “españolización” bajo subvención privada, tan ridícula que duele. Acobardados y sin capacidad para asegurar el cumplimiento de la Ley (con mayúsculas), buscar soluciones de Pepe Gotera y Otilio, de nuevo rico, me parece un absurdo. Tanto como incluir la Religión Católica como asignatura evaluable dentro del currículo. La religión, asignatura que los gobiernos socialistas mantuvieron contra viento y marea dentro de los centros públicos con el silencio de muchos de los que ahora se llevan las manos a la cabeza, es una deuda que nunca se pagará del todo. Respeto mi tradición cristiana y occidental y no pienso renunciar a ella pero me parece una decisión completamente errónea y cuya aplicación sería delirante en cualquiera de los países avanzados en educación que con tanto boato se nombran en la exposición de motivos inicial de la LOMCE. La educación en España me ha recordado siempre a una tubería con las juntas estropeadas, con agujeros por donde escapa el agua: para que el caudal llegue de un lado a otro no debemos ni bombear una cantidad exagerada (recursos desorbitados que no se aprovechan de manera adecuada) ni cerrar el grifo por miedo a que una parte se pierda. Llevamos años, décadas, esperando que alguien se atreva a arreglar la tubería, esperando, en realidad, que alguien se dé cuenta de que los fontaneros están más cerca de lo que parece: en las aulas. Maestros y profesores, gente con experiencia, que cree en lo que hace, alejados de dogmatismos, sectarismos y poltronas. Los hay, se lo prometo, Ministro, los hay porque los veo cada mañana.
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del jueves 23 de mayo de 2013
viernes, 10 de mayo de 2013
Postuero
Cuando comencé con estas columnas llegué a hacer famoso el término “gafapastismo”: intelectual de provincias, más fascinado por los tebeos que por la literatura del Siglo de Oro, mejor conocedor de los entresijos de la Movida Madrileña que de los procesos de composición de las óperas en el nacionalismo europeo. Algunas cosas han cambiado: me he engordado un poco -he dejado de fumar-, ahora doy clases a adolescentes y ya definitivamente no soporto el fútbol. Pero sigo detestando el “postureo”. No hay una definición ni una semántica definida, quedémonos con el tono, a ver si así: “Postureo” es el Partido Popular defendiendo un programa liberal por un lado y manteniendo las taifas de las autonomías,“posturen”, claro, es el Partido Popular recortando en educación y salud en vez de tratar de solucionar las deficiencias en institutos o ambulatorios. “Postureo” es tratar de quitar peso a las bromas sobre ETA mientras se echa uno las manos a la cabeza cuando alguien está en contra del aborto. “Portureo” es llamar fascista a Rosa Díez mientras aplaudimos a Jorge Verstrynge. “Postureo” es abanicar al gran Arturo Mas en su plan soberanista porque hay que ir contra España, aunque la contra la lleve la derecha rancia y corrupta. “Postureo “es gobernar en Valencia con las banderitas españolas y que no me pueda presentar a las oposiciones porque no hablo valenciano. “Postureo” son los periodistas que dicen barbaridades en Twitter y cuando les toca escribir en su periódico parecen tibios juntaletras al borde de la jubilación. Pero, hoy, sin duda, celebramos el día del “Postureo Máximo”: lo haremos coincidir con la fecha en la que Willy Toledo ha decidido trasladarse a vivir a Cuba. Sí señor: después de años soportando al facherío pedir que si tanto te gusta la isla te marches allí y por fin ha tomado nuestro muchacho la decisión. No hay mejor ”Postureo” que el del que termina siendo coherente. Que Fidel lo tenga en su gloria.
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del 9 de mayo de 2013
domingo, 28 de abril de 2013
Cotidiano
He terminado de corregir los exámenes de cuarto de ESO y tengo las actividades de tutoría preparadas. Sigo pensando en lo que voy a escribir en la columna mientras recuerdo que tengo una cita con los padres de Pablo a cuarta hora, justo después del recreo. Apago el tocadiscos y guardo mi flamante edición de The Queen is dead de The Smiths en vinilo naranja. Regalo de mi hermana, vive en Madrid y espera no perder su puesto. Una carrera y un máster, como yo, como ella, como todos. Solamente hicimos lo que nos pedíais y ahora esperáis que aguantemos el tirón en silencio: banca digital, devoluciones negativas, haciéndonos viejos en la sala de espera de la vida. Dejé de pensar que mirar al cielo podría ser un trabajo a tiempo completo. Ella echa de menos a su padre y yo pienso que tendría que ver más a los míos. Mañana entra a segunda hora y podrá dormir un poco más, yo me levanto antes de las seis para llegar a tiempo al instituto. La muerte hace arder la televisión, no seré yo quien tire piedras contra vuestros cristales pero no despertéis a la bestia. Usaremos palabras como dardos, seremos funcionarios interinos de lo apocalíptico. Os haré renunciar a las tijeras, porque recortar es un juego previsible y aburrido. Independentistas corruptos, nuevos socialistas de camisa vieja, quejosos parados que siguen buscando la paz en la luz beatífica del fútbol...por favor, quita la televisión. Yo no firmé una hipoteca y os reísteis de mí, salvapatrias y bancarios, airados del despropósito, no quiero ni una sola queja. Justo antes de meternos en la cama, con los dientes recién lavados y las tres alarmas programadas para anunciar el alba de manera escalonada, le digo: "Solo con esto somos felices. No es mucho pedir, creo." Anda, duérmete, que mañana será otro día”.
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del jueves 25 de abril, el mismo día que anunciaban el cierre de la fábrica de Hueso en Ateca.
domingo, 14 de abril de 2013
Transgresores
En estos días en los que la Parca parece suministrar trabajo extra a los escritores de obituarios quiero recordar a dos iconos del margen y la rebeldía: Miguel Poblet y Jess Franco. Poblet, ciclista de corte clásico y elegante en su correr fue el primer español que ganó la Milán-San Remo, uno de los cinco “Monumentos” del ciclismo. Poblet, sin más estímulo que la luz de Fausto Coppi y antes del advenimiento de Merckx, recorrió las carreteras recién remachadas de una Europa que se recuperaba poco a poco y llegó a ganar etapas en las tres grandes vueltas en un mismo año. Poblet buscó la gloria en la rabia del repecho y del último suspiro. Jess Franco, como Poblet antes, encontró su lugar en el panteón en una zona poco transitada por los españoles: el cine de terror. Terror y cine para adultos, no nos engañemos. Pero Jess Franco, “El tío Jess”, fue uno de los referentes más importantes de lo que se llamó el “fantaterror español”; bajos presupuestos, imaginería gótica, algún desnudo femenino-exigencias del guión-, y ambientaciones con ínfulas internacionales. Para paladares exquisitos, los mismos que entienden el misterio de lo popular en las películas de de Darío Argento o nuestro siempre añorado Paul Naschy a.k.a Jacinto Molina. Estoy escuchando un precioso vinilo blanco que editó hace unos años la discográfica Subterfuge con las bandas sonoras de las películas de Franco y sus piezas de jazz magnético me recuerdan que siempre habrá gente al margen, iconoclastas, personas que no hacen caso de lo establecido o lo formal. Los dos, Poblet y Franco, Miguel y Jess, rompieron moldes, hicieron lo que querían, para lo que estaban mejor preparados. Talentos que se reparten y que se devuelven multiplicados, aunque sea en forma de etapas del Giro y sucedáneos psicóticos de las andanzas del Marqués de Sade. Sigo creyendo en vosotros.
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del jueves 11 de abril de 2013
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viernes, 22 de marzo de 2013
Escombros
Hay luces que se apagan por sorpresa, amigos que escapan entre tus dedos antes de que puedas cerrar las manos. También voces que buscan el silencio por sorpresa. No es nada nuevo que la muerte sigue rondando en estos años terribles. El final de la inocencia llega, siempre demasiado rápido, siempre a contrapelo. Hace unos pocos días hablaba con Antonio Pérez Morte, con el reflejo de la pantalla iluminando de un gris fosforescente la habitación. Él me contaba que la pena le había atrapado, inmisericorde, vulgar y rabiosa como es la pena cuando la produce la gente que quieres. Yo trataba de darle ánimos, le pedía que dejara pasar las aguas llenas de lejía oscura. Antonio, siempre generoso, me había dedicado un poema de su último libro, Escombros. Se llamaba Vivir era difícil. Yo le escuchaba algunas noches, con la madrugada avanzada, me hablaba de su familia, de sus hijos, de la risas compartidas con amigos comunes como Gabriel Sopeña. Era un poeta zufariense que a veces también me hablaba de mi propia familia, de los años antes de que todo empezara. Cada hombre es un proyecto inacabado donde la muerte arruga las páginas celebrando el desorden. Estremecido por una ausencia súbita, la de una voz referente en la poesía aragonesa contemporánea, un hombre que hablaba con pasión de lo efímero del momento, de sus amigos, amigos que construía en una comunión de versos y palabras siempre generosas. Ahora la distancia que nos separa es mucho más que unos cientos de kilómetros, Antonio, ahora vuelvo a leer tus poemas y encuentro, como otras veces entre las líneas que dejaron los amigos ausentes: No sabíamos que vivir era difícil /vinimos sin presente bajo el brazo y sin manual. Te extrañaré maestro. Descanse en paz.
Columna aparecida el jueves 21 de marzo de 2013 en el Heraldo de Aragón.
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jueves, 7 de marzo de 2013
Extraterrestre
Me he reconciliado con el cine español. Bueno, con el cine estatal, que queda mejor en esta nueva orientación que toma la columna: el fin de semana pasado estuve viendo “Extrarrestre” de Nacho Vigalondo y durante noventa minutos todo se llenó de endorfinas de placer, guiños cómplices y carcajadas. Inconmensurable el papel de Raúl Cimas en una línea continuista con el miserable Jaime Walter de Museo Coconut, como también el nunca suficientemente sobreactuado Carlos Areces. Al final, todo se resume en lo mismo: códigos cercanos, humor generacional y un cierto compromiso con la cultura pop que el cine español, más bien el público español, demanda hace tiempo. Me gusta Alex de la Iglesia reventando mis sentidos en el comienzo de "Balada triste de trompeta", me apasiona volver a la mirada de Alfredo Landa en la escena inicial de "El Crack", me llega la picardía del fuera de la ley que ha usado Paco León en "Carmina o revienta", la violencia epiléptica de "Grupo 7" con la hipnótica banda sonora de Julio de la Rosa y me sigue estremeciendo cada noticia que hay en twitter sobre el nuevo proyecto de Jaume Balagueró o de cualquier francotirador dispuesto a recoger la herencia de Paul Naschy aka Jacinto Molina. No me gusta, claro, el populismo manipulador de cada ceremonia de los Goya: agitar las joyas y rasgarse los vestidos de marca al borde de la revuelta es un guión más trillado que la penúltima historia sobre la Guerra Civil. No me gusta esa especie de moralina dialéctica basada en una superioridad intelectual cogida con alfileres; eso, por supuesto, debería dar para otra columna. Definir qué es mejor: hacer integrales o memorizar a Buero Vallejo, ¿ingeniería o arte dramático? Creo en Miguel Noguera frente a una cámara, en pleno apocalipsis, atrapado por el guión de la vida y recordándonos que todos, alguna vez, hemos creído en George A. Romero.
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del jueves 7 de marzo de 2013
domingo, 10 de febrero de 2013
Arenas movedizas
Mientras tú balbuceabas excusas, Mariano, las chispas saltaban de los cuchillos con hambre atrasada. No sabemos qué cortina de humo has querido pergeñar para proteger de la ira catalana la mascarada de los Pujol, ni por qué buscas desviar el foco de las fundaciones para fantasmas y rubias postmodernas jugando a herederas de la Regás, pero tú, en tu bravuconada funcionarial has herido de muerte las ilusiones de un interino, treintañero largo, con la barba recortada, que ve cómo el Gobierno de su región tiene que ejercer como avalista en un préstamo al equipo de fútbol de la capital y los palmeros a aplaudir y los de las tijeras a elucubrar. Uno, que siempre ha tenido buen gusto, pero lo está perdiendo con la edad, casi a punto de endosarse una camiseta verde de las de las mareas. "No lo puedo soportar", canta La Bien Querida en su tema Arenas movedizas, "viéndote engañar a alguna niña tonta"...de verdad que se me revuelve el estómago, Mariano, porque te acuso a ti, a ti y a tu ejecutivo, de pervertir la madurez democrática de este país y afanarte por demostrar que la derecha juega con las cartas marcadas, sin permitir que mi generación, la de los que han escapado del sectarismo, del "guerracivilismo" y las cunetas, puedan ver más allá de unas siglas ineficientes, achantadas y corruptas. Te veo, Presidente, en el chapoteo último de las arenas movedizas, paranoico en la madrugada esperando el alba de la tinta fresca de rotativa. "¿Salvo alguna cosa?" los inocentes no temen nada; ni a la Operación Puerto, ni a enfrentarse cada mañana a una clase abarrotada de niños maleducados, a nada. Suerte con la grafóloga de guardia, tú, al menos tienes trabajo.
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del jueves 7 de febrero de 2013
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