Vi por primera vez la pintura de Enrique Larroy en una sala blanquísima con suelos de pizarra negra muy brillante, como recién fregada. Había una guía de ojos amables que nos explicaba las obras de Larroy con la devoción del cuidador de animales en peligro de extinción. De eso hace seis años pero todavía me acuerdo de aquellos lienzos enormes como escaparates de Zara, de sus colores jugosos como frutas tropicales.
Hoy veo en la pintura de Larroy una coherencia absoluta. Son más de 30 años manejando con rotundidad el color y elaborando una personal geometría de la vida. El resultado, esa PINTURA CORRIENTE que nos ofrece esta estupenda página web que recomendamos encarecidamente.
un texto de Ana Lacarta para celebrar, de algún modo, la nueva web de Enrique Larroy.