Hace un par de semanas
paré en una gasolinera que hay en la entrada de Calatayud y mientras
esperaba para pagar me puse a rebuscar entre los estantes de discos
de saldo. Ya quedan pocas estaciones de servicio donde uno pueda
practicar el milenario arte del husmeo entre cintas de carretera y la
verdad que es una pena. Entre discos de The Doors o Kenny Rogers
encuentro una auténtica joya, un clásico: Nat King Cole canta en
español. 2,95 euros. Las versiones en español de Nat King Cole son
grabaciones eternas, banda sonora de viajes y verbenas, y es difícil
encontrar una familia que no haya tenido una cinta de cassette o uno
de esos cartuchos de ocho pistas, mastodónticos e inencontrables,
que comenzaba, casi de manera invariable, con el inmortal Cachito
mío. Banda sonora original de viajes, verbenas y fiestas. Cole, que
había sido parte de la escena jazz norteamericana en los años
cuarenta, alcanzando la fama como pianista con el Nat King Cole trío,
decide entrar a grabar en el año 1958 una serie de clásicos del
repertorio latinoamericano. Entre La Habana y Ciudad de México
registra rancheras y boleros clásicos como Las mañanitas o Piel
Canela. Lo curioso era que Nat King Cole no hablaba ni una palabra de
español y tampoco era capaz de aprender un idioma en unas semanas,
así que tuvo que memorizar de manera fonética los textos,
repitiendo los sonidos una y otra vez hasta que consiguió aprenderse
las canciones. Eso, evidentemente, trajo como resultado ese fraseo
tan caraterístico en sus interpretaciones, en las que parece estar
masticando las palabras, pero que, por otro lado, le otorgan un sabor
añejo, emocional y mítico a las versiones de Cole. Te prometo,
cariño, que si esta noche tocan Ansiedad, te saco a bailar.
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del viernes 2 de agosto de 2013