Después de dos EP´s, un usb y dos canciones para descarga directa, los Niños del Brasil entregan por fin su quinto LP, este Géminis construido a base de canciones conocidas y algunas inéditas pero que consigue una sensación de unidad y coherencia que es típica en las producciones de Niños del Brasil. El disco se abre con el nuevo single, El Recuerdo de tus labios, un hermosísimo texto de Santi Rex jalonado de trepidantes programaciones y carnosas guitarras acústicas. Un tema que incide en la faceta más “nuevo orden” de Niños del Brasil. Si en esta era digital volvieran los hits inmediatos, este sería uno. A mí, personalmente, me recuerda mucho a los discos en solitario de Carlos Berlanga, con canciones construidas con mimo y sin prejuicios. Casi sin solución de continuidad-una constante que se repite en todo el LP-pasamos a la visión vampírica del mito de los amantes de Teruel: Las calles de Teruel aumenta el ritmo del disco, más guitarras y coros femeninos. Un tema del que pronto veremos un videoclip rodado en la capital del Turia. El segundo tema nuevo es Ni por viejo ni por diablo, con ese aroma de oscuros ochenta, las influencias de siempre, El culto y la Misión mezcladas con la paleta clásica de los Niños del Brasil. La delicadeza de X (la particular revisión del tema La novia escapada de misa de Polyzones) es uno de los puntales del disco, una historia cotidiana llena de ángeles, revisiones bíblicas y suavidad épica. Un acierto recuperar esta versión que ya aparecía en el segundo EP, Sirenas. Por entonces su producción acuosa (en la onda de Cocteau Twins) era de una capacidad evocadora escalofriante. Dobles Parejas es casi un ejercicio de fiesta lasciva, con la voz de Santi Rex recitando sobre secuencias que pivotan entre la disco más oscura y el tecnopop de cara B, un ejercicio distinto con ramalazos de electricidad industrial. Y la faceta más festiva de NdB vuelve con Sexy e interesante, la percusión de juguete, la verbena acelerada, el afterhours del instante, otro single inmediato que-fuera prejuicios, compitió en buenísima lid por clasificarse para Eurovisión-. Estrella Fugaz fue la canción que nos devolvió a los Niños del Brasil. Extraída como primer single en aquel Ángeles y Demonios, con el aire apocalíptico de las guitarras sintéticas e infinitas y las bases rítmicas mutantes. Delirios es otro tema nuevo, una letanía que nos recuerda a los Niños del Brasil más lúcidos de Mundos en Eclipse (el disco aragonés con mejores medios tiempos de la historia), con una instrumentación actualizada para generar una ambientación propia de las leyendas. La segunda versión del disco-si se puede considerar versión un tema no publicado por su autor-es Nunca se convence del todo a nadie de nada. Escrito por Enrique Bunbury, había sido publicado en formato single-usb hace unos meses. La potencia como letrista de Bunbury se puede reconocer en este tema, con clarísimas influencias del penúltimo Leonard Cohen (el de Ten New Songs). La canción más cercana al excelente El Imperio de los Sentidos-el cuarto disco de los Niños del Brasil, injustamente olvidado, puesto que posee unos temas y una producción que mezcla electrónica y pop de una manera realmente original- es Eres alma, casi en formato banda, orgánica y perezosa. El último tema del disco es una versión de la mítica banda aragonesa Tres años de pena, donde militaba el fallecido JM Díez “Matanegros” (guitarrista también de los Cocaínomanos), Niños del Brasil hacen Más vale morir que perder, asimilando el contenido punk y no futuro original y convirtiéndolo en un hermoso himno de despedida.
Santi Rex vuelve a mostrarnos su faceta como sobresaliente letrista, sin excesos poéticos, simplemente enhebrando las palabras y buscando los estribillos perfectos. Antonio Estación se mantiene en la sombra de sus cuatro cuerdas. Nacho Serrano ha realizado un trabajo casi artesanal, revisando una y otra vez las bases, cortando y pegando los instrumentos reales hasta construir un disco variado, perfectamente facturado, que sabe moverse en los terrenos familiares del tecno, el afterpunk y el pop de guitarras con la naturalidad de unos artistas en plena madurez creativa y con muchas cosas por decir.
Santi Rex vuelve a mostrarnos su faceta como sobresaliente letrista, sin excesos poéticos, simplemente enhebrando las palabras y buscando los estribillos perfectos. Antonio Estación se mantiene en la sombra de sus cuatro cuerdas. Nacho Serrano ha realizado un trabajo casi artesanal, revisando una y otra vez las bases, cortando y pegando los instrumentos reales hasta construir un disco variado, perfectamente facturado, que sabe moverse en los terrenos familiares del tecno, el afterpunk y el pop de guitarras con la naturalidad de unos artistas en plena madurez creativa y con muchas cosas por decir.