El sábado estuve en el Poeta Eléctrico. Actuaba Cretino, el alter-ego del músico y humorista Luis Cebrián. Una cava de luces imposibles para iluminar el escenario. Canciones que son la vida. Canciones que son más grandes que la vida. Luis Cebrián y su banda salieron a ritmo de funk, de pastosa música disco. Luis hablaba con tono de predicador voluble: cada momento cambia su credo. Es parte de la nueva religión híbrida. Imaginad un repertorio en el que se mezcla Radiohead y Raphael, duetos imposibles entre Víctor Manuel e Iván Ferreiro y chistes sobre Intereconomía. Una y otra vez, en la misma semana que vuelve la incertidumbre a la educación aragonesa con el vaivén despreocupado de nuestra consejera, Luis cantaba una y otra vez: "We don't need no education". Más y más ladrillos en la pared contra la que nos golpeamos. Luis Cebrián es la voz de una generación harta, que espera que mañana sea mejor...mejor que que no haya mañana. Poesía en acordes sincopados, sección rítmica en un supermercado expropiado, flautas dulces porque a nadie le amarga un “me gusta”. En la compleja tela de araña en la que se convierten las vidas digitales, el trasunto del bufón ya no señala la desnudez del emperador, se ríe de sí mismo porque ha aceptado sus cadenas y cobra por llevarlas y mostrarlas al público. Cretino rompe el espejo para asegurarse de que todas nuestras caras vuelvan a su estado natural de distorsión: Tan absurdo como estudiar para funcionario en un país que no existe, como galos atrapados en nuestra aldea solo tememos a que el cielo caiga sobre nuestras cabezas. A esto hemos reducido nuestras vidas. Un parpadeo y una sonrisa. Hacer cuentas para tener un hijo. Tomarte un café con tu padre y hacer planes para la próxima temporada del CAI Zaragoza. Suplir la apatía del domingo tarde con la alegría de tener trabajo el siguiente lunes. Seguimos apretando los puños entre montañas de basura. Nuestra vida como una canción de los Planetas. Tenemos miedo pero no dejamos que nos domine. Cuando ya no queden mecheros ni batería en los teléfonos móviles, la luz de Cretino será lo único que ilumine nuestros corazones.
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del jueves 21 de noviembre del 2013