Como en un poema de Luis Alberto de Cuenca que canta Gabriel Sopeña, te pido esta mañana que me digas cosas políticamente incorrectas: que por mucho que se empeñe nuestro actual presidente autonómico (al que se le ve poco por estas tierras, debemos ser como Bélgica, que se gobierna sola), los batasunos siguen sin condenar a ETA, que son cuarenta años sustentando asesinatos con el comunismo por bandera, que prefiero liberalismo a teocracia, que La Gaceta es lo mismo que Público, que El País es tan aburrido como El Mundo. Que me bajo películas de internet porque así tengo dinero para comprarme los libros que no recomiendan los suplementos literarios, que este CAI que gana partidos es una parodia sin amagos de Angulos o Arcegas, que algún día los críticos musicales no serán cobardes y escribirán sobre lo que escuchan, que si hay cambio de Gobierno las cosas pueden ir mejor. Son cosas que no se dicen, que nadie dice en el alto: que tu voto no vale lo mismo que el mío (pero no seré yo quien lo pondere), que eres un sinvergüenza si te apoltronas cobrando paro sin buscar trabajo, que la república no se merece a los que se proclaman republicanos y viven como reyes, que el multiculturalismo ha fracasado y que un solo mordisco de los que le daban a Ángel Cristo vale por todo el Circo del Sol. Que subvención y autogestión no solamente riman en consonante y que Juanjo Puigcorbé me gusta más que Pepe Rubianes. Que si tú quieres más partidos de fútbol, yo quiero más horas de Sálvame, que, sí, lo confieso, creo a pies juntillas en todo lo que cuenta Iker Jiménez. Que el tabaco mejor te lo fumas en tu casa, si tu mujer te deja, claro. Que te lo permita, quiero decir, que no hace falta una separación legal para darle a la nicotina. Que me gustas, que quiero casarme y tener hijos contigo...pero sin hipoteca.
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del Jueves 10 de febrero