El pasado miércoles en el Sillón Voltaire que dirige y presenta Sofía Castañón en Radio Círculo de Bellas Artes, se emitió una entrevista a un servidor en la que junto a Sofía hablamos de rock recitado, Experimentos in da notte, la movida aragonesa, Félix Romeo, Daniel Gascón, Javier Carnicer, Justo Bagüeste, la edición alternativa...un lujo estar junto a Sofía, sentados, viendo Madrid desde las alturas.
viernes, 16 de marzo de 2012
Los modernos: tribus y rock
Cuando uno pasa las páginas de “Yo disparé en los ochenta (Munster Books, 2012), un magnífico documento fotográfico de los primeros años de la movida, las canciones surgen como marco perfecto para una serie de momentos únicos: Eduardo Haro Ibars escribiendo los poemas que servirían como letras para el primer LP de la Orquesta Mondragón, Iñigo Munster soñando fanzines, enamorado de Poison Ivy, grabadora de cassette en mano. Poch buscando en la guía la dirección que lo lleve a Jurelandia mientras el saxofón de Justo Bagüeste se abre paso como una cuchilla. Sabino Méndez y Loquillo paseando por Madrid, punk-rockers enamorados. Antonio Bartrina y Víctor Coyote cantando tangos en un arrabal de desolación industrial mientras Alberto García-Alix se intoxica de polaroids. También Kike Turmix inventando Malasaña con un jovencísimo Guillermo Martín junto al resto de los Desperados. Las chicas guapas de imperdible y chupa de cuero en la puerta del Rockola esperando a que JM y los Magníficos tocaran una versión psicótica de "La Estación del Amor". Alaska a punto de convertirse en leyenda contando qué sucedió con la muerte de René. El peinado imposible de Enrique Sierra, como un monstruo pánico en el paraíso del jardín botánico. Todas las tribus urbanas juntas: mods y rockers, babosos y hornadas irritantes, sobreviviendo al alcohol de garrafón y las horas sin dormir. Imágenes evocadoras extraídas del archivo de Mariví Ibarrola, ojo atento en mitad del vorágine cultural más importante del siglo XX español. Tonos en blanco y negro, retratos de una sociedad inocentemente creativa, de sencillez analógica, pero fundamentales para entender el concepto de modernidad en los últimos treinta años.
Columna aparecida en el Artes y Letras de Heraldo de Aragón el jueves 15 de marzo de 2012
Columna aparecida en el Artes y Letras de Heraldo de Aragón el jueves 15 de marzo de 2012
General de a pie
Gracias a Daniel Gascón y Enrique Cebrián
Uno de los mejores recuerdos que guardo de mi infancia es ir con mi padre a la Romareda y parapetados tras una tonelada de pipas contemplar las evoluciones de aquel Real Zaragoza de finales de los ochenta. General de pie, rodeado de tipos peculiares (impagable aquel abonado que pasase lo que pasase, le echaba la culpa de todo al “hijoputadehiguera” -pobre “Paquete” Higuera-) y seguidores históricos de los años de los "zaraguayos". Yo vi jugar al “Pato” Yánez, al “Toro” Crespín, a la saga de los Tejero, al gran Pascual Sanz, que nunca dio el salto cualitativo que su calidad técnica prometía…a Villarroya como un Víctor Muñoz 2.0 (en esa posición indefinible que era el “pulmón” del equipo). Yo estuve con Antic y Luis Costa, con Villanova, el "Roy Orbison" del banquillo zaragocista. Pero hoy los clubes de fútbol en España deben más de setecientos cincuenta millones de euros al erario público, dinero que si pudiera juntarse con el valor actual de las reservas de oro que nuestro anterior presidente saldó, aplacaría momentáneamente la ira europea. Fútbol todos los días, como en un bucle infinito que confunde competiciones, héroes del balompié, divinidades de colección de cromos y directivos con maneras de especuladores. El afecto emocional a los clubes y la identificación sentimental con los recuerdos de toda una vida unida al balón no puede cegarnos. No se lancen sobre mí, amigos futboleros, pero alguien tiene orientar el foco hacia los campos y los despachos. Los años dorados de los equipos griegos, italianos y españoles, abanderados del gasto superfluo, del pago en "mortadelos", son los polvos del lodazal donde nos encontramos ahora. Gustavo Poyet que estás en los cielos, seguiremos rezándote pero, por favor, se acerca la prórroga y estamos con uno menos.
Uno de los mejores recuerdos que guardo de mi infancia es ir con mi padre a la Romareda y parapetados tras una tonelada de pipas contemplar las evoluciones de aquel Real Zaragoza de finales de los ochenta. General de pie, rodeado de tipos peculiares (impagable aquel abonado que pasase lo que pasase, le echaba la culpa de todo al “hijoputadehiguera” -pobre “Paquete” Higuera-) y seguidores históricos de los años de los "zaraguayos". Yo vi jugar al “Pato” Yánez, al “Toro” Crespín, a la saga de los Tejero, al gran Pascual Sanz, que nunca dio el salto cualitativo que su calidad técnica prometía…a Villarroya como un Víctor Muñoz 2.0 (en esa posición indefinible que era el “pulmón” del equipo). Yo estuve con Antic y Luis Costa, con Villanova, el "Roy Orbison" del banquillo zaragocista. Pero hoy los clubes de fútbol en España deben más de setecientos cincuenta millones de euros al erario público, dinero que si pudiera juntarse con el valor actual de las reservas de oro que nuestro anterior presidente saldó, aplacaría momentáneamente la ira europea. Fútbol todos los días, como en un bucle infinito que confunde competiciones, héroes del balompié, divinidades de colección de cromos y directivos con maneras de especuladores. El afecto emocional a los clubes y la identificación sentimental con los recuerdos de toda una vida unida al balón no puede cegarnos. No se lancen sobre mí, amigos futboleros, pero alguien tiene orientar el foco hacia los campos y los despachos. Los años dorados de los equipos griegos, italianos y españoles, abanderados del gasto superfluo, del pago en "mortadelos", son los polvos del lodazal donde nos encontramos ahora. Gustavo Poyet que estás en los cielos, seguiremos rezándote pero, por favor, se acerca la prórroga y estamos con uno menos.
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del jueves 15 de marzo de 2012
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