domingo, 2 de octubre de 2011

Canibalismo veraniego, un prólogo para la Involución Cítrica (Editorial Origami) de Adriana Bañares


























La Involución Cítrica de Adriana Bañares son las crónicas de un tránsito, fragmentos de un juego del que no conocemos las reglas y, a pesar de todo, jugamos. Paisajes donde el microcosmos del bar como alimento del alma y la lírica de la habitación cerrada es el contrapunto perfecto para el descanso del espíritu. Todos buscamos llenarnos la boca para saciar el ansia que traen las guitarras eléctricas desafinadas y los cuerpos conocidos. Un libro que amalgama prosa y verso, en un desorden cotejado por la postmodernidad, de pop sangrante y veladas cansinas, construido bajo las directrices inmediatas que marca la red, nueva biblioteca de Babilonia, abierta, incontenible. El espectador, que contempla el devenir de las palabras, la mutación de la vida, tránsito perenne entre adolescencia y días grises, camina junto a la autora por las calles encharcadas y bebe apoyado en su misma barra, a unos pocos centímetros, mudo ante el torrente interno que se muestra pleno, arterial, salvaje. Los personajes que van apareciendo se vertebran sobre las puntas afiladas de la existencia, siluetas recortadas sobre un escenario de cartón donde la autora no da más guión que el devenir agotador de las jornadas, las anécdotas minúsculas que avalan nuestro libre albedrío. Carmen, Aída, Jaime, Carmen otra vez, Lorena, nombres inventados para gente que camina, hambrienta, zombificada. Colección de favoritas, como el disco de los Sencillos, si yo no puedo estar en tus sueños, por lo menos ven un rato a los míos.

Tú eliges las canciones, aunque en mi cabeza todas terminan sonando igual.

Las aulas (II)

Sigo dándole vueltas a la situación actual de la educación española. Porque sé que el hecho de que las voces discordantes y los tamtáms de guerra hayan remitido momentáneamente, el monstruo avaricioso del recorte no tardará mucho en reaparecer. Busco información por la Red y encuentro una serie de cifras que me dejan helado: la previsión de ahorro por parte del Gobierno de Aragón con el atornillamiento del cuerpo docente es de aproximadamente cuarenta millones de euros mientras que si uno suma los "apoyos económicos" -y lo de las comillas, por supuesto, es deliberado- que nuestro Gobierno entrega anualmente a los equipos deportivos de élite de la comunidad el resultado son diez millones de euros. Es decir, una cuarta parte de ese capital tan imprescindible como para eliminarlo de la partidas destinadas a colegios e institutos. Lamentable. Y que quede claro, no estamos hablando de promover el deporte de base, no, me refiero a los "realeszaragoza" de las narices y a los "caisdezaragoza". Indignado estoy -qué ganas tenía de escribir esto en una columna-. Vale, ustedes dirán que me he venido un poco arriba con mi hatillo lleno de demagogia. Solamente ofrezco datos, cifras que se pueden comprobar. Bien, tampoco es oro todo lo que reluce dentro del cuerpo de maestros, cada vez que escucho frases como "Esto afectará al futuro de toda una generación" me recuerda a ese personaje de los Simpsons que siempre acababa sus diatribas con un "¿Es que nadie se acuerda de los niños?". A veces cuando uno ve cómo las vestiduras comienzan a rasgarse piensa que quizá estemos más preocupados por nuestros sueldos que por el crecimiento intelectual y educativo del alumnado. Y ese grande y malvado engendro que se llama "concertada", alimentado por el abono que la pérdida del respeto y la capacidad de esfuerzo han suministrado las engoladas propuestas de la administración, ha crecido con el silencioso permiso de muchos de los que ahora se quejan. Esos magníficos arabescos educativos de la Logse y demás ramificaciones, terminaron provocando un fenómeno muy triste: A finales de los noventa demasiados hijos de profesores terminamos en colegios "de curas". Que alguien me expliqué por qué sucedió. Tan inequívoco como el Presidente de Cataluña, bien nacionalista él, asegurándose de que su hijo aprenda español en un privado. Cuánta impostura.


Columna aparecida el jueves 29 de septiembre de 2011 en el Heraldo de Aragón

Los que nos quedamos (un texto escrito para el libro de Tierra de Cierzo)


Julián y Jorge (responsables de la edición de Tierra de Cierzo) me pidieron un texto para recordar a los músicos fallecidos en estos últimos años en nuestra tierra. Os pongo aquí el texto, espero que os guste:

Los que nos quedamos esperamos que alguna vez pase el dolor. No hay olvido que valga contigo, amigo. A los que nos quedamos sólo nos queda buscar tu reflejo en la silla vacía cuando nos juntamos.

A mi amigo Sergio Algora lo recuerdo con un saco de dormir al hombro en un concierto de los Sullivans, bajando las escaleras de un hotel de Cuenca en busca de líquido para las lentillas, pidiéndome películas de zombies para ver con Maribel en Alicante. O sentados en el Pascualillo con Ángel, recién comidos, cocido (y Ángel diciendo “claro, hoy es jueves”), dedicándole a mi hermana Salu “Mujeres y días” en el Meeting Pop de Graus, después de que nos hubieras conseguido un sacacorchos (pero esa, sin duda, es otra historia). También un jueves en la Morrissey, cuando se nos acercó Luis y ya no volví a separarme de él, la noche que te llevaste mis discos para pinchar y apareciste sin ellos de madrugada y nos pasamos el fin de semana tratando de reconstruir tus pasos. Verte preparando espárragos trigueros con foie en casa de Gabi, la larguísima entrevista que te hice cuando habías sacado “A los hombres de buena voluntad”, que no era más que una excusa para disfrutar del champán del Portolés, cenando en el Europeo antes de una sesión mano a mano en el Candy Warhol, riéndonos de las detenciones de Fernando Arbex (con todo el respeto para un grande), el día que estuvimos en casa de mis padres corrigiendo, aquel restaurante de Mariano Barbasán, con Fernando, donde nunca tenían los platos que prometían, encontrarme con la letra manuscrita de “El hombre que perdió los papeles” el día de la mudanza de la casa donde pasamos juntos unos meses. Salir de la Fonda La Peña el día de tu entierro camino del concierto de Peret, hablar con Jesús de cómo te nos aparecías en sueños para aliviar nuestra tristeza, un aperitivo con Luis, Irene, Francho y Bárbara en la Plaza Santa Cruz, aguantando el llanto con el dique que nos daba el recuerdo de tu sonrisa, la complicidad con Rogelio cuando se pasa por alguna pinchada en el Bacharach. La llamada de Enrique, preguntándome si quería volver a ponerme delante de tus platos. Esperar, que como en la canción, aparecieras cada noche por la puerta, que estuvieras de parranda.

Los que nos quedamos, sabemos de tu habilidad en las seis cuerdas de la vida, con el porte seco de un supervivente de las flores muertas, perfil de Ron Wood y corazón de Keith Richards. Desde las grutas de Malasaña hasta las esquinas azuladas de la ZiudaZ (allí donde la Mahou era una sorpresa agradable para la garganta sedienta). Yo te vi ahí arriba, con una camiseta lésbica en el show de Chango, ofreciéndole marrón a Ariel Rot y después, “Mucho mejor”, ataviado de corsario junto a Urrutia, soportando al mito como la mejor solista que jamás soñaron los que se cubrieron con la piel troglodita. Pero también en el Café Artistas, reventando mi alma con canciones de Los Enemigos, con el Oso de Moris en un garito de la calle Bolonia, en una foto en la parte de atrás del número 2 de Confesiones de Margot. Era un crío y escuchaba desde la casa de mis padres el jolgorio de tu boda, era un crío que se sabía todas las canciones de Desperados y veía cómo los caballos salvajes estaban a punto de arrastrarme. Las personas que siempre portan una sonrisa deberían vivir para siempre, Guille.

Ellos cantan tus canciones, veneran tu silueta de bicicleta, susurran las historias olvidades que la bruja cocinaba a la orilla del Canal. Bajo la luna de Santiago, en las carreteras que cruzan los Monegros, la balada del cuatrero que cambió la eléctrica por el sueño criollo, el bourbon por el mate y siempre con el bullicioso caballo de un corazón imparable. De jazz y poesía, con tu hermano Gabriel, atiborrados de Borges y Dylan, con el órgano hammond apretando las entrañas. No hace falta que te esperemos volver, nunca te marchaste.

No hay noche más negra que la que trae el silencio junto a ella. Los taburetes vacíos, los atriles

desabastecidos, punkies y rockers sin la sonrisa platino de Alma. Las malas noticias se agarran al asfalto antes de la llegada del fin de semana, JM, vale más morir que perder. Las pintadas en los solares gritan, ¡Larone vive! Mientras el ritmo entra en la casa y yo rebusco entre mis cintas VHS los videoclips grabados a medias, como un mosaico interrumpido, el saxo de Charly Sebastián, la voz de arcilla roja de Labordeta, disparando a Valery.

Los que nos quedamos, los que os vimos marchar, apagamos los amplificadores, esperamos un bis que nunca llegará, lamentamos esa última canción que no os escucharemos tocar.

Entrevista de Jaime Oriz: Experimentos in da notte para Arcade Producciones


El próximo sábado 5 de noviembre, una de las propuestas más atractivas y originales que ha dado en los últimos años la escena musical de Zaragoza, Experimentos In Da Notte, ofrecerán un concierto en La Ley Seca. Poco antes se estrenarán en el festival Periferias. Tras un su primer EP, Jane Birkin, con el que consiguieron que se hablara de un género tan poco frecuentado como es el rock-recitado (o también conocido como spoken word), regresan a la actualidad con su primer larga duración, Negro. Para conocer más detalles del esperado regreso, nos responde vía mail el principal propulsor del proyecto, Octavio Gómez Milián, también conocido por su infatigable labor como agitador cultural de la ciudad y escritor.

Lo que más llama la atención del disco es su tremenda variedad, en el que conviven de forma fluida estilos tan dispares como son el blues, el pop, el post-rock, el flamenco, bossa o la herencia de Dylan… ¿Cómo evoluciona cada canción y cómo escoges el sonido?

La selección de temas es una decisión mía, tanto si son mis textos como si son de Manuel Forega, Manuel Vilas o Ángel Guinda. Pero en la música todo depende de la imaginería a la que remita el texto. Por ejemplo, con El lamento del ángel, en la que le pedí a Luis Cebrián una rumba fronteriza, y salió algo así como los Calexico tocando temas de Los Amaya. Luego llegó Pablo Malatesta y le dio una vuelta a los arreglos y a los acordes y todo, de pronto, encajó. Usamos muchos estilos pero partimos de bases electrónicas y acordes sencillos que den el tono que el texto pide. Pablo es el que ve hacia dónde va mejor, si con instrumentos programados, con samplers o baterías reales, acústica, eléctrica... Es la suerte de contar con un músico tan superdotado y que tenga miles de arreglos y producciones posibles en la cabeza. Luego, también, se prueba mucho en directo.

¿Se puede decir que Experimentos es un proyecto tuyo, de dos (con Pablo) o te gusta verlo como un colectivo abierto?

Experimentos In Da Notte somos dos, Pablo y yo, y Luis Cebrián. Luis es imprescindible en este proyecto, tanto por su aportación en la composición como en los arreglos. Y sí, la idea de colectivo abierto me gusta. Ser receptivos a las colaboraciones es parte de lo que hace grande a los Da notte, aportando riqueza tanto en lo lírico como en lo musical.

Colabora diversa gente en el disco y hay un par de versiones; parece que has pretendido reunir a parte de tus obsesiones de la cultura aragonesa, como son Sergio Algora, Justo Bagüeste, José Luis Saldaña, Carmen Ruiz, Ángel Guinda, gente de Devito... ¿Había cierta intención de contar con la gente que más te ha influido?

Has acertado completamente. Las obsesiones son el motor de este disco, como lo son en mi vida. Nos hubiera gustado tener la mandolina de Jorge Reverendo, las programaciones groove de Pécker, la voz vampírica de Javier Carnicer, la guitarra solista de doce cuerdas que suena en los Modos, las percusiones de Jorge Morgan...pero no se llega a todo. Solo hubo un colaborador al que perseguimos para que pusiera una pincelada en el disco y nos dijo que no por falta de tiempo.

¿Cómo piensas trasladar este sonido al directo? ¿Llevarás a varios invitados al Periferias o a La Ley Seca?

Vamos a variar la estructura clásica del directo, introduciendo un bajo real en algunos temas que tocará Luis Cebrián y revisando las programaciones y los arreglos para que respondan fielmente a lo grabado en el disco. De todos modos, la idea sigue siendo la misma, tocar con una mezcla de mantra ambiental y apestosa música de los pantanos. No sé si lo conseguiremos. En Periferias, que será la presentación del disco, estará la parte oscense de amigos de los Danotte: Juanjo Javierre, Justo Bagüeste y Toño Domador. También Carmen Ruiz Fleta que es fundamental en este proyecto. En Zaragoza tenemos confirmados a JJ. Gracia, que para mí su trabajo con el spoken word es fundamental en esta región, junto a José Luis Esteban, Desentre o con el Hombre Lento. Además, estarán Rafa Domínguez con sus guitarras punzantes, EdSullivan, Alberto Guardiola y espero que Gabriel Sopeña.

¿Tus letras son diferentes cuando preparas un libro a cuando escribes una canción?

Ahora ya ni escribo libros ni escribo canciones. Demasiado amor y estabilidad emocional. Pero cuando lo hacía diferenciaba claramente una de la otra. Es cierto que varios de los textos aparecen como poemas en alguno de mis libros, pero la estructura es completamente distinta. Me explico: en la música hago repeticiones de versos a modo de estribillo, elimino estructuras, y pulo concreto algo más. Otros temas, como Jane Birkin o Bizarro surgen como poemas y luego, cuando hacen falta tema nuevos, funcionan como letanías.

Parece que los temas más recurrentes son el sexo, la muerte, las drogas... quizá rodeado de cierto malditismo, ¿era la atmósfera que pretendías creer para el disco?

Los temas fundamentales son el sexo, las drogas y la muerte... que se pueden escribir como amor, estímulos y miedos. La santísima trilogía del pop. Me gusta construir un panteón propio aprovechando las obsesiones de las que hemos hablado antes. También hay política, en dos temas: Notas de viaje desde CT y No le digas a Camino que fumo, que son temas políticos. De todos modos el otro día hablaba con mi pareja y le comentaba que no me veía cantando Bebeto o Jane Birkin dentro de cinco años. Quedaría ridículo. Pero sí con Cajas o Negro. Prefiero la memoria sentimental a la memoria del exceso.

En Bebeto parece que has dado un paso adelante y por poco cantas en la canción, ¿te ves capaz de en un futuro cantar de manera melódica en un tema?

No. Poco más puedo decir. Eso sí, si nos salieran más Bebetos igual pensaba en la opción de dejar de trabajar y dedicarme a ser un crooner. Como el Capitán Kirk (se refiere al actor William Shatner, conocido por sus aventuras en Star Trek). Búsquenlo por Internet recitando Common People de los Pulp, brutal.

Por último, eres un fan declarado de lo analógico, del vinilo y del papel, ¿por qué esa defensa tan férrea por las viejas técnicas?

Porque las cosas eran más sencillas entonces. Quizá tenían un punto más elitista por el acceso más restringido a la cultura, pero nos alimentábamos de lo que teníamos y lo degustábamos una y otra vez. No sé cuántas veces escuché en el walkman mi cinta original de Mundos en Eclipse de los Niños del Brasil. No quiero ebooks y no tengo reproductor de cd. Sobreviví al apocalipsis digital y sé que algún día volverá el VHS.

¿Sacarás alguna edición del disco en vinilo?

Me gustaría sacar un single, un EP de cuatro temas o algo así, con sus caras B inéditas. Lo que sí que sé es que aprovecharemos al máximo las vías que nos ofrece la tecnología, pero dándole un matiz romántico: nuestra intención es ir publicando singles digitales con sus portadas y sus versiones, rarezas o demos como regalo, como golosina para la descarga.

Texto: Jaime Oriz