Mantengámonos quietos, no saludemos a nadie, mejor, no te acerques a nadie, no beses no dejes que te besen. Tus fluidos recogidos, las gripes extrañas saltan como pulgas sedientas sobre los hombres despistados. Las mascarillas de papel que absorben, el carbón activo, la señal de peligro biológico. Si viniera Julieta Venegas no podría besarla, todas las copias de las malas películas mexicanas de Buñuel ardiendo en mitad de la Biblioteca Nacional. Se reduce el glamour de la pandemia, de las palomas-mucho más zaragozanas, dónde vamos a ir a parar- al cochino. La primera posible víctima aragonesa en la provincia de Teruel, jamón, jamón. Se acabaron las lunas de miel en Punta Cana. El cambio climático no consiguió unirnos a todos, quizá la gripe porcina lo haga. La teoría de la conspiración lo tiene muy claro: todo esto es una pantalla de humo para que olvidemos los cuatro millones de parados. Confabulación-semítica y paranoide- que se complementa con la victoria del Madrid (¿de verdad no va a llevar Del Bosque a Raúl en la próxima convocatoria después del hat-trick?) y el empate del Barcelona. Un lunes de pasión, Trinidad bloqueada, las mechas sin pulir, spanish flu la llamaban hace décadas, cuando dicen que no pasa nada es justo el momento de empezar con los refugios nucleares, no hay que andarse con tonterías, mejor llamamos a Obama. Obama impone sus manos sobre los enfermos, Obama nos va a salvar a todos, Obama en la lista del PSOE para las europeas (mucho mejor candidato que Miguel Durán, mis queridos C´s, cómo hemos podido llegar a esto). Mantengámonos quietos, esperemos siete días...después del derby hablamos. ¿La madre tierra ha encargado también un ERE? ¿Se lo admitirá el gobierno? ¿Podremos ver el final de Perdidos?
Columna aparecida en el Heraldo del 29 de Abril de 2009