Sólo los realmente puntuales estábamos frente al escenario con los primeros acordes de Estige. Cinco minutos antes de las ocho Alex (voz y guitarras), Javi (batería) y Dani (bajo y sintetizador) , ganadores de la última edición del Muévete en directo, comenzaban tres cuartos de hora de rock energético en la que iba a ser su despedida durante un buen tiempo. A la mayor parte de las bandas en esta tierra les suele ocurrir lo mismo: el cansancio y la rutina los vencen cuando mejores canciones hacen y el sonido que destilan es de mayor graduación. Repasaron temas de todas sus épocas, invitaron al bajista original Gerardo Lahuerta a tocar un tema, nos volvieron a entregar dosis masivas de electricidad, contundencia rítmica y voces poderosas y, al final, el círculo del Phoenix se cerró después de una década. Un buen lugar, un público selecto.
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y siguió Annie B. Sweet, otro esfuerzo mimético que busca emular el éxito desmesurado de Russian Red y sólo consigo las mismas sensaciones repetidas que la autora de glasses. Aún con toda la banda, sólo la revisión cansina del clásico de A-HA, Take on me, nos regala algo para evitar la mortificación folkie. La segunda jornada tuvo un mayor éxito de público, sobre todo rondando la medianoche, cuando estaba anunciada la actuación de los Massive Attack. Referencias de la penúltima mutación del pop en la década de los noventa, sobre todo gracias a sus LP´s Mezzanie o Blue Lines, Massive Attack demostraron que todavía mantienen la pegada, en un comienzo armado de programaciones industriales y salvajismo para ir juguetando sobre patrones hiphop, vocalistas invitadas, Horace Andy casi pegado a los esquemas del Bez más ketamínico, proclamas propias de la progresía cultural laborista (aficionada como todas a los coches de lujo y a cambiarse el nombre cuando haga falta) y una leve planicie en los temas de requiebro soul. A pesar de los problemas técnicos casi al final del comienzo (o quizá gracias a ellos) la parte final elevó el listón del baile hipnótico hacia una sensación virtual de satisfacción (y compromiso, que eso no se nos olvide nunca, aunque sea con faltas de ortografía).