Le
habían pedido un relato de verano para un importante periódico, el
de más tirada y lectores de la región. El año anterior había
resuelto la papeleta con un pastiche emotivo de recuerdos del mes de
agosto en Salou, pero la broma no les iba a emocionar dos veces. Usó
el buscador de su ordenador para seleccionar todos los temas de su
disco duro que contuvieran la palabra “verano” y “playa”.
Recordó una canción de Marie Laforet sobre una playa en la que la
dama francesa susurraba con un lúbrico español y cómo Los Sonor
cogían el twist de Nico Fidenco y lo bautizaban Contigo en la
Playa...con un martini y escuchando el arreglo lounge de
Lou Rawls para el Summertime de Gerswin. No, en Zaragoza, levantando
las persianas a partir de las siete de la tarde, dejándose abrazar
por el frescor de la madrugada y, cuando digo madrugada hablo de más
allá de las cuatro de la mañana. Verano peligroso, como la canción
de la Orquesta Mondragón: a Javier Gurruchaga su amante veinteañera
lo lanzaba por la borda. Encendió la cafetera, iba a ser una larga
noche. “El verano que pasaste en la playa...” aquella semana en
un pueblo de Granada, con una cinta TDK en la que estaba grabado un
LP de Los Planetas como única compañía, eso podría servir...¿La
playa de los Planetas es el reverso oscuro de El Final del
Verano del Dúo Dinámico? Esto lo tengo que apuntar para el
relato, aunque sea lo meto con calzador, mejor primero lo tuiteo,
a ver qué tal responden mis seguidores.
Abrió la ventana de la cocina y comprobó que todavía había
suficientes luces encendidas como para no dar por terminada la noche.
Tenía un mensaje de Ana en el móvil, se metía ya en la cama.
Sirvió el café y lanzó dentro de la taza los cristales de hielo.
Se evaporaron con rabia. Había comprado un cuaderno en El Árbol
aprovechando la compra semanal, asustado por la subida del IVA. Hay
gente que se comprará coches antes de acabar agosto y otros que nos
compramos cuadernos de hoja clara y línea gruesa. Escribió en la
segunda hoja: Pase lo que pase uno siempre termina volviendo a la
elegancia de Carlos Berlanga. Uno no sabe si es postmoderno, mitómano
o directamente gilipollas, lo que está claro que El verano más
triste es un temazo. Estarías mucho mejor aquí, conmigo, en el
pueblo, le escribía ella en su mensaje. No lo sabes tú bien, pensó.
Pero primero, termino el cuento de verano.
Cuento de verano aparecido en el Heraldo de Aragón del 11 de agosto de 2012