David Giménez, responsable de El Imperdible, un coqueto garito de Remolinos, siempre se ha preocupado por mantener una programación atrevida y variada para sus parroquianos, además de ser uno de los responsables del ya señero festival Sal a Remolinos —en el que este año participan, entre otros, Controversy y Los Peces—. Y qué mejor para el primer domingo de agosto que Louisiana, la banda de Luis Cebrián (Nubosidad Variable, Experimentos in da notte o La Banda del Flaco) y Ana Muñoz. En formato acústico —faltaban las percusiones de Dani Cebollada y la melódica y teclados de Räro dj— Louisiana mezcló versiones con temas propios, elegancia lírica con arabescos en los arreglos, juegos de voces con interpretaciones solistas cargadas de la emoción de un songwriter. Abrieron el concierto con una miniatura llamada Nadador, un verso hipnótico del poeta Jesús Jiménez — Ana Muñoz, que también destaca por sus palabras, que es la poetisa más prometedora de su generación, ha musicado a varios de sus contemporáneos, pero sólo la inmensa calidad y admiración por Jesús Jiménez ha hecho que por ahora sólo esta composición vea la luz—, después dos temas propios, El mito de Eva y No hay valor, densos, cultivando la melodía hasta el infinito. La siguiente canción fue una versión a dos voces de Julio de la Rosa, A pleno sol, de su primer disco solista MOS. Escalofriantemente bella, aunque si algo provoca una emoción realmente intensa al que firma esta crónica, es escuchar a Luis Cebrián cantando Noches reversibles de Love of Lesbian. Como si Santi Balmes hubiera escrito la letra pensando en el líder de Nubosidad Variable y como si Luis Cebrián hubiera nacido para cantarla. Ana Muñoz acompañaba con una segunda voz, punteando magníficamente el estribillo y alimentando las armonías con pinceladas de clarinete. Louisiana van a grabar un EP próximamente, auspiciado por Aragón Musical y Virtualbum, bajo la producción de Rafa Domínguez — siempre enorme tras los controles, sólo hay que escuchar el material más reciente de Estige, Zarápolis o Copiloto para darse cuenta — y uno de los temas que se incluirá será El cuento de la princesa y el guisante, que fue el siguiente dentro del repertorio de la noche. El primer tema que Louisiana ha registrado en estudio es una versión del Summer wine de Nancy Sinatra y Lee Hazlewood, bajo el auspicio del proyecto Atmósfera Margot y cuenta con la producción de Nacho Serrano —teclista de Niños del Brasil—, la versión que pudimos escuchar en Remolinos es la más pura, clarinete, acústica y dos voces, la marca primordial, el auténtico espíritu de la melancolía. Después cayó un tema de Radiohead, muy intenso y esas cosas, pero qué queréis que os diga, a mí la banda de Thom Yorke me aburre bastante. Además, para aumentar el nivel de penetración confesional prefiero Reformulación de Daddy, con la pluma de Ana Muñoz alcanzando cotas de hermosísima cadencia emocional. A continuación dos temas de sendas bandas aragonesas, el magnífico No sé si existo de Estige (enganchado con fragmentos de El Ojo Espejo de Maga) y Vidrio, de El Polaco —nunca entenderé por qué esta banda no triunfó, canciones y sonido perfecto...revisión, homenaje, cualquier cosa para que El Polaco siempre esté presente en nuestras vidas—, maravillosamente interpretado a dos voces (“primero comeremos, después haremos el amor”). Con Sinestesias y la cara instrumental del Nadador, también conocida como Nadador II cerraron un recital de alta graduación poética, fiel reflejo de un universo complejo, enhebrado a partir del caos primordial y melódico de Luis Cebrián y la lava efervescente de Ana Muñoz. Esta noche voy por ti...