La madrugada del sábado al domingo puede extenderse hasta los límites de una dimensión desconocida. Siguiendo el novísimo lema postmoderno que proclama que “salir los fines de semana es de horteras”, picoteo en Youtube y encuentro la secuencia inicial de "El Crack" de José Luis Garci. Impresionante escena con un Alfredo Landa treinta años más joven. Abro mi perfil de Facebook, los grupos de apoyo a Garzón se multiplican entre los adictos a las redes sociales. Comienzo a pensar en el Superjuez como un concepto, el bien más puro, una referencia moral enciclopédica. Como Gaspar Llamazares, el hombre que vendió a la izquierda por cuatro años más de poltrona: Gaspar Llamazares 2.0. El carácter cíclico de las reivindicaciones amenaza con más “guerracivilismo”. Tenemos el tema del velo y el “No pasarán”. Ayer estaban de moda los vampiros y hoy son los zombies. No hay más que ver las portadas de los diarios o a Raúl abriendo el marcador en la Romareda para comprobar que los muertos vivientes están de moda. He pensado en dejarme devorar pero vuelvo a George Saunders y su "Guerracivilandia en ruinas" ─narrativa norteamericana de penúltima generación, irónica, potente, salvaje─. Hay un relato en ese libro que presenta un parque temático -el parque de atracciones de toda la vida, no crean- cuyas atracciones están inspiradas en distintas estampas del conflicto Norte-Sur americano. Habría que trasladar ese concepto a España. Mucho mejor que el mercurocromo para cerrar las heridas. Los norteamericanos no lo tienen tan fácil como nosotros, curiosamente no son capaces de señalar abiertamente un lado como el bueno y otro como el malo. Pongo un single en el tocadiscos, sólo aguanto la cara A, la B es para los que aún se permiten los esfuerzos. Es duro escapar de los días malos en canciones tristes.
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del 29 de Abril de 2010