domingo, 20 de enero de 2013

Mirar el cielo es un trabajo a tiempo completo: Animales perdidos de Vicente Muñoz Alvarez


Vuelve a la carretera, allí te encontrarás mejor. Toma el autobús de línea, no te bajes hasta la última parada...después, allí, en la tierra de las colillas aplastadas, en el reino de los supermercados de marca blanca, podrás encontrar a Vicente Muñoz Álvarez, una vez más, en el camino. Animales perdidos, el nuevo poemario de Vicente Muñoz habla con la rítmica de Carver de los últimos refugios que nos quedan, de los oráculos en las estaciones, de los días que pasan, como salidos de una fotocopiadora estropeada, uno tras otro, repetido. Vicente Muñoz llama al viento del norte por su nombre, escribe como si nunca pensara escapar de la torre de la canción (el poema inicial, Animales Perdidos tiene esa rítmica particular del fantasma Coheniano), la lírica del que llega a los cuarenta con pelo gris en el pecho, con una melena rebelde, que reza a sus amigos porque no le quedan mejores dioses (qué hermoso el poema dedicado a Raúl Nuñez...las palabras sobre David González, Pablo Casares, Alfonso Xen. Rabanal...), en cada parada del camino uno se imagina a Vicente Muñoz Álvarez deteniéndose en una gasolinera, con el catálogo de cintas de cassette donde ha grabado sus poemas, como aullidos castizos. Mirar el cielo como un trabajo a tiempo completo.


Animales perdidos lo ha editado Baile del Sol desde su colección de poesía.

Concierto de la Bien Querida en la Casa del Loco (18 de enero de 2013)

El pasado viernes y con producción deAntípodas Producciones se presentaba en el escenario de la Casa del Loco el nuevo LP de la Bien Querida, Ceremonia. Después de dos discos orgánicos, Ceremonia parecía llevarnos hacia los caminos ácidos de los New Order. Con una buena entrada unos minutos más tarde de las diez y media de la noche la luz azul del escenario de la Casa del Loco nos introdujo en una atmósfera de replicantes y amores planetarios (y planeteros). Los temas del nuevo disco funcionaron bien sobre las tablas, canciones como Arenas movedizas, que mezcla el susurro sesentero de una Jeanette totalmente sacada con los sintetizadores marcianos de The Bravery o Hechicera con todos los surtidos narcóticos surgidos de los peores sueños de Fernando Alfaro. Temas como A veces ni eso, con su potencia volátil, con sus mantras rítmicos, se elevan dentro de un repertorio notable sostenido a través de un trío básico con Ana Fernández Villaverdeen voz, eléctrica y percusión electrónica, David Rodríguez en guitarras y sintes y Frank Rudow en percusiones y ritmos más sampler, que mezclaban esquematismo y languidez con arreglos mutantes (entre la secuenciación de la Semana Santa, el ruidismo y las canciones de Krafwert). El sonido acuático, en la onda de unosCocteau Twins pegajosos, del LP se transmuta en la agresividad hierática de la escuela fría de Joy Division, con las percusiones electrónicas de Frank Rudow (ex-Manta Ray) marcando una rítmica, más Ian Curtis que Bernard Summer...aunque los mejores momentos de la Bien Querida se abren al océano de la no-wave y, sin ser losSuicide, generan una densidad elevada de electricidad y cajas de ritmo sobre el escenario, las canciones de los discos anteriores, como Hoy funcionaron perfectamente con sus nuevos ropajes.




El cierre, con un único bis, Ana Fernández con la eléctrica limpia haciendo Sentido común nos dejó con ganas de mucho más. Un directo notable, exigente para el oyente (y el público, que en Zaragoza no paró de hablar...resultando a veces hasta ridículo ver cómo una y otra vez parecían atender a cualquier sitio menos el escenario), lleno de actitud y buenas canciones. No cambiarán mi mundo, pero modificarán sus límites.