El primer recuerdo que tengo de unas elecciones europeas es Ruiz Mateos disfrazado de Superman, recopilando votos en una campaña donde se anticipaba a las populistas candidaturas de Operación Triunfo. Desde entonces Europa me ha sabido sucesivamente a lino en oferta, mendicidad de cohesión y viñas arrancadas. Ahora es un cementerio de elefantes, una sucesión de películas clásicas: “Cuando ruge la marabunta”-las hordas de los descamisados ante el avance de la derecha- y “El puente sobre el río Kwai”-todos los bronceados de camisa dentro del pantalón marchando a ritmo, sin inmutarse, sin preguntar-. En España hemos llegado al forofismo político más absoluto, no nos importa quién gane, sólo que no ganen los otros. No hay ideologías, es como en el libro de Ballard,“Bienvenidos a Metro-Centre”, sólo visceralidad, frente común, sin nada, todo vacío. Repaso las otras candidaturas y me entra la risa: los delirantes Galeuska, un grupo de españoles frente a España, Miguel Durán, que era un personaje más en la adaptación televisiva del “Jardín de los Bonsáis” y me hace pensar que mi voto estaría decidido si se hubiera presentado Luis Sánchez Pollack (más conocido como Tip), dudo si el PAR se ha presentado y vuelvo a ver a Meyer en los carteles rojos. A IU le pasa al revés que al PP. No conozco a nadie que reconozca votar a la derecha y luego se hinchan a diputados mientras que si todos los que se les llena la boca con su condición de izquierdas al final se les olvida y terminan votando socialista. Se me corta la risa súbitamente con II. Cualquier partido que acepte los votos de los asesinos y sus cómplices me produce repulsión. No diré más o la columna perderá el tono humorístico. Y aunque he estado casi a punto de verme atrapado por el magnetismo moreno y rockero de López Aguilar, creo que al final a decantar por Ross Perot, que seguro sale en alguna lista.
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del 27 de Mayo 2009