viernes, 7 de enero de 2011

Entrevista a José Ignacio Lapido

Foto de Jesús Ochando

Uno de los más grandes, no se puede decir más. Ha publicado su último LP De sombras y sueños y toca en La Casa del Loco el próximo sábado 15 de Enero. Con todos ustedes: José Ignacio Lapido.


(quiero agradecer desde aquí a Gloria y Merche por las facilidades para la realización de esta entrevista)



Cuando uno tiene una carrera solista tan consolidada y un sonido tan reconocible, ¿cómo consigues sorprender en cada disco? Porque este LP es una maravilla. Para mí el mejor disco del año.


Muchas gracias. Debe ser a que yo no tengo ningún tipo de presión a la hora de grabar discos, en el sentido de que no hay una discográfica o un manager que te diga que es hora de meterte en el estudio, aunque no tengas material de calidad. Yo sólo me decido a grabar cuando tengo seleccionada lo que a mi juicio es una buena colección de canciones. Mi nivel de autoexigencia es alto y sé que lo que grabe va a quedar ahí para los restos, así que intento no meter material de relleno, sólo canciones de las que me pueda seguir sintiendo orgulloso dentro de unos años.


Sobre la temática en las letras, este disco me parece que retoma temáticas de En otro tiempo, en otro lugar, quizá el descanso tras el huracán, las encrucijadas donde los bluesman pactaban con el demonio..¿Existe una imaginería “Lapido”? ¿Una mezcla del paganismo de los pantanos con la épica beatnik? ¿te planteas publicar poemas en el futuro?


Bueno… la temática de mis canciones es limitada, como lo es la temática de la literatura en general. El amor, la muerte, Dios, el Destino y poco más. Claro que eso con sus variaciones, derivaciones y permutaciones da para mucho. Hay una cosa que se llama estilo propio y que se puede identificar con eso que tu llamas “imaginería Lapido”, por lo menos quiero pensar que lo tengo, es a lo que aspiran casi todos los creadores, a tener una voz propia. El tema de los poemas escritos lo abandoné. Tuve un proyecto, de hecho casi tenía terminado el poemario pero lo fui dejando y acabé por no sentirme identificado con lo que había escrito años atrás.


No quiero dejar de preguntarte por las colaboraciones del disco y la banda base. Eva Amaral le da un toque como de cajita de música a Doble Salto Mortal, el tema con Miguel Ríos parece una especie de A Hard Rain is gonna fall pero de crisis postmoderna y Kike González (además de abrir sus conciertos en Zaragoza con un tema tuyo) parece ejercer como discípulo consagrado... creo que las aportaciones suman mucho en los temas, no suenan de ninguna manera a algo impostado... me imagino que sería tu intención...


Efectivamente. Los colaboradores, aparte de tener más que demostrado un gran talento interpretativo, son artistas a los que ya conocía previamente y con los que había colaborado previamente en los escenarios. Había una conexión, y llegado el momento de que alguien participara en mi disco creo que ellos eran los idóneos. Todos aceptaron colaborar antes de haber oído la canción que iban a interpretar, cosa que dice mucho de su generosidad.

¿Como solista con banda estable te encuentras más cómodo? Los solistas tienden a cambiar de músicos con mucha facilidad, pero tú tienes compañeros de carretera consolidados. ¿Eso repercute en el sonido de la banda?


Creo que sí. Siempre he intentado tener una banda lo más estable posible pero a veces los músicos se han tenido que marchar a hacer otras cosas más rentables económicamente, y es lógico, yo no les puedo Asegurar muchos conciertos y grandes cachés. Los que me acompañan ahora (Víctor Sánchez, Raúl Bernal, Popi González y Paco Solana) vienen haciéndolo desde hace ya algunos años y yo les estoy muy agradecido por su fidelidad y por el entusiasmo que ponen. Creo que repercute positivamente en el sonido que sean los mismos músicos los que graban el disco y los que lo interpretan en directo. Mi intención era contar con una banda al estilo de Neil Young o Tom Petty, con los Crazy Horse y los Heartbreakers.


España nunca ha sido un país de solistas...aunque las cosas estén cambiando (Nacho Vegas, Kike González o Bunbury), parece que uno tiene que disolver una banda para que luego en directo te pidan las canciones antiguas...¿tienes la misma sensación? Que no hubo nada como la separación de los 091 como para reivindicar las viejas canciones...


Bueno… 091 estuvimos 14 años en activo y nos dio tiempo de tocar y grabar muchas canciones para un público no demasiado numeroso. Creo que si ahora se reivindica a los Cero es porque nos mantuvimos fieles a unos principios éticos y estéticos en unos tiempos en los que las modas cambiantes hicieron estragos en la música pop de este país. Hay algo de cierto en eso de “todo el mundo te quiere cuando estás muerto”, pero ahora no hay lugar para la nostalgia. Yo estoy con mi carrera en solitario desde hace ya diez años y aunque toco con mucho gusto en mis actuaciones algunas canciones de los viejos tiempos, creo que lo mejor está por llegar, para que luego digan que soy pesimista.


Esta entrevista aparecerá en distintos medios nacionales, pero sobre todo está orientado al público aragonés...aquí siempre se te ha reivindicado...desde las versiones de Dos Lunas o Amaral, que siempre que tiene oportunidad, reclama un foco para destacar tu primacía como letrista y guitarrista... ¿Qué relación mantienes con la música de esta tierra?


Uno de los primeros conciertos que dimos 091 fuera de Andalucía y Madrid fue en Zaragoza, año 84 más o menos, y el grupo que tocaba antes que nosotros era Héroes del Silencio, que por aquel entonces no tenían disco ni nada, de hecho nos pasaron una maqueta. Luego conocimos en Binéfar a los Proscritos, que eran una gran banda. Con José Lapuente hablo de vez en cuando y estuve a punto de colaborar en una grabación con Dos Lunas. Otro buen amigo es Sergio Vinadé, de Tachenko, al que conocí en los tiempos de El Niño Gusano. Me gusta mucho lo que hace ahora. Juan Aguirre me dice que Zaragoza y Granada tienen mucho en común en cuanto a escena rockera, y creo que tiene razón.

Aunque me imagino que te lo preguntarán constantemente, no me resisto, ¿Hay una diferencia cualitativa entre editar un disco con tu propia compañía frente al abanico de independientes, nacionales o multinacionales por las que has ido pasando?


Hay diferencias de todo tipo. La mayor y más positiva es que al hacerlo yo mismo tengo la absoluta certeza de que no me van a engañar con la letra pequeña del contrato. Eso da tranquilidad. Ya en serio… la autoedición es la fórmula por la que opté hace ya cinco o seis años cuando me quedé sin sello que editara mis discos. Hay que trabajar mucho más y dedicarte a tareas que no son propias de un músico, o por lo menos que no lo eran antes, pero creo que será un modelo por el que optará más gente en vista de cómo está la situación de la industria discográfica.


Tú que las has visto de todos los colores y formatos, ¿qué piensas del auge del vinilo? ¿la música es una cuestión de formatos o más bien de vías de transmisión? ¿todo va a cambiar para seguir igual?


Lo del vinilo es curioso. Yo grabé todos los discos de 091 en vinilo, y entonces, en los años 80, nos quejábamos de la mala calidad de los vinilos que se hacían en España. Poco gramaje, vinilo reciclado… ahora nos dicen que suena mucho mejor, no sé… yo recelo de las modas y esta renovada mitificación del vinilo no deja de ser una moda. Es cierto que los primeros cd’s que se editaron a finales de los 80 sonaban penosos. Yo tenía la colección completa de Led Zeppelin o de los Creedence en vinilo y la comparaba con sus reediciones primerizas en cd y era espantoso, no tenían cuerpo ni brillo ni nada. El muestreo digital se hacía a baja resolución, pero eso ha cambiado y hoy en día los cd’s suenan mucho mejor que entonces. En el aspecto gráfico sí que no hay punto de comparación: donde se ponga la carpeta de un vinilo que se quite lo demás. En cualquier caso tanto el vinilo como el disco digital son objetos del pasado. El futuro, y el presente, pasa por la desaparición del soporte físico. Yo, que también soy un objeto del pasado, seguiré atesorando mis viejos vinilos y mis no tan viejos cedés, pero que contienen música de carne y hueso.


Cuestionario rápido para terminar:



El último disco que has escuchado hoy:
Gene Clark de Gene Clark (1971)
El último disco que has dicho: Ya me gustaría sonar así:
Shake ‘Em on Down de Bukka White (1937)
El último tema (de la vida) sobre el que has pensado: tengo que escribir una canción (o que alguien debería escribirla, pero ya)
Sobre la caída del Imperio Romano
La última copa que te has bebido:
Bebo vino todos los días del año
La última canción que has tarareado:
Hola don Pepito, hola don José
La última cosa que te ha sorprendido
La lluvia de pájaros muertos en Arkansas y Louisiana
El último grupo que te queda por ver:
Paul McCartney

La última persona que te queda por besar:
Beso muy a menudo a todos aquellos a los que quiero


La tiza y los Simpons


Hace unos pocos días el Consejero de Educación de la Xunta de Galicia, Jesús Vázquez Abad, presentaba el borrador del anteproyecto de Ley de Convivencia para la comunidad gallega. Uno de los puntos más interesantes del mismo es el reconocimiento del docente como autoridad pública, de manera que los profesores cuenten con protección jurídica específica. Aunque la crisis en la educación española está muy lejos de solucionarse, pequeños pasos como este permitirían, sin ninguna duda, generar un clima renovador, además de proporcionar un espacio para la reflexión. Las taifas militantes en cada comunidad, la palabrería barata, el negar que la mecanización es una de las bases para el aprendizaje o el déficit en la comprensión lectora están llevando a la degradación de un modelo educacional zancadilleado por los dos partidos en su baile absurdo de poder. Un modelo que pide a gritos un pacto de estado y sí, me atrevo a decirlo desde aquí, una restitución de competencias para la normalización de los programas didácticos. Puedo utilizar a los Simpsons para contextualizar el estudio del sistema métrico decimal en mi clase, pero no por ello arrinconar la tiza y la pizarra. Puedo proyectar una película que sea el vehículo perfecto para la asimilación de unos contenidos sí y sólo sí consigo que se escuchen los diálogos. Un profesor nunca podrá ganarse el respeto de sus alumnos en clase a base de gritos o amenazas, pero la dignificación a través de elementos como los previstos por la ley gallega debería ser capaz de vertebrar una renovación imprescindible en los centros de primaria y secundaria. No se trata pues de trasladar modelos caducos al presente, se trata de respaldar la profesión, generar un entorno de respeto, conseguir que los profesores y los maestros se preocupen únicamente por hacer lo que mejor saben: enseñar.

Columna aparecida en el Heraldo de Aragón de 6 de Enero de 2011

a por la segunda edición


Presentamos en Febrero en Zaragoza, atentos