viernes, 24 de diciembre de 2010

Teóricamente imperfecta de Domador (King of Patio, 2010)



Después de una serie de maquetas sobresalientes, un primer LP ligeramente fallido y un directo donde la experimentación, el pop y la literatura pánica se mezclaban en perfecta simbiosis, a Domador sólo les quedaba la electrónica. Espera, para un segundo, rebobina, eso es... por qué no dices la verdad (¿Que yo también quiero ser importante? No, eso no...). La verdad en este tiempo es algo relativo, como el concepto de canción, empiezo a pensar que a la electrónica ya sólo les queda Domador. Teóricamente imperfecta (disco del año en la música aragonesa 2010 según Espíritu Margot) se abre con una canción absoluta, Nuevos experimentos con la muerte, donde la imaginaría de los Niños del Brasil consigue que el tecnopop resulte auténtico. La postmodernidad exige autorreferencias y reciclaje, entre la basura digital encontrarás las últimas crónicas de los Hombres Farolas. Los Invertebrados es la máquina nova cociendo a fuego lento los sueños más ácidos de William S. Burroughs. Pop pánico pasado por secuenciadores, Dawn of the dead (canciones sobre helicópteros en el apocalipsis zombie) películas de serie zeta japonesas, un número perdido de Planetary, proclamas para una revolución que ya ha terminado y de la que no hay reseña alguna en los libros de historia, instrumentales de relleno, ruido de fondo en un televisor analógico, arreglos compuestos con un teléfono móvil de segunda generación (has escuchado Chica calva, chica feliz, todo el mundo dice que es su single), La tercera guerra mundial sigue la escualidad lírica de De Vito para proclamar que la verdad está en lo repetitivo y Be caos iterará hasta que arrastramos nuestras neuronas epilépticas al siguiente motel (allí un instrumental sin título balbucea versos paganos). Abre el interfase y recibirás cinco minutos de descargas para terminar, Cabeus o como abrir la caja del diablo sin instrucciones.

De sombras y sueños de José Ignacio Lapido (Pentatonia Records, 2010)



Fui un “Lapidiano” tardío, lo confieso, pero un día compré un saldo de 091, de esos con los que las compañías, como monstruos de Lovecraft, extienden sus reptantes miserias. Amalgama de canciones que sonaban a lo que tenía que sonar la vida. Luego vi una antigua foto de Jose Lapuente con una camiseta de la banda de Granada y una noche me explicó que Lapido había marcado la línea y que a partir de entonces sólo nos quedaba caminar sobre ella. En estos tiempos consumibles los discos no se escuchan, sólo dejas pasar rápido las canciones y las olvidas. Los de Lapido han vertebrado mi imaginería durante años, En otro tiempo, en otro lugar es una obra magnífica y con este De sombras y sueños, he visto la película más de una docena de veces. Se abre con El más allá, un tema por el que Nacho Vegas mataría. Lapido no quiere convencernos que vive a la orilla del Missisipi, todo lo que tiene te lo enseña con cada acorde. Una banda muy engrasada, básica y eficiente, con la hermosa pincelada de Eva Amaral en Doble salto mortal, casi de cajita de música, de nana amarga o en Antes de morir de pena, que tiene un poso narrativo tan deslumbrante que casi asusta. Señor Lapido, con su permiso, me llevo sus canciones a la carretera, creo que no hay ley escrita que lo impida, escucharé Sueños que dejamos ir mientras trato de recordar dónde están las cassettes de Roy Orbison que mi padre me regaló. Claro, todo el mundo habla de Kike González y yo no lo entiendo, me gusta tu estilo, pero eres demasiado joven como para entenderlo. Asumamos que La hora de los lamentos es superior a A hard rain is gonna fall y que Miguel Ríos puede ser el ángel que nos salve de la devacle. Canción del año, con la épica justa para golpear la pared hasta la extenuación. Olvidé decirte que te quiero, con su candencia de blues terminal, recuerda el tiempo en el que nos juntábamos en las encrucijadas y susurrábamos versos antiguos esperando convocar a los demonio del delta. Las imágenes de Cansado me hacen recordar por qué disfruto con Manolo Tarancón o Hendrik Roever pero siempre espero que el poeta eléctrico vuelva. El Lapido más rockero hace su aparición en Lo creas o no, con el fantasma de Strummer sobrevolando los amplificadores, hazlo fácil, pero hazlo con sinceridad, es lo único que te pido. Es el momento de volver a tomar la acústica y reivindicar la parte más narcótica de la vida, ¿existe lo mesiánico en lo cotidiano? , algo así nos cuenta Nadie espera. Algo falla, volvemos a finales de los ochenta, camisas de lunares blancos y patillas fuera de onda, el día que grabaste en VHS el último baile y pensaste que la su ausencia (la de ella) era tu particular Nofuture. Dime que camine despacio a tu lado y te silbaré tonadas que rebotarán contra Paredes invisibles, una vez que pasó el huracán uno no sabe qué hacer, los escombros tienen mala pinta y tu locutor favorito hace mucho que dejó de emitir.
Tú que hiciste aullar a los profetas, diste aguardiente a los ancianos y regalaste frutos secos a los niños, que se haga la luz a tu alrededor para que así veamos que has vuelto a esconderte.

Chicle de Max Capote (Ojo Música 2010)



Las andanzas de Max Capote exigen tener siempre soda en la heladera para poder combinar con gracia. No vale un refresco cualquiera, porque el sabor, como el de las bocas que besas, tiene que ser muy preciso. Como un Xavier Cugat a la orilla del Río de la Plata, tenemos ese aroma de bolero de aguardiente, cuando la banda del hotel ha dejado de tocar los malos covers del pase y se deciden a hacer un tema lindo, con voz quebrada e instrumentación canalla. Menos psicótico que Daniel Umpi, con un corte de americana más blues que Sergio Pángaro, cuando uno escucha Culpable sabe que pasar las noches solo es un insulto a la vida. No te voy a convencer es tan fronterizo que no sabes muy bien qué países separa (ahora mismo es lo menos importante, la verdad), y luego llega la versión de Perfidia, con el toque marciano suficiente como para que uno pondere la opción de subirse al contrabajo y volar al espacio exterior en busca de los besos más extraños de la galaxia. Mambo para diabéticos, balada tétrica y suburbial en Hermano y un órgano surgido de lo más profundo del pantano para sostener Y ahora estás llorando, como un crooner desabrochado que vuelve tambaleante del baño. Con la versión de Azuquita pal´café de El Gran Combo, cerramos este inmenso catálogo de vitalidad en forma de canciones, trompetas y maracas, tengo cerillas suficientes para prenderle fuego al mundo, ¿te animas y me acompañas?

Buenosaurios:Leyendas de la noche de los tangos (Galileo Music, 2010)



Acho Estol es el compositor y líder de La Chicana, un porteño de pura cepa que sobrevuela como en aquella canción de los Soda Steréo, su ciudad de la furia, junto a un puñado de excéntricos cantores, rockeros y hermosos ángeles caídos en desgracia. Tango clásico, tango abierto, no sólo tango. Buenosaurios tiene el toque mítico de las noches de Buenos Aires, donde se mezclan El Eternauta con Juan Forn y todos agarran a Rodrigo Fresán y le dicen: “Anda, pibe, déjate de tanto inde y ven a bailarte un candombe”. Viejos discos de piedra reproducidos en el abismo digital, vino tinto salvaje y en el segundo tema aparece la voz del aragonés adoptivo (búsquenlo en las esquinas más inclinadas de Huesca) Ariel Prat masticando versos y electricidad. Me entrego al disfrute en la voz de Chino Laborde, revisando las palabras del tango y tras la primera parada para fumarme un faso, saco a una mina a bailar, la voz de Rodrigo de la Serna cantando la vida de Cristobal, vuelta y vuelta, la historia del que se apaga porque su luz deslumbra demasiado. La que se me escapó tiene el punto poético inmediato de los tangos universales, amargo y arrastrado. Planeta rojo es el primer tango con letra de ciencia ficción que he escuchado. Como si el Battiato de la Vía Lactea se mezclara con una orquesta de steampunk. Igual de evocador, no se preocupen. Y de pronto Manuel Moretti, el mejor tanguero narcónito que uno puede imaginar, nunca falla el líder de Estelares, en todos los extraños lugares del mundo, su voz se impone al atardecer. En una nana, en el vals de la arena que se desliza.Histriónico, casi cabaretero, el señor Palo Pandolfo, guitarra eléctrica y bandoneón, una de las cumbres del disco con Putas Tristes. El Tango del Diablo, escrito al susurro de Mújica Laínez, la sombra burlona que se esconde en el cruce de Corrientes. Emociona Camaleón de varieté, el amor espera a un lado del muro, espero a que vuelvas a mi cueva. Extraño tanto el tiempo en que los discos de Antonio Birabent me ayudan a vivir y cada libélula que iluminaba el techo de mi habitación reordenaba el azar, cuando el chico moderno y guapísimo daba recitales en el Ateneo y cantaba “Estoyesperandoalhombre” acompañado de “wildman” Pettinato, hoy, en la mañana de Nochebuena, Antonio vuelve, recién duchado y con los ojos rojos. Cerramos esta hora zero con las palabras del Profeta, porque siempre habrás más vidas por vivir en la hermosa Buenos Aires, atrapada en el pleistoceno o con un bandoneó amplificado.

La felicitación anual de Álvaro Ortiz

Ya la echaba de menos

El año del pánico (primera parte)

Tras dejar atrás la penúltima lluvia del año, enciendo la calefacción eléctrica -difícil disyuntiva, helarme en el apartamento o soportar el tarifado tercermundista- y tecleo caracteres que resuman los últimos doce meses: escapé de la huelga de controladores para caer en el blues de Reus, por culpa d e un aeropuerto escuálido, el de Zaragoza, sin presupuesto para tecnología que guíe el aterrizaje en días de niebla. Espero que por lo menos sí que haya quitanieves -ahora mismo estoy en modo sarcasmo, por si no ha quedado claro. Por lo menos tenía días libres en el trabajo, por lo menos yo tengo, no como el porcentaje creciente de parados, en este país que aprieta los dientes hasta provocarse migrañas. No hay jamón para el profesorado de secundaria, sólo golpes con el hueso de una sociedad cavernícola que sigue permitiendo los desaires y la apatía, esperando que el que venga mañana lo solucione todo. Y es que nadie quiere escuchar el silbido de la quiebra, no sabemos muy bien qué significa un rescate, si será como el Titanic o más bien la facción canibalística de “Viven”. Quizá el cadáver de Berlanga se levante para rodar “Bienvenido mister Marshall zombie”, que alguien me lo explique, por favor. Aunque no se lo crean, me siguen felicitando el solsticio como si el paganismo fuera la religión mayoritaria de la postmodernidad española. Las obras del tranvía continúan siendo las obras del tranvía y la zanahoria que suponía está cada día más mohosa. Dicen que a Rubalcaba se le está poniendo cara de Calvo Sotelo y eso no sé si me asusta o me permite respirar. Le pido a San Nicolás -ya saben que me gusta llevar la contraria- una canción de Bowie, “Cha,cha, changes”. Mañana cenaré con mi familia y las cosas, por unas horas, funcionarán. A veces es lo único que me sostiene.
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del 23 de diciembre de 2010