viernes, 24 de diciembre de 2010

De sombras y sueños de José Ignacio Lapido (Pentatonia Records, 2010)



Fui un “Lapidiano” tardío, lo confieso, pero un día compré un saldo de 091, de esos con los que las compañías, como monstruos de Lovecraft, extienden sus reptantes miserias. Amalgama de canciones que sonaban a lo que tenía que sonar la vida. Luego vi una antigua foto de Jose Lapuente con una camiseta de la banda de Granada y una noche me explicó que Lapido había marcado la línea y que a partir de entonces sólo nos quedaba caminar sobre ella. En estos tiempos consumibles los discos no se escuchan, sólo dejas pasar rápido las canciones y las olvidas. Los de Lapido han vertebrado mi imaginería durante años, En otro tiempo, en otro lugar es una obra magnífica y con este De sombras y sueños, he visto la película más de una docena de veces. Se abre con El más allá, un tema por el que Nacho Vegas mataría. Lapido no quiere convencernos que vive a la orilla del Missisipi, todo lo que tiene te lo enseña con cada acorde. Una banda muy engrasada, básica y eficiente, con la hermosa pincelada de Eva Amaral en Doble salto mortal, casi de cajita de música, de nana amarga o en Antes de morir de pena, que tiene un poso narrativo tan deslumbrante que casi asusta. Señor Lapido, con su permiso, me llevo sus canciones a la carretera, creo que no hay ley escrita que lo impida, escucharé Sueños que dejamos ir mientras trato de recordar dónde están las cassettes de Roy Orbison que mi padre me regaló. Claro, todo el mundo habla de Kike González y yo no lo entiendo, me gusta tu estilo, pero eres demasiado joven como para entenderlo. Asumamos que La hora de los lamentos es superior a A hard rain is gonna fall y que Miguel Ríos puede ser el ángel que nos salve de la devacle. Canción del año, con la épica justa para golpear la pared hasta la extenuación. Olvidé decirte que te quiero, con su candencia de blues terminal, recuerda el tiempo en el que nos juntábamos en las encrucijadas y susurrábamos versos antiguos esperando convocar a los demonio del delta. Las imágenes de Cansado me hacen recordar por qué disfruto con Manolo Tarancón o Hendrik Roever pero siempre espero que el poeta eléctrico vuelva. El Lapido más rockero hace su aparición en Lo creas o no, con el fantasma de Strummer sobrevolando los amplificadores, hazlo fácil, pero hazlo con sinceridad, es lo único que te pido. Es el momento de volver a tomar la acústica y reivindicar la parte más narcótica de la vida, ¿existe lo mesiánico en lo cotidiano? , algo así nos cuenta Nadie espera. Algo falla, volvemos a finales de los ochenta, camisas de lunares blancos y patillas fuera de onda, el día que grabaste en VHS el último baile y pensaste que la su ausencia (la de ella) era tu particular Nofuture. Dime que camine despacio a tu lado y te silbaré tonadas que rebotarán contra Paredes invisibles, una vez que pasó el huracán uno no sabe qué hacer, los escombros tienen mala pinta y tu locutor favorito hace mucho que dejó de emitir.
Tú que hiciste aullar a los profetas, diste aguardiente a los ancianos y regalaste frutos secos a los niños, que se haga la luz a tu alrededor para que así veamos que has vuelto a esconderte.

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