El mejor concierto del año en los escenarios zaragozanos. Con esto podría ser suficiente, con esto deberías llenarte de arrepentimiento y convertirte a la religión fatus. Pero no lo harás y pronto iremos a por ti. Ascendido al grado de comandante de campo, junto a Cortocircuito y Alf, mi narración está sugestionada por las confusas luces de los baños y el sidral. Yo estoy dentro, tú estás fuera, los dos estamos dentro. Will Spector, protopunk con bases electrónicas, psicobilly oscense, como si estuviera en el ADN de una hipotética línea sucesoria entre los Ejercicios Espirituales y Los Muertos. Abrieron con un clásico del repertorio, Tan acojonado para seguir con dos temas de la última hornada, Era glacial y El desastre del año. Primera parada en el imaginario tóxico del amor, sexo chungo y estimulantes cortados de mala manera: Las chicas guapas es una canción perfecta, con arreglos que nos recuerdan a los Black Grapes y un estribillo asesino. Por petición popular y lubricados por la mezcla de ginebra y sudor, intentaron arrancarse con su versión esquizoide de La nieve ardía (¿renovadores del folk aragonés o vacilones al servicio de una modernidad bien entendida?, no lo sé, les dejo a ustedes la pregunta y la respuesta), pero el descontrol de las bases programadas nos permitió contemplar uno momento único, Charly Aquilué y Guillermo Bruno. Llegaba el momento para las lentas, consumados practicantes del acercamiento con pretensiones libidinosas, Los Fatus encadenan Me encanta y Rapapolvo, en un ejercicio de ironía que convierte cualquier canción de amor en un alegato cursi. Y digo cualquiera. Cuando comenzaron los primeros acordes de Your mother&Your Father follan todos nos dimos cuenta que el temblor llegaba desde lo más profundo de las catacumbas, mezcla a The Cramps con Freud y solo te acercarás mínimante al nihilismo reinante en esos tres minutos de canción. Por aquel entonces Eugenio, coros y pandereta de los Fatus, un híbrido entre Popeye y Bez, se había hipervitaminado suficientemente como para tocar las maracas con dos copas de gintónic y Baila! era una exigencia vital para el público congregado en la Ley Seca. Música de baile para perdedores, aficionados de mingitorio y cubatas derramados, onanistas incontinentes que encuentran su hábitat natural en el Coche escoba aka Camión de la basura. Baila, baila por Dios, es en la ausencia de los gallos cuando uno asume la falta de un mañana...creo que es de eso de lo que habla La vuelta a casa. Ciento treinta y cinco segundos de acelerada desesperación, de indigestión de kebabs, de casiotones con las teclas destrozadas. Y en los bises, Le gusta fumar M, como si Ornamento y delito no se tomaran tan en serio a sí mismos (y de paso, Houston tenemos un problema y dale fuerte, bailonga, se aceleraran un poquito, por favor), estudiantes en el exilio de las capitales, mendigando algo de carne tibia o intercambiandolo por una calada de plata, el tema Le gusta fumar M, decadente y revelador de la capacidad lírica y autoparódica de una banda, los Will Spector y los Fatus, que no nos harán mejores personas, pero por lo menos no nos dejarán indiferentes. El cierre, con A tus pies, un nuevo dardo certero surgido de la imaginería incontenible de una banda muy, muy grande. Me siento como Tony Wilson el día que vio tocar por primera vez a los Happy Mondays: "dije que no a Morrissey y afirmo que Guillermo Bruno es el mejor poeta aragonés desde Ángel Guinda". Ahora vengan a por mí, lo aprendí del Justiva, inmolación o muerte, Contador o Muerte!