viernes, 4 de marzo de 2011

Ayer en el Azul, éxito de Cebrián&GómezMilián


foto de Beatriz Pitarch

Espíritu Margot s02e21: Luis Cebrián, el regreso


Volvió Luis Cebrián a Espíritu de Margot para hablarnos de sus múltiples proyectos, como músico (La Banda del Flaco, Louisiana, Experimentos in da notte), cómico especializado en canciones retro (Cebrián&GómezMilián), como pinchadiscos o través de su labor como programador de la Ley Seca (el próximo sábado: Orquesta Triste Diablo). Además, temas en acústico, Cebrián en estado puro (Mas Birras, Nubosidad Variable, Palito Ortega o U2). No se puede pedir mucho más: con todos ustedes: Luis Cebrián


De cifras

Cuatrocientos kilos de explosivos, son muchos kilos para que alguien esté de tregua. Casi parece un chiste del sobrevalorado Gila, si no fuera porque la miseria sangrienta no descansa y los que recibíamos el mote de agoreros volvemos a tener razón. Lamentable, cuatro millones setecientos ochenta mil parados y seguidos contando, como si la paz estuviera en las matemáticas, números que parecen generados al azar, como la publicidad del aumento de capacidad de un correo electrónico. A por el pleno empleo, como si no pasara nada. Ciento diez kilómetros por hora, alternativa propuesta por el ideólogo bombero que lleva demasiado tiempo asesorando a Zapatero con una sandez detrás de otra, propias de una república popular, de una república bananera. Es el modelo habitual socialista, en la búsqueda de la excelencia del proceso de la eliminación de moscas a base de proyectiles de cañón : veinte millones de bombillas de bajo consumo, la mortificación por la vuelta del apoyo nuclear, las subvencionadísimas energías solares que generaban sospechosos picos productivos con nocturnidad y alevosía. Gran Scala cancela el pago de ciento setenta y seis euros en cheques, parece que no habrá retiro dorado como “crooner" para Enrique Bunbury en el desierto de Monegros. Y hablando de jubilación dorada, en Andalucía un consejero de empleo –y es que, encima, consejero de empleo– es capaz de documentar su entrada en una empresa el mismo día que nace, atesorando de ese modo cincuenta y dos años de servicios prestados. Aún recuerdo los mítines de hace cinco lustros, en el sur, la gente enfebrecida, “colócanos a todos, Felipe”. Números sobre el papel, irreales, ajenos. Y el resto de los mortales, prestidigitadores de fin de mes, esperando que la cuenta corriente crezca. Eso sí, de manera renovadora y sostenible.
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón de 3 de Marzo de 2011