Vuelve a la carretera, allí te
encontrarás mejor. Toma el autobús de línea, no te bajes hasta la
última parada...después, allí, en la tierra de las colillas
aplastadas, en el reino de los supermercados de marca blanca, podrás
encontrar a Vicente Muñoz Álvarez, una vez más, en el camino.
Animales perdidos, el nuevo poemario de Vicente Muñoz habla con la
rítmica de Carver de los últimos refugios que nos quedan, de los
oráculos en las estaciones, de los días que pasan, como salidos de
una fotocopiadora estropeada, uno tras otro, repetido. Vicente Muñoz
llama al viento del norte por su nombre, escribe como si nunca
pensara escapar de la torre de la canción (el poema inicial,
Animales Perdidos tiene esa rítmica particular del fantasma
Coheniano), la lírica del que llega a los cuarenta con pelo gris en
el pecho, con una melena rebelde, que reza a sus amigos porque no le
quedan mejores dioses (qué hermoso el poema dedicado a Raúl
Nuñez...las palabras sobre David González, Pablo Casares, Alfonso
Xen. Rabanal...), en cada parada del camino uno se imagina a Vicente
Muñoz Álvarez deteniéndose en una gasolinera, con el catálogo de
cintas de cassette donde ha grabado sus poemas, como aullidos
castizos. Mirar el cielo como un trabajo a tiempo completo.
Animales perdidos lo ha editado Baile del Sol desde su colección de poesía.
1000 gracias, Octavio, por tus palabras
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