martes, 15 de septiembre de 2015

Interino 12: El knight raven de mi madre




Son los primeros días del curso. Una madre llega con un antiguo alumno mío. Me acerco a saludarlos y pregunto qué tal le va. Duda sobre las asignaturas en las que matricularse. Su madre lo mira arrobada. La brújula que necesita es mastodóntica. Trato de echarles una mano: no cojas matemáticas, mejor latín y griego. Se marchan. Madre e hijo. Hijo y madre.

Las tardes pasan rápido en el pueblo. Veo series y programas subtitulados en el ordenador. Paso de de un partido del Mundobasket del 2006 al tercer episodio de un spin-off de Los muertos vivientes. Me detengo en Comic-Book Men. Es un programa de telerrealidad ambientado en una tienda de tebeos. Compran y venden libros, juguetes, muñecos y ediciones raras. Un tipo acude para vender el Night Raven. Aquel jet de color negro que usaba COBRA, los antagonistas de los GIJOE que se parecía muchísimo al que usaba la Patrulla-X en los buenos tiempos de Claremont y Byrne. Unas Navidades, volvíamos de casa de mis abuelos y al llegar a nuestra casa, bajo el árbol, mis padres me habían dejado el Night Raven. Mi madre, que siempre ha presumido que de niño me compraba los regalos de Reyes en el Bazar-X sin que yo me diera cuenta, me hizo uno de los regalos más alucinantes de mi vida. Sé que se resistió a comprármelo -era un juguete muy caro, como aquel barco pirata de los Famóvil o el batmóvil de los años ochenta, aquel en el que los muñecos de DC llevaban capa, la misma época en que los Marvel de las Secret-Wars llevaban un escudo, siempre- pero, me hacía tanta ilusión...

Jugaba mucho con muñecos: Famóvil, GIJOE, figuras de Star Wars, superhéroes...lo mezclaba en un amalgado universo alternativo que ríete tú de la Tierra 2 o la Tierra 666...todo valía, siempre estabas dentro. Las fuerzas del mal no se iban a rendir nunca. El Knight Raven tenía el problema de ser poco manejable, para las distancias cortas...pero ese juguete es un instante absolutamente destilado de felicidad.


Llamo a mi madre, le cuento que me han vuelto a renovar en la radio, que el comienzo de curso va a ir muy bien. Luego me pasa a mi padre, habla rápido, no le gusta el teléfono, como a mí. Hablamos del baloncesto, de la selección. A veces, cuando estoy en el pueblo, cuando hablo con mis padres de noche, un rato antes de irme a dormir, me pongo muy triste. A veces uno querría coger el tiempo, darle la vuelta, empezar de nuevo y poder después ir hacia delante. Me gustaría tener un reproductor VHS mágico, una cinta de 90 minutos donde atrapar mi vida.  

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