martes, 15 de septiembre de 2015

Interino 11: El club de fans de Diana




Me gustaba el Equipo A. A todos nos gustaba un poco el Equipo A. Y V, también nos gustaba V. Las lagartas nos ponían bastante cachondos. No sabíamos lo que era estar cachondos, pero sí que sabíamos que Diana nos hacía sentir diferente. Había gominolas que parecían gusanos. Las comíamos colocándolas sobre nuestra boca abierta en horizontal y dejándolas caer poco a poco a poco. Sin miedo a ahogarse. Yo comía pocas golosinas. Mi madre me controlaba los dulces. Hacía bien. En el Equipo A salía Mr.T que le había dado de hostias a Stallone en Rocky. Era difícil distinguir al Stallone de Rocky del de Rambo. Años después vi en la RTL, la televisión de Luxemburgo que recibíamos por la parabólica, una película medio erótica protagonizada por Stallone. Me gustaban mucho más las que pasaban de ambiente tirolés. Todos tenemos comienzos complicados, sobre todo si estás un poco gordo. O mucho.

George Peppard y su puro. En el Equipo A se disparaban mil millones de tiros y nunca mataban a nadie. En realidad en el Equipo A nunca pasaba nada. Era una historia circular que te volvía loco. Mr. T llegó a ser un personaje de dibujos animados. En los títulos de crédito ponía que Mr. T hacía de B.A Barracus. Luego en el doblaje español lo llamaban M.A. Nunca entendí el porqué del cambio. Debería preguntárselo a alguna compañera del departamento de inglés.


Dirk Benedict era el guapo del Equipo A. La gente lo conocía por una serie anterior: Galáctica. Solo me acuerdo del primer episodio de Galáctica. Tenía unos pocos cromos heredados de mi primo David. En el primer episodio hay un ataque y solo sobreviven unas pocas naves humanas. Unos cuantos años después hicieron un remake y vi con ilusión las primeras temporadas. Me resistí a ver el remake del Equipo A. Diana me ponía. Mucho. En V salía Robert Englund antes de ser Freddy Kruger. A veces confundo al jefe de la resistencia de V con el actor que hacía de McGyver. Veía V en casa de mis abuelos. Debían pasarla el sábado por la tarde. Jugábamos mucho a V y leíamos la Teleindiscreta porque adelantaba los capítulos que estaban por venir. Todos queríamos estar en la resistencia aunque la estética fundamentalmenta fascista de los invasores lagartos resultaba inquietantemente atractiva. Hubiera vendido a mi planeta, a mi gobierno, a la Tierra entera por Diana. Sigo estando dispuesto.  

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