Mi abuelo guardaba informes de la
cotización de los valores de la bolsa. Miles y miles de aquellos
papeles recios, con una presentación sobria, en azules y blancos,
llenos y llenos de números. Imagino que entonces, todavía no
existía ni el teletexto, saldrían publicadas de un día para otro y
los que tuvieran acciones -o bonos como se decía entonces- harían
acopio de aquellos informes y seguirían la evolución de los
distintos valores con la dedicación del amanuense. Mi abuelo
guardaba todos aquellos papeles, montañas y montañas de aquellos
papeles en los cajones del mueble del cuarto de estar. Abrías un
cajón y encontrabas aquellos cartones rectangulares amontonados, sin
ningún valor. Yo le pedía permiso a mi abuelo para jugar con ellos.
Mi abuela me dejaba las tijeras que guardaba en la caja de la
costura, unas tijeras enormes de metal que mi abuela utilizaba para
cortar hilos cuando cosía. Recortaba aquellas impresiones efímeras
y les deba forma de naves espaciales. Entonces veíamos V en la
televisión y yo alquilaba una y otra vez el Imperio Contrataca en el
videoclub del Corte Inglés. Los recortaba dándoles la forma de los
cazas X-Wing y de los grandes destructores imperiales. Era más
barato que comprar las figuras de Kenner. Simulaba la batalla final
en la Estrella de la Muerte. No sabía qué era eso de simular.
Todavía no sabía qué era un diorama. Pero estaba metido en la
revuelta rebelde hasta las cejas.
Lovely. Què grande desde chico, Oc. Greeting from Rickland
ResponderEliminar