Hace años que Enrique Cebrián es una
firme realidad de la poesía aragonesa. Sus versos, sus palabras, han
entretejido una relación única con la vida, convirtiéndole en un
referente generacional. La chica del verano es un libro de belleza
total. Mientras nos sumergimos en el alma del poeta, vemos a través
de sus ojos, paladeamos las bocanadas de aire que nos regala el mar,
abrazamos pieles conocidas y lloramos pérdidas absolutas. Alejado de
la dinámica intoxicada, de la nocturnidad panfletaria, Enrique
Cebrián agarra las solapas de lo cotidiano, lo hace con fuerza,
marcando de manera imperecedera los pequeños momentos en nuestra
retina. Los taxis, el perfume, el insomnio...el hombre que es padre
cada día mientras se resiste a la tristeza infinita de dejar de ser
hijo. Uno de los libros más hermosos de la poesía aragonesa de l
a
última década.
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