Caminábamos envueltos en la pena que había traído el primer día diciembre y en un momento dado me di la vuelta y contemplé la cuesta que lleva a la iglesia de la parte nueva de Ateca y el río de gente llegaba hasta el Manubles. Todos querían despedirse de él, un hombre bueno que se había marchado desmasiado pronto. Ángel siempre tuvo una palabra agradable, un par de manos dispuestas, una generosidad infinita, de esa que solo se construye a base de humildad y sentido práctico de la vida. Siete días llevaba esta tierra nuestra cubierta del aplastante gris de las nubes, pero salió el sol mientras soportábamos la humedad que exhala la tierra en los días de tristeza. Fue un hombre bueno, que amó a su esposa y sus hijas cada día con la intensidad del que lo hace por última vez. Es fácil glosar el recuerdo de los grandes nombres de la cultura, de la política, del deporte, exaltar todas sus cualidades cuando se marchan, pero todavía es más importante recordar a aquellos que desde el anonimato aparente construyen nuestra sociedad a base de trabajo y esfuerzo. Gente que lucha por sacar adelante a su familia, que es respetuoso con sus vecinos, que siempre guarda una sonrisa, una caricia, para los que lo rodean aunque la vida lo haya dejado exhausto. Ángel era discreto y prudente, le gustaba trabajar en su huerta y cuidar de sus animales, esperar la visita de sus hijas y viajar con su mujer. La sencillez magnífica de la vida. Un hombre discreto y siempre correcto, cualidades difíciles de encontrar en estos tiempos. Y yo, que lo conocí con la brevedad que la enfermedad maldita me impuso, atesoro los momentos compartidos como un bien de valor incalculable, que me sirvan para recordarlo, para conservar la llama de un espíritu acogedor, cálido, que me abrió las puertas de su casa, ofreciéndome consejo y cariño. Gente así hacen de este mundo un lugar mejor. Gracias por el ejemplo, Ángel, donde quiera que estés.
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del 9 de noviembre de 2011
El sentimiento es compartido. Tu forma de contarlo ejemplar. Personas como Ángel nos permiten tener esperanza en la gente y en el futuro.
ResponderEliminarPilar y Carles