martes, 26 de julio de 2011

Crónica del Low Cost Festival 2011

Una crónica para la revista EnPortada

La nueva edición del Low Cost Festival en Benidorm fue un auténtico éxito tanto por afluencia de público como por la variedad y calidad de las bandas que participaban en el cartel de este evento, que año tras año aumenta su capacidad de convocatoria. Si el año pasado los conciertos se realizaron en el Parque Julio Iglesias en esta ocasión se trasladaron a la Ciudad Deportiva Guillermo Amor, donde la cercana distribución de los escenarios permitió que los hambrientos devoradores de canciones pudiéramos disfrutar del festín mucho más comodamente. En la jornada del viernes bandas destacaron sobre manera: en el escenario LCF Delafé y las Flores Azules destilaron groove y buenas sensaciones a partes iguales. Siguen presentando su tercer LP, vs Las Trompetas de las muerte y su directo pleno de sabor orgánico y metales nos hizo bailar siempre con una sonrisa en la boca: además de los clásicos del primer disco, Mar el poder del mar y Enero en la playa, las nuevas composiciones, como la autorreferencial La Primavera, el hit absoluto de Espíritu Santo, la revisión analógica de los recuerdos que es 1984 o Río por no llorar, con la que abrieron el recital, siguen alimentando la leyenda de una formación que gana en directo tantos puntos que te parece estar viendo una propuesta distinta. Los metales, repletos de funk y actitud, la solidez de las bases, tanto programadas como reales y guitarras puntuales, hacen de un concierto de Delafé y las Flores Azules una experiencia única. Mención aparte merecen sus dos vocalistas principales, la deliciosa Helena y el rítmico Oscar D'aniello, perfectamente empastados en voces y bailes y que buscaron y consiguieron plenamente la complicidad y comunicación con el público. Uno de los platos fuertes del festival era, sin duda, la actuación de Vetusta Morla en el escenario Budweiser y allí que nos plantamos para ver la evolución de las nuevas canciones de Pucho y compañía. La presención del nuevo disco Mapas dejó un sabor agridulce. Primero porque los nuevos temas, a pesar de los notables En el río o Lo que te hace grande, no son tan excepcionales como los que contenía el debut en largo de la banda, Un día en el mundo, reclamadas hasta la extenuación por los fans de la banda a lo largo de todo el concierto. Será complicado que Vetusta Morla se quite de encima la losa de este primer disco. Además el sonido, sobre todo en la voz de Pucho, vocalista principal, no conseguía hacer justicia a la intensidad que la banda madrileña trataba de transmitir. Destacaron la fuerza percusiva y el estribillo perfecto de El hombre del saco, la ya mítica Copenhague y otros temas antiguos como Sálvese quien pueda, Un día en el mundo o la Cuadratura del círculo (o como convertir una letra casi ridícula en un fenomenal final de recital). Podrían mejorar y deben hacerlo si quieren ser la auténtica punta de lanza de la música española fuera de los circuitos más comerciales. Digan lo que digan los medios más consagrados. El final de la jornada del viernes para el que firma fueron The Excitements en el escenario pequeño, un combo correcto de soul con vocalista negra, donde el conjunto formado por la fuerza de la parte instrumental y la garganta prodigiosa de la cantante Koko Jean Davis queda lastrada por un excesivamente erudito repertorio de clásicos de r&b.

La jornada del sábado comenzó en el escanario LCF donde el delirante horario en el que estaba colocado Maga hizo que solamente pudiéramos llegar al final de Agosto Esquimal y ya, rápidamente acudir al escenario principal donde Sexy Sadie revisaba el repertorio que les otorgó una gloria efímera a finales de los noventa. La banda de Mallorca, con un Jaime Soriano en formato vocalista hablador y Miki Serra a la diestra, demostró que la conexión con el público treintañero que los disfrutó en su mayor momento de gloria, no está perdida del todo, si bien está claro que los remiendos de que suelen traer las copias de esquemas anglosajones terminan siendo más visibles con el paso de los años. De todos modos un concierto muy correcto, con grandes momentos como In the water o Mr. Nobody, y ciertos aires Beatles, que servía de aperitivo perfecto para la larga jornada que quedaba por delante. El impresdincible avituallamiento en la zona de restauración nos permitió escuchar algunos de los temas de la banda Cosmonauta, perfil indie de manual y que no pasaba del aprobado en el escenario LCF. Volver al principal con Mando Diao ya totalmente lanzados y empezar a bailar fue todo uno. La banda sueca, acompañada de un cuarteto de cuerda, desplegó todas sus artes sobre el escenario, demostrando que uno puede ser vintage y sonar moderno. Hit incuestionables como Gloria o Dance with somebody, mucha actitud y un sonido perfecto hizo que los escandinavos elevaran el listón del festival. Había que escuchar también qué se cocinaba en el escenario pequeño, en el Stereo, donde los Guadalupe Plata estaban destilando su blues pantanoso, esquemático y saturado, para el disfrute del respetable. Un estupendo disco homónimo me había hecho subrayar con tinta roja su actuación en el Low Cost Festival. Y creo que ninguno de los que estábamos frente al escenario quedamos decepcionados. Temas como Lorena, Serpiente negra o Baby me vuelves loco, eran puro ramalazo psicobilly para una banda que consigue sacar lo peor de ti y encima que lo disfrutes. Casi deseoso de experimentar qué se siente al matar un gatito esperamos la salida del siguiente combo en el escenario Stereo. No eran otros que los vascoargentinos Cápsula, en esta ocasión dispuestos a emular a las Serpientes de Marte y tocar íntegra la obra magna de David Bowie: El ascenso y la caída de Ziggy Stardust. Y lo hicieron muy bien, repasando cara A y cara B del disco fundacional del glam rock, llevando a un terreno garajero temas como Starman o Lady Stardust, sonando absolutamente lúbricos en Hang onto Yourself o consiguiendo mejorar la versión de Bauhaus del Ziggy Stardust. Encima, de propina, Jean Jenie del Aladdin Sane y Rebel Rebel del Diamond Dogs.


Otro punto de inflexión en el escenario Stereo. Pero había muchos fans de John Boy desplegados por Benidorm y yo era uno de ellos, así que tocaba rendir pleitesía a la banda de Santi Balmes. Love of Lesbian triunfaron en la pasada edición y volvieron a repetir, esta vez como cabeza de cartel definido, en el escenario grande. Una gira propia de los grandes dinosaurios del rock, esos que ya hacen vida en la carretera, los ha convertido en la referencia absoluta de la música indie. Mucho más sólidos en su propuesta en directo que en las últimas fechas que había podido verlos, a pesar de seguir sin alcanzar la magia de estudio en las distancias cortas, se atrevieron a obviar su Club de Fans de John Boy para picotear sin tapujos entre sus últimos tres LP´s, quedando momentos como siempre para el recuerdo, Noches reversibles, Carta a todas tus catástrofes, Domingo astromántico o los inevitables hits Allí donde solíamos gritar, Me amo mucho, o las mágicas 1999 e Incendios de nieve, invitaron a Carlos Cros para interpretar con una enorme fuerza funk Miau y se despidieron evitando el playback habitual de Algunas plantas para interpretarla completamente en directo dejando un excelente sabor de boca. Rápidamente nos desplazamos al escenario LCF donde Standstill estaban descargando toda su acidez eléctrica. La banda barcelonesa fue la que mejor sonido desplegó en todo el Festival y encadenó una parte final de recital impresionante. El magma sónico parecía continuado, sin respiración, hipnótico en temas como 1, 2, 3 Sol, epiléptico en Moriréis todos jóvenes, programaciones y tubas, acústicas siempre en el abismo del acople y la voz de Enric Montefuso repitiendo como en un mantra el texto de Moriréis todos los jóvenes. Una banda que hace retumbar tus neuronas, que es capaz de reservar para el final del concierto Feliz en tu día y esa rumba psicótica que es Adelante Bonaparte, una banda grande, muy grande. Tocaba volver a cambiar de escenario, porque se notaba en el ambiente la estática pantanosa de los Tiki Phamtoms en el Stéreo. Uno iba ya un poco desfondado, después de acumular más de seis horas de festival, pero un poco de surf de influencia azteca, bien combinado con máscaras de ultratumba, hacer renacer el espíritu zombie de cualquiera. Lanzaron máscaras en busca de la complicidad del público, que se dejaba encadenar por el sonido de la gruta en un baile más propio de alteraciones primarias tribales que de festivaleros en subidón. Eso, subidón y del bueno, lo estaban ofreciendo los Klaxons en el escenario grande. La banda mantiene el poso tecnopop ochentero con teclados ad hoc pero añade algo de contundencia con instrumentos reales y una voz mediana que lastra a una banda que tras su hit de hace unos años, Atlantist to interzone, no vive sus mayores momentos de gloria.


Y hasta aquí puedo leer. El año que viene, si todo va bien, me apunto a la nueva edición del Low Cost Festival, por su estupendo cartel, más ecléctico y abierto año tras año, las facilidades de alojamiento que a los treintañeros nos ofrece Benidorm (evitándonos la terrible perspectiva de las tiendas de campaña) y la inmejorable logística del festival que, sobre todo este año con la nueva localización y disposición de escenarios, permite disfrutar de los conciertos cómodamente.

texto: Octavio Gómez Milián

fotografías: Ana Lacarta


1 comentario:

  1. Bravo por la crónica. Me gustó tanto como si hubiese estado... Ganas de...

    Inxpirado agradece;)

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