El Apocalipisis eléctrico ha llegado.
Todas las gotas que mojaron nuestras botas se están evaporando...la
lava amenaza con regurgitar nuestras lágrimas con más fuerzas. Así
abre la caja de los truenos con Día de perros. Susurro acústico,
casi a pelo, comienza Muy lejos de aquí. Enésima canción
confesional del maestro Lapido. Ninguna cansa, porque cuando jugamos
en la misma liga los recuerdos de los momentos buenos son alimento
para el alma: Somos noctámbulos en noche de tormenta, versos
estremecedores para una canción que se columpia entre los pianos
imaginativos y las percusiones celosas. Alas de moscas transparentes
perfilan nuestra vida: soplamos y el hammond resiste el envite,
porque es el momento de enchufar los amplificadores y llegar a Cuando
por fin. La misma didáctica de siempre, veteranos curtidos en la
carretera y el negocio destilando en un alambique bien engrasado
algunas buenas canciones. Cosas por hacer recupera esa lírica
mesiánica, bíblica, de cantautor beatnik en la que tan bien se
maneja Lapido. Rugoso rockandroll de escuela americana pero tan
familiar que se filtra hasta el tuétano. 40 días en el desierto
está escrita para ser cantada mientras respiras la
mezcla de la gasolina y el cuerpo de Gram Parsons. No hay vuelta
atrás, en medio tiempo, más al oeste que al este, con un órgano
nutritivo y un ritmo de camino sin retorno. La ciudad que nunca
existió incide en esa electricidad de los vagabundos del Dharma y
nos trae la herencia granadina, esa que mezcla a los Clash con el
color blanco del Albaicín. Delicioso el tono íntimo de Desvaríos,
de nuevo en la onda de nada madura, con batería sutil: la reina de
Saba, Salomón, Lapido mira de cara a la postmodernidad...él siempre
fue más de formación clásica. Magnífico Está que arde, poesía
de alto octanaje, plomo en las venas, esa veta rockabilly,
desafiante: no hay lugar para escapar, así que mejor nos quedamos
aquí mirando al enemigo de frente. El cierre, con Al azar, nos deja
claro que no hay normas, solamente podemos esperar.
Este nuevo disco de Lapido es como una
copa en un garito de confianza, es como tomarse un bourbon en el
Páramo: sabes que el hielo estará a la temperatura correcta y la
música que sonará cuando le eches el primer trago será la
adecuada. No engaña y no da sorpresas, bajo batería, electricidad,
hammond, acústicas confesionales y una voz.
Lo de que Lapido es un letrista
superlativo no deja de ser un tópico inevitable cada vez que se
habla del compositor granadino pero es que en este, su quinto LP en
solitario, afina su voz hasta rebasar con la lija del tiempo una
garganta que ya no puede ser considerada precaria. Un disco pulcro,
preciso, como un mármol pulido por el cincel del rock, no hay
palabras que lo expliquen, solo contar los días para poder verlo en
directo.
Lapido estará presentando este LP en Zaragoza el próximo sábado 25 de mayo en la Sala López
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