He disfrutado estos días de dos de las últimas referencias de la editorial 66 rpm: La magnitud
del desatre (memorias de un rock critic poco fiable) de Oriol Llopis y Madrid (la historia de los
Burning) de Alfred Crespo. Dos libros de lectura ágil, de canciones y existencias al límite, pero
con una línea castiza y cercana que sirve para iluminar el camino de los recuerdos. Burning, una
de esas bandas auténticamente fundacionales del rock urbano en España, ángeles del barrio de la
Elipa, crédulos de las bondades angelicales de la heroína, como su amigo, el crítico musical Oriol
Llopis. Llopis y los Burning, el lado salvaje de la calle, las esquinas de una Transición política que
arrastra a una sociedad excesivamente inocente, la polarización efímera entre Barcelona y Madrid,
donde florece una contracultura española que ha sostenido el panorama español en los últimos
treinta y cinco años...Me gustan las portadas de la revista STAR, me gusta buscar viejos números de
Disco Express en los rastros, como pequeños tesoros analógicos, los colores que mezclan a Warhol
y el ácido. Prensa musical de la de verdad: auténtica literatura pop, salvaje y rockera, lenguaraces
seguidores de Iggy Pop, coleccionistas de exabruptos afilados como una cuchilla. Ahora ya no
queda nada de eso: cabeceras de saldo, gratuidad mal entendida, falta de criterio y valentía, mucha
pereza institucional de poltrona y blog amañado. Sirvan estas líneas como recuerdo para los que
cabalgaban la olivetti y creían que los Stones iban a cambiar el mundo. Ahora, atomizadas las
referencias, de tan despistado, uno termina siendo incrédulo.
Columna aparecida en el Artes y Letras del Heraldo de Aragón el jueves 11 de octubre de 2012
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