martes, 31 de agosto de 2010

Cállate EP de Hola, Hola Hermanita (autoeditado)


Abre el Cállate EP de la banda aragonesa Hola Hola Hermanita, Cientos de amaneceres, con sus potentes líneas de bajo fundiéndose con la ola fría de los ochenta, haciendo de la trepidación un síntoma más de la ansiedad tóxica de los que hacen música para bailar sin tener la menor intención de moverse. Sophie tiene la pegada de los temas redondos, la densidad sintética suficiente para trepanarte los oídos a base de teatralidad bien entendida. Dualismo se interna en la aridez melódica de Décima Víctima, como los penúltimos representantes de la lírica de la habitación cerrada. El cierre, la revisión de Ser, ser, ser, repite la fórmula de las guitarras orientadas hacia la pista, en un tema de producción notable. Este tipo de arreglos, en la trillada onda de Bloc Party que también han jugado los zaragozanos Mister Hyde en sus últimos temas, siempre funcionan, terminando en los maletines virtuales de muchos pinchadiscos. El detalle de las palmas pincela con cierta originalidad esta nueva muestra de la buena salud de la música aragonesa.Aunque habría que pedir algo más de exigencia en los textos puesto que algunas imágenes resultan sonrojantes en lo literario, las influencias de la banda están tan bien interiorizadas que evitan el ejercicio de estilo y generan electricidad de producción propia. Hola, hola hermanita, una de esas bandas que te hace esperar la mañana para comprobar si te has convertido en un vampiro

Montevideo-Zaragoza

Seguimos haciendo cosas.

sábado, 28 de agosto de 2010

Experimentos in da notte en Puerta de los Vientos

Invitados por Pablo Rocu

Tres genios, tres grandísimas personas

Fiesta en el Mangrulo: Santi Rex, Luis Cebrián y Miguel Mena. Foto de Marta Ramos

Irene y José Ángel


Aquella noche en el escenario de Pirineos Sur Enrique Bunbury interpretó de manera sublime "Apuesta por el rockandroll". Caminábamos en la oscuridad hacia Sallent, el concierto había terminado muy pronto, demasiado. Luego supe que había habido una amenaza de bomba. A los pocos días unos malnacidos mataron a dos guardias civiles a unos pocos metros de donde esperábamos el alba y un autobús que nos devolviera a Zaragoza, jóvenes, voraces, incansables.
El pasado fin de semana estuve en Formigal, las montañas acunaban el verde más intenso del verano y después de dos días embriagado de luz, disfruté de viñetas y tebeos en el Museo del Dibujo de Larrés, respirando la hermosura amarillenta del Prepirineo, escapé de las fauces del Monrepós, estrechísimo, con sus obras paradas, parecía el esqueleto de un dinosaurio abatido por la glaciación de Fomento. Vi cómo aquel viejo escenario de Lanuza había recorrido unos pocos metros para erguirse otra vez, orgulloso y prometedor, la ciudadela jaquesa conviviendo con el nuevo pabellón para los campeones del hockey. En Sallent, junto al rockódromo, cerca del Casino, donde diez años antes contemplamos el amanecer morenos y hastiados, había flores, flores frescas. Sentí cómo me atrapaba el tiempo y enmudecido me santigüé. No sé si hay alguien allí arriba protegiéndonos, pero estoy seguro de que, hace una década, esas personas velaron por nosotros. De alguna manera. Desde aquí mi homenaje.
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del 27 de Agosto de 2010

martes, 24 de agosto de 2010

lunes, 23 de agosto de 2010

Habrá 2ºda Temporada de Espíritu Margot


Volvemos a las ondas el próximo martes 7 de Septiembre. Donde siempre, con Alberto Guardiola en Comunidad Sonora de Aragón Radio. Podéis descargar la primera temporada entera aquí.
Foto de Marisa con Valtueña, Guardiola y un servidor hablando del BV80

Siempre lo mismo


Aún me cuesta creer las imágenes que veo en la televisión: dos tipos, en una maniobra de disuasión barriobajera, amenazan con rodear la comisaría de Melilla de musulmanes. Me los imagino como lemmings sin voluntad bloqueando las entradas y salidas, como en un videojuego. Los países que siguen mezclando política y religión asustan, la verdad. Los que siguen dejando que elementos que frisan el folclore sirvan como referencia de actuación moral en una época como ésta reafirman mi convencimiento: no existe humanismo ni tecnología, sólo cavernas con conexión a internet. Yo esperaba una Marcha Verde postmoderna, inversa, donde los luminosos carteles de un Marruecos lustroso y apetecible, rebosante de rígidas normas que elevan el alma, atrajeran a los oprimidos por el régimen español. Mientras, las huestes de Mohamed VI construirían afanosas un muro que separase el Magreb de la decadente sociedad occidental repleta de veganos, aficionados a los tóxicos y sectas de neocatólicos, dejándoles repartirse el territorio en taifas preapocalípticas al otro lado de la frontera de Ceuta. De nuevo falta firmeza y sobran ojitos tiernos al vecino del sur, Moratinos callado, sigue mirándose al espejo, regodeándose coqueto con el último vestido tribal adquirido, nuestro monarca sumergido en el habitual almíbar borbónico del buenrollismo...lamentable. Con sólo preguntar a los habitantes de Ceuta y Melilla, con sólo respetar sus deseos sería suficiente. Lo mismo que sucede en Gibraltar, olvidemos las bravuconadas, escuchemos a los que viven allí. Y no esperemos apoyo internacional, que bastante tiene Obama con encontrar lejía que le permita lavarse las manos en el tema de la mezquita de la Zona Cero. Todos sabemos el perejil que le falta a esta salsa, sólo es cuestión de que hierva un poco más.
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del jueves 19 de Agosto 2010

este miércoles


jueves, 19 de agosto de 2010

mientras espero

Sigo creyendo en esto, en esto también y por supuesto en esto.

La plaga de Carlson (esperando la locura de las montañas)


Seguimos en este complejo discurrir langostero (de las que son plagas no de las que se comen con pinzas y babero) de lectura compulsiva. Anoche terminé La plaga, la primera parte de una trilogía del autor norteamericano Jeff Carlson. Formato bolsillo, arrugado y humedecido tras la primera lectura, las esquinas inferiores derechas levantadas...como tiene que ser. Un comienzo arrollador para ir desinflándose en las dos terceras partes últimas de narración. No sé si es la traducción o que no conozco la terminología referida a la descripción de paisajes montañosos pero no me estaba enterando de nada, no podía hacer una imagen mental de lo que me estaban contando. Tiene aspectos muy potentes en cuanto a planteamientos postapocalípticos pero el soniquete del ejército americano malvado y demoníaco cansa un poco. Por eso soy fan de la segunda parte de Loureiro. De todas maneras en formato bolsillo está bien y espero a que salga en esa misma edición la segunda parte. Ahora mismo estoy escuchando las seis partes del Relato de Arthur Gordom Pym de Edgard Allan Poe en versión teatro radiofónico de Juan José Plans y leyendo En las Montañas de la Locura de Lovecraft. No es una coincidencia, claro.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Saciado de novela negra: Pendergast y Biedma


El sagrado Vip´s de los libros rebajados, suministrador de los mejores alcaloides para las noches veraniegas a precio de saldo... dos títulos, dos "pulps" postmodernos, mastodónticos y adictivos. En dos días, sin parar, primero La danza del cementerio de Preston/Child, con el genial Pendergast recorriendo un Manhattan muy distinto a las imágenes bucólicas de centro anónimo del mundo que todos tenemos, con esos retazos de sobrenatural e historia alternativa que lo impregnan todo. Yo creo que he visto The Relic, pero tendré que comprobarlo. Me gustan las listas de libros inventados, no todo va a ser Necronomicones....me gusta que la historia que conocemos se estire, como diría Lovecraft, en geometrías no euclídeas. Algo parecido me ha pasado con el excesivo Juan Ramón Biedma. El juego de los espejos, las almas estiradas, la incontinencia de las pasiones, de las bajas pasiones. He leído El espejo del monstruo y su Sevilla oscura, agotadora, me ha dejado sin dormir, inquieto. No quiero meterme en camisas de once varas pero me ha recordado un poco a Javier Calvo y su Barcelona sórdida de Corona de flores. Salvando las distancias, las urbes españolas como lugar de paso de los vagabundos del Dharma, mestizos de Chandler y Lynch, sin miedo a incorporar elementos de nuestra tradiciones a imaginarios de lo oscuro y el misterio resultan estimulantes para seguir pensando como maquillar, de una puñetera vez, esta Zaragoza cándida de Fuentes de la Junquera, tranvías inútiles y silencios sofocantes. Seguimos, seguimos...

domingo, 15 de agosto de 2010

A mitad de las vacaciones

En un auténtico erial creativo, el verano es malo, muy malo. Uno es de trabajar y crear, de pegarse palizas docentes y luego machacar la noche a base de artículos, versos y relatos. Pero con esta calor, las buenas compañías y la falta de tristeza...no hay manera. Dos películas en dos días: Me reconcilio con Woody Allen después de Pe y el Bardem, con una inteligente sucesión de tics y frases resultonas (aunque con un guión de folletín resabido) en Whatever works. Me pillo tres pelis en el VIP´s por menos de diez euros, Stephen King, "Cementerio Viviente", "Thinner" y "Los langoriers". Veo la última en casa de los padres, con mi hermana y mi padre...comienzo prometedor y desarrollo edulcorado, genial "elprimolarry"aka Bronson Pinchot en un personaje desatado. La vi hace años en Telecinco y ahora entiendo la poca impresión que dejó en mi cerebro de mutante. Una peli prometedora que se llama Monsters. Los Ramones cantando Pet Cementery. El viernes en el Bacharach estuve bajo de forma y ánimos pero salvé la sesión con dignidad. No puedo ser decadente aunque lo intente. Vuelvo a Brel, le he quitado el polvo al tocadiscos y escucho Las Marquesas. Brel y el puerto de Amsterdam. Nuevos proyectos de libros colectivos de poemas (¡Gracias Antonio!) y se acerca mi cumpleaños, a ver si podemos celebrarlo en condiciones. También un poco de vidilla en la radio, en el repaso del verano en Radio Zaragoza (aún no sé si habrá segunda temporada del Espíritu Margot, sólo me queda la satisfacción de haberlo hecho todo lo bien que podía).Supongo que sólo es cuestión de esforzarse.

Con toda normalidad

El pasado fin de semana estuve en Vitoria. Sí, queridos lectores, en plenas fiestas de la Virgen Blanca el que firma, rodeado de charangas, pinchos y blusas, trataba de ejercer formalmente de gafapasta estival: visita el estupendo museo de arte contemporáneo —aquel en el que la línea que separa el fraude de la genialidad es realmente estrecha— y a la catedral gótica. Además, en el Fernando Buesa Arena, el pabellón que recuerda con su nombre al socialista asesinado por ETA, jugaba la selección española, veintidós años, uno detrás de otro, sin pisar suelo vasco. Paliza a Lituania y a Eslovenia, cómo juega la selección de basket —y es que los chicos de la Olimpiada de Seúl o el “angolazo” nunca estaremos suficientemente agradecidos a los padres de los Gasol—, de memoria y con toda normalidad. En la prensa se confirmaba el acuerdo entre los organizadores de la Vuelta Ciclista a España y el Gobierno Vasco para que la carrera vuelva a las carretereras de la región en el 2011. La última vez fue la edición de las chinchetas en el suelo, de la anulación de las etapas finales, del desplome del Correo español del pueblo vasco, la vuelta del otro caníbal belga, el grandísimo Freddy Maertens. Patxi López lo está haciendo muy bien, está normalizando la situación, apretando los dientes, recuperando la calle, vasquista y constitucionalista. Patxi López sonríe a escondidas mientras lee el informe norteamericano que avala su gestión en la lucha contra el terrorismo. Durante demasiado tiempo se agitaron los árboles de malas maneras en Euskadi. Hoy, y permítanme esta licencia poética aún a riesgo de parecer cursi, se filtra un rayo de sol entre tantas ramas. El año que viene vuelvo a Álava, a ver si han terminado ya la catedral y de paso veo a Contador coronar Jaizkibel de amarillo.

Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del jueves 12 de Agosto

martes, 10 de agosto de 2010

Monogaxx de Monogay (Clifford Records)



Desde el sur, desde Clifford Records, que siguen construyendo con valentía un catálogo ecléctico y arriesgado de mucha calidad, nos llega la primera entrega de los psicosimios Monogay. Monogaxx planet, producido por Paco Loco, es un sangriento legado de garage y saturación de unos monos que aterrizan por accidente en Palomares y revierten a su estado más primitivo: el humano rockero. El disco se abre con un riff monolítico propio del pleistoceno ansioso de la música independiente, Módulo 7 revienta a base de bajos rugososos y una voz iracunda, de esas que generan violencia intelectual. El archivo sonoro que acumulan estos simios remite a un Bowie psicótico después de una noche de juerga con The Residents en Kill YBF, como si frotaran las guitarras sobre una pizarra espacial al ritmo cansino de un theremin. Sin demasiadas concesiones y una voz que bucea entre la telaraña instrumental repiten, como máquinas de loops orgánicas, melodías desquiciadas en Bastard Son. Un ligero remanso entre guitarras de cadmio sirve como sintonía para el Apocalipsis de un planeta en Monogaxx planet, juguetones y afónicos. Volvemos a los noventa más chulescos en King Kongay, como una banda de surf tocando en una playa contaminada de uranio. En FES la evolución de estos miembros honorario del Charlon Heston Fan Club les lleva a articular sus primeras palabras en español, más Nu Miles que Triángulo de Amor Bizarro. Calgary es una densa caminata eléctrica, con un punto retro, chapoteando en las descargas ambientales del ruido más melódico. El cierre viene con La Riviera, un encontronazo con los patrones del pop para terminar en un festín de distorsión magnética muy gamberra. ¿Hay alguien ahí? ¿vendrán pronto a buscarme?

Celebrate it all de Big City (Naked Man Recordings)



Es complicado hablar de discos definitivos u obras claves, grabaciones perfectas donde cada melodía encaja sin más fisuras que las que los miembros de la banda buscan. Un disco complejo sin resultar pretencioso, eso es el Celebrate it all de Big City. De digestión exigente, armados con los manuales de estilo de los grandes, arremolinándose entorno al talento compositivo de Javi Vicente, jugando con la melancolía crepuscular en Who´s gonna set you free now, prisoner?, guiños al fab tour incluidos, revisando las nuevas olas luminosas en The Smiths, cuando la radio pasaba canciones hermosas y te alegraban la mañana, el poder del beat. Hay algo esperándote en una esquina de la ciudad, bajo la luz mortecina de una farola. Lo sé porque yo estuve allí escuchando The split end. Como una nana cantada para alguien que no quiere dormir. Los teclados de Ghostbusters se deslizan perezosos por toda la habitación, estamos esperando que llegue alguien que hace mucho anulo la cita. Como en una noche en tránsito, como en las canciones de Red House Painters, conducimos lejos del centro y buscamos algo en el dial para evitar hablar solos, porque la película está terminando al final de Car Music. Soy el desertor, el que imagina los desiertos e improvisa una revuelta tumbado en su cama con un banjo, On voulait la revolution. Déjame que te coja la mano y te lo explique. Finland y Poland, la primera se calienta en un microondas de voces exigentes y la segunda es una canción escrita junto al muro, junto a cualquiera de los muros. A song for you and me and the undertow, para el paseo a media tarde, para la celebración íntima de estar vivos. Un disco excesivo, evocador, un disco de largo recorrido, desde las primeras horas hasta la madrugada, un disco donde uno puede encontrar su lugar.

3 Mellizas de 3 Mellizas (Naked Man Recordings)



Di hola y abrirán la puerta. Lupe no escucha las televisiones encendidas, ni a los insomnes conectados a los programas de radio nocturnos, sólo se afana por ocultar sus pasos en el roce de la alfombra. Las pilas usadas se acumulan sobre la mesa, en lo cajones, junto a las cajas vacías del tabaco negro y lo medicamentos. Las pilas sucias y humedecidas, con el plomo que se escapa, como un bolero de reducción-oxidación, como en Apoteque. Te echo de menos con clase, tengo varios magnetófonos colocados en lugares estratégicos de la habitación, repiten tu nombre, un segundo, cada vez que acciono el mando que guardo bajo la almohada. Un ritmo perfecto, un eco, un lucero. Definitivamente te echo de menos con clase, mi pequeño Topo. G, conforme pasa el tiempo noto nuevos estigmas en ciertas parte de mi cuerpo que no recuerdo haber encargado por correo, zonas desconocidas e inexploradas que ya no atienden a razones ni placeres. Era un niño perdido, Maricon, con la cabeza puesta, del derecho o del revés, mostrando sus encías, afeitado, rasurado, cuero negro por toda la piel, ojos saturado de alcaloide, siendo que haber huido me salva, trato de que me recuerden. Siempre que andabas conmigo la ciudad se estrechaba, me daba miedo que te marcharas, que cualquier cosa nueva, Punteica, captara tu atención. No consigo recordar qué hice con las fotos de los dos, creo que las vendí a una revista sueca de lucha libre en el barro. Ahora haría cualquier cosa por no haber llamado tu atención ni un solo instante, Diminui. Vosotros estuvisteis allí antes que yo, con las guitarras y la batería, viendo como se apagaban las sinapsis frente a la sobrecarga alcohólica, en la frontera de París y Texas, Ry, tuve alucinaciones, dentro de ellas era notablemente más feliz que fuera. No es capaz de recordar el número de la habitación ni de distinguir un pino cansado de u madre muerta, Armito (y esto último sólo tendría sentido en una dimensión no regida por la geometrías euclídeas, en mi cuarto, celebrando las últimas calendas, Chinarr). Di adiós y cerrarán la puerta.

lunes, 9 de agosto de 2010

El Tourmalet


Nunca aprendí a montar en bicicleta pero, eso sí, en el verano olímpico era capaz de recitar de memoria todos los ganadores del Tour de Francia en orden cronológico. No me preguntéis para qué me servía ni cómo es posible que a día de hoy no haya manera de recordar las propiedades de los números complejos o mi nuevo número de móvil. Supongo que es un rasgo de madurez. Recuerdo la pasión que nos embargaba en el larguísimo mes de julio en Salou, la pegajosa hora de la siesta, junto a mi padre y mi abuelo Antonio, jaleando los infructuosos latigazos de Perico. Perico Delgado, el más grande, el que me hacía esperar el comienzo de la medianoche deportiva en una oscuridad plena de mosquitos y tebeos de saldo. Los otros grandes: Greg Lemond, el verdadero americano tranquilo con su bicicleta de fantasía en la última crono del año 89, la edición en la que Perico—así se construyen los mitos— llegó tarde a la salida en la etapa prólogo; Laurent Fignon, elegante heredero de Hinault; el irlandés Stephen Roche, con su máscara de oxígeno en La Plagne; Lucho Herrera y Fabio Parra, caras imborrables que se impregnan en las chapas de mi memoria. Me gusta Alberto Contador, sufriente, de la raza de los escaladores españoles, flaquísimo, menos contrahecho que otro mito, el aragonés Fernando Escartín, que daba el contrapunto lírico al terriblemente soso Indurain —y es que ver ganar al navarro era tan apasionante como comerse un paquete de folios. Hoy espero que reviente la carrera, que aparte de un manotazo a los destalentados que azuzan imprudentes el paso de los corredores —y aunque hoy no toque hablar de política, a veces se me cae el alma a los pies con los que reclaman acercamientos y privilegios para los asesinos—, aunque, pase lo que pase, para mí ya tiene su sitio en mi panteón particular. El mismo en el que nunca pudo entrar Abraham Olano.
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del 22 de Julio 2010

Resumen de verano


Extraño agosto de cierzo y tormentas en Zaragoza. Como siempre, a medio gas, disfrutando con lectura de digestión sencilla, tebeos saldados de superhéroes y novelas de la Transición de Vizcaíno Casas -cada uno, ya se sabe, tiene sus vicios. Del Benidorm bizarro, con actuación en directo de María Jesús y su acordeón incluida, a punto de reventar de rascacielos y luces de neón, hasta un Salou renovado, otrora cuarta capital aragonesa -con permiso de Soria, la ciudad sin aire acondicionado-, hoy un eslabón más en la urbanización costera, que confunde los pueblos en una mixtura de paella, sangría y playa. Me gusta el Salou silencioso donde aún se respira algo del viejo pueblo de pescadores, aunque no queden librerías y la Ley de Costas haya engullido las ferias perpetuas al lado del club náutico. Y si uno quiere alimentarse de recuerdos, nada mejor este año que Veruela, el FIB de los cantautores, con gente golpeando las puertas del monasterio, en un homenaje ecléctico a Labordeta en el que los habituales de los festivales sólo extrañamos alguna versión de Joy Division y agradecimos los momentos menos politizados y más líricos, raros en el vaivén postdemocrático de los pueblos de España. Zaragoza, tranquila, de sustituciones y media mañana, prensa esquelética en fichajes y novedades, con el azucarado final del Tour que casi me hace repudiar mis anteriores loas a Contador, Zaragoza de terrazas en las riberas y los parques, granizados espirituosos para ayudar a combatir el caluroso insomnio. Les propongo una excursión al Maestrazgo o una escapadita a San Lorenzo, que este año toca Peret. Si no les convence nada, creo que reparten deuvedés con los partidos del Mundial que, como he dicho al principio, cada uno tiene sus vicios. Eso sí, si van a salir, no se olviden de ponerse el cinturón o no llegarán nunca a presidente del Gobierno. ¡Qué país!
columna aparecida en el Heraldo de Aragón del 5 de Agosto 2010