jueves, 20 de diciembre de 2012

Balada del hombre enfadado



Cegado por las luces, llega la Navidad: un Belén de Famobil sobre una mesa, una paga extra que desaparece por arte de magia, la sensación de que si no hubiera mensaje navideño no existiría la monarquía.  En la televisión la realidad nos golpea el rostro con sus puños llenos de pólvora y sangre infante. Solo unos minutos de estremecimiento, porque esta insolente tolerancia a la violencia acabará con nuestra civilización antes de lo que dicen los Mayas (queda poco tiempo, sigámoslo intentando) y cambiamos de canal para aplaudir las sosadas de humoristas del pleistoceno. Derecha e izquierda dándose la mano en aras de la unidad nacional (catalana, digo, aunque un hueco vacío, un lápiz y una goma y a correr).  Todas las ilusiones atrapadas en un minúsculo trastero de una casa que no quise comprar, una cadena de televisión que le pide a la autora del Ecce Homo que dé las campanas de Navidad, eso sí que es el final de los tiempos. Estoy esperando que confirmen la existencia de vida en Marte para poner definitivamente todas mis esperanzas de futuro en una canción de David Bowie. Míster Jones está usted cada día más delgado…¿ya no le queda ni comida caducada? Cajas de ahorro, equipos de fútbol,  Purito Rodríguez fuera del Tour y todas las promesas de Rajoy convertidas en una canción de los Piratas. Ustedes subieron las pensiones, otros las congelaron y ahora se dejan bañar por mareas de todos los colores. A mí no me engañan. Hay tanta gente a la que extraño que no quisiera contar los caracteres que le sobran a esta columna. Miro por la ventana, nunca nieva al este del Moncayo y los ángeles han empeñado en un “cash converter” sus alas. Tocamos en acústico porque la electricidad es demasiado cara y hace tiempo que devolvimos el fuego a los dioses. Espero tu abrazo esta noche, espero leerte el próximo año, espero que sean todos ustedes felices. 

Balada del hombre enfadado es una columna de inspiración dylaniana aparecida en el Heraldo de Aragón del jueves 20 de diciembre de 2012. Estamos a 21 de diciembre y el mundo no ha acabado (aunque lo parezca)