Compramos la película en Mediamarkt...sí, por qué no...no había manera de verla en Zaragoza. Porque este país en el que está todo pactado y planificado si te sales de la línea acabas jugando en la liga de guerrillas y a mi edad me da una pereza. La rebeldía se la dejo a Paco León y compañía. Había venido a hablar de la película, no de las mafias de las academias de conducir, las panaderías o las compañías eléctricas. Últimamente, desde que vi a la adolescente china nadando tan rápido como un hombre adulto profesional de la mariposa no puedo dejar de pensar en los campos de entrenamiento de Dresde. Berlin, junto al muro, la añoranza soviética. En fin. Que no te distribuyen pero te venden en el Corte Inglés, pues tampoco se queja uno demasiado. La película...merece la pena. Realización con ínfula arty sin pasarse, guión de personajes y tics, momentos inmejorables ("Por lo mismo que el alcalde tiene un mongolo como tú de polícia local") y la sensación de que más que humor de Berlanga parecía humor de Alfonso Arús. Pero que eso no tiene nada de malo, por favor. Austrohúngaro mediante, sole que te meto con el mechero.
Volvemos a la carretera.