viernes, 6 de noviembre de 2009

De Niñeras

No deja de ser curioso que cuando se habla de la situación de la educación secundaria en España todo el mundo coincida en la necesidad de una reforma profunda, basada en una mayor exigencia a los alumnos y un respeto real a la figura del profesor. Pero después: agua de borrajas, se vota en el Parlamento la posibilidad de dotar a la figura del docente el status de autoridad pública —anda, ponte tú chulo con un funcionario de Hacienda— y así reducir el clamor social frente al efecto péndulo —de la disciplina exagerada al “Far West” en las distintas ramificaciones LOGSE— y nacionalistas e izquierda renovando su proverbial afición por el papel de fumar. Y poco después, el ministro Gabilondo tiene la feliz ocurrencia de proponer la obligatoriedad de secundaria hasta los dieciocho años, utilizando el modelo luso como paradigma de la eficiencia en los pupitres. En este perverso sistema educativo, en el que un alumno no puede repetir más de dos años, en el que el limbo de lo obligatorio convierte al profesorado en niñeras y en el que la promoción forzada supone un ladrillo más en el muro del desdén hacia todo lo que suponga esfuerzo, corear la mencionada propuesta como un avance social me parece, como mínimo, insultante. Yo propongo que, si lo que quiere el ministro es hacer descender las cifras del paro, mejor extendamos el periodo obligatorio hasta los treinta años —como en los delirantes plazos de los carnets jóvenes de las cajas de ahorros— y así, entre los ingenieros sin trabajo que se sacarán la oposición a catedrático de instituto y los veteranos de distintos planes educativos, nos ponemos en niveles precrisis. O reduzcamos el fracaso escolar exigiendo el graduado para poder sacarse el permiso de conducir… me imagino al alumnado estudiando en los recreos. En plan tranquilo, además. Y como en Portugal vean que la cosa funciona, seguro que nos copian el sistema.
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del 5 de Noviembre de 2009