Noche de sábado, mientras la ciudad se debate entre un puñado de propuestas más o menos interesantes un servidor se dirige a la calle Sevilla. El lugar, la Ley Seca, uno de los sitios donde mejor música se está escuchando últimamente en Zaragoza, el objetivo: tomarle el pulso a un par de bandas veteranas en la escena aragonesa, que llevan un tiempo recluidas en sus cuarteles de invierno y que volvían a los escenarios con propuestas interesantes. Abrió el concierto Lana Lee, reconvertido en combo instrumental (y como muy bien dijo su guitarrista Nacho Lampreabe, no es lo mismo hacer música instrumental que tocar música sin cantar, una definición muy acertada), abandonando sus devaneos con el stoner y el postgrunge cantado en inglés para sumergirse plenamente en atmósferas melódicas de amplia proyección. Todo el material que sonó es nuevo, dibujando arabescos que van desde la psicodelia con un punto cósmico de “Tormenta Solar” hasta acertadas revisiones ambientales en la onda de Baladamenti en “Overdose blues”. Hay blues masticado por la perspectiva de Brian Eno y elementos más macarras como el tema que da nombre a la banda “Lana Lee”. Contundentes sin perder el toque “avant”, cada uno de sus temas podría integrarse sin problemas en bandas sonoras imposibles de películas que no existen. El hombre polilla está cerca y en cualquier momento puede agitar sus alas membranosas sobre tus sueños y llevarse por delante a Freddy. Un concierto sobresaliente en formato trío y pedales (de sucesión infinita o distorsionados) que nos deja con ganas de más. Muy acertada la reconversión. Después aparecieron sobre las tablas la gente de Crisálida. Han pasado ya tres años de aquel estupendo EP, Náufragos en la ciudad y la banda de Alejandro Castro sigue destilando rock sureño con la impronta de los Monegros tan bien como el primer día: un teclado de mercurio para el juego con las dos guitarras, la sección rítmica correcta en sus prioridades y la combinación voz principal con coros Emmylou Harris (o Carly Simon, aquí que elija el oyente). Temas nuevos combinados con el recuerdo de temas como No creas que es el final, más dos versiones de propina (el mil veces revistado Born to be wild y All night long de AC/DC) y el final de confetti y manos en alto con fragmentos de Hey Jude del FabFour. No hay sorpresa, siguen jugando en la liga que han elegido y lo único, como siempre, un puntito más de acidez en las letras, que redondearían una propuesta que, de otro modo, puede acabar resultando un tanto plana.