lunes, 6 de febrero de 2012

Acorde equivocado

En esta Zaragoza de venas levantadas y obras a medio terminar parecía haber surgido un pequeño oasis en la calle Las Armas. La misma que vio crecer a los hermanos Auserón está sirviendo para localizar una serie de propuestas culturales muy interesantes para el desarrollo de la ciudad. Lo único que parecía faltar era que algún espacio se dedicara a uno de los activos más importantes del tejido intelectual aragonés: la música. Parecía que el “Centro musical Las Armas”, un proyecto de largo recorrido, capaz de servir de sustento a la música de base podría ser la solución. Pero ahora resulta que, después de una polémica adjudicación, en la que gestores y productores de la tierra, con larga experiencia en la promoción de la música regional, han sido excluidos de la gestión, no tendremos guitarras, solo una “Escuela formación artística las Armas”, en la que parece que los amplificadores estarán abocados al sueño de los justos en aras de una especie de academia de formación cinematográfica. Seguimos sufriendo una escena musical ombliguista, afanada en la gloria de los conciertos para amigos y familiares, de la queja insulsa que busca la dádiva pública, ofuscados por celebraciones provincianas. También es cierto que no todo es tan “Lo veo todo negro” (toca pinchar a los Salvajes), en la radio pública hay un programa diario dedicado a las bandas de la región e incluso -a pesar de la triste circunstancia de la cancelación de Borradores- tenemos por primera vez en mucho tiempo un espacio para el directo en la parrilla televisiva. Pero hace falta mucho más: iniciativa privada, facilidades para el desarrollo de proyectos y público, mucho más público, que sea capaz de generar el sustrato adecuado para que las buenas propuestas crezcan y salgan de las fronteras de la comunidad. La extraña metamorfosis, aunque sea nominativa, eliminando cualquier referencia a los pentagramas, me produce un estremecimiento (y no como en la canción de los Llopis) ante un futuro nada halagüeño.


Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del jueves 2 de febrero de 2011