domingo, 14 de octubre de 2012

De amores analógicos: colección 18%

Siempre me he declarado analógico, siempre estoy esperando la vuelta del vhs o del vinilo, como en un mantra. Como si las ediciones cuidadas, las limitadas, las manuales sin procesado digital fueran a salvarnos. Seguimos haciendo libros, fanzines, grabado cd-r como si fueran mixtapes de TDK. Sigo hablando por la radio porque no hay otra voz en el desierto.

El pasado jueves se presento en la librería Antígona la colección 18% de la editorial Jekyll and Jill. Una de las cabezas visibles y pensantes de la editorial, Jessica Aliaga Lavrijsen, es una vieja amiga. Durante años nos mandamos miles de correos (electrónicos, qué le vamos a hacer) sobre la vida, la cultura y las cosas que nos pasaban. Jessica ayudó a montar Voces de Margot y luego montó su propia editorial...perdimos buen gusto y el mundo ganó buen gusto. Hacer una colección de fotografía es un esfuerzo salvaje, una pasión desbordante y un deseo de captar y mostrar la belleza mayúsculo.

Ana llegó a casa con los libro de Jesús Llaría e Indiana Caba. Eran libros bellos de fotografía orgánica. Yo estaba cansado de viajar, de radios y de Pilares. Algún día escribiré sobre esto, me dije. No han pasado ni cuatro días. Sigue lloviendo y sé que hay gente con restos de sales de plata en los dedos que lo están documentando.

Félix

Me manda esta foto Eva Puyó de la noche que tocamos para Félix, sus amigos y su familia. Seguimos esperando la parada, amigo.

Estrellas de barrio

He disfrutado estos días de dos de las últimas referencias de la editorial 66 rpm: La magnitud

del desatre (memorias de un rock critic poco fiable) de Oriol Llopis y Madrid (la historia de los

Burning) de Alfred Crespo. Dos libros de lectura ágil, de canciones y existencias al límite, pero

con una línea castiza y cercana que sirve para iluminar el camino de los recuerdos. Burning, una

de esas bandas auténticamente fundacionales del rock urbano en España, ángeles del barrio de la

Elipa, crédulos de las bondades angelicales de la heroína, como su amigo, el crítico musical Oriol

Llopis. Llopis y los Burning, el lado salvaje de la calle, las esquinas de una Transición política que

arrastra a una sociedad excesivamente inocente, la polarización efímera entre Barcelona y Madrid,

donde florece una contracultura española que ha sostenido el panorama español en los últimos

treinta y cinco años...Me gustan las portadas de la revista STAR, me gusta buscar viejos números de

Disco Express en los rastros, como pequeños tesoros analógicos, los colores que mezclan a Warhol

y el ácido. Prensa musical de la de verdad: auténtica literatura pop, salvaje y rockera, lenguaraces

seguidores de Iggy Pop, coleccionistas de exabruptos afilados como una cuchilla. Ahora ya no

queda nada de eso: cabeceras de saldo, gratuidad mal entendida, falta de criterio y valentía, mucha

pereza institucional de poltrona y blog amañado. Sirvan estas líneas como recuerdo para los que

cabalgaban la olivetti y creían que los Stones iban a cambiar el mundo. Ahora, atomizadas las

referencias, de tan despistado, uno termina siendo incrédulo.
 
Columna aparecida en el Artes y Letras del Heraldo de Aragón el jueves 11 de octubre de 2012