lunes, 2 de noviembre de 2009

De tecnocumbia oscense

Cuando Carlitos se despertó en el cuarto de la pensión, en plena intersección de las Cuatro Esquinas, tenía la cabeza y tres de las extremidades del menor de los hermanos Montoya constituyendo su almohada, la quinta de las extremidades —los hermanos Montoya eran una banda de tecnocumbia muy conocida en la única luna habitada de Venus y habían venido a Periferias para interpretar su particular homenaje a Luis Aguilé, cuando los organizadores les vieron llegar y comprobaron que no llevaban ningún tema de Jacko en el repertorio trataron de volverlos a meter en el transporte pero su aspecto no antropomórfico y notablemente amenazador les hizo desistir en el intento. Los Montoya terminaron participando en la segunda edición de la Fiesta del Fin del Mundo— le sobresalía por el culo y Carlitos descubrió, con agrado, que el placer que eso le producía era mayúsculo.

Religiones baratas (y zapatos de Goma)

Sospecho que el Afroman es el resto inconcluso de algún culto primigenio no extinguido. Oriundo de Ciudad Fatus, en la biblioteca, en la zona de consulta de los libros imposibles, existe un ejemplar del Necronomicón. El Tucán silba en el pasillo, Thor ya es casi de la familia. Acudo a la Iglesia adventista del pastor Sebastián Sarah. Los sorprendo en plena ceremonia de resurrección del profeta Lucién Rébola —otro día hablaremos de Lucién Rébola y sus implicaciones en el acelerador de theremines que dio origen al Proyecto Manhattan. Utilizan canciones de Peret, una versión remix de Ludotech con estructura mántrica. En las pantallas instaladas en el templo no dejan de pasar películas viejas de Blue Demmon. Es lo único permitido. Me relajo, mi percepción se asemeja al impacto catódico de miles de malas comedias de situación. He reseteado mi cerebro, he formateado mis sinapsis, tengo cigarras epilépticas bailando sobre las lijas de mi cuello. Me relajo, me relaja...sólo puedo decir : recitemos todos juntos el credo el pastor, por favor.

Fragmento de la biografía no autorizada de Cédric y los Estereotrónicos “Como sigas mirándome así tendré que acabar por irme corriendo”

Una noche, después de una actuación patética en un pueblo de la costa Dorada, mis amigos se hicieron unas caricaturas en un puesto frente al Club Náutico, con uno de esos pintores portátiles que tienen un caballete, una silla y un par de cientos de retratos ridículos de famosos. Eran unos cuadros horribles, todo distorsión y estimulación externa, pero a ellos les hacía mucha gracia, sobre todo los que habían esperado para hacérselo a que acabara con los primeros, cuando el aneurisma del pintor y los modelos tenía el tamaño de un melón. Los problemas de verdad comenzaron cuando, con el tiempo, sus rostros comenzaron a parecerse permanentemente a las caricaturas. ( “ me gustaría mucho conocer/ el efecto abrasivo del tiempo en otras vísceras / comprobar si el pasado impregna los tejidos del mismo zumo acre” Ángel González)

Mis textos en Red Periférica

Ha terminado Periferias. El fin de semana largo devoró al Camaleón y escupió a un tipo agotado intelectualmente tratando de escribir una columna coherente en pleno bajón. No está mal para el día de los muertos. Reviso mis textos para el Capitán Lillo, me gustan mucho dos de ellos. Los pongo por aquí por si alguien sigue leyendo este blog.