Sospecho que el Afroman es el resto inconcluso de algún culto primigenio no extinguido. Oriundo de Ciudad Fatus, en la biblioteca, en la zona de consulta de los libros imposibles, existe un ejemplar del Necronomicón. El Tucán silba en el pasillo, Thor ya es casi de la familia. Acudo a la Iglesia adventista del pastor Sebastián Sarah. Los sorprendo en plena ceremonia de resurrección del profeta Lucién Rébola —otro día hablaremos de Lucién Rébola y sus implicaciones en el acelerador de theremines que dio origen al Proyecto Manhattan. Utilizan canciones de Peret, una versión remix de Ludotech con estructura mántrica. En las pantallas instaladas en el templo no dejan de pasar películas viejas de Blue Demmon. Es lo único permitido. Me relajo, mi percepción se asemeja al impacto catódico de miles de malas comedias de situación. He reseteado mi cerebro, he formateado mis sinapsis, tengo cigarras epilépticas bailando sobre las lijas de mi cuello. Me relajo, me relaja...sólo puedo decir : recitemos todos juntos el credo el pastor, por favor.
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