viernes, 31 de julio de 2015

Interino (4º): Sabores antiguos



No recuerdo mucho de la abuela Áurea. Me acuerdo de los bocadillos que me preparaba para merendar. Me preguntaba de qué los quería, de jamón o chorizo. Yo siempre le decía que de chorizo y ella me ponía de las dos cosas. Yo a veces me quejaba, no entendía para qué me preguntaba de qué quería el bocadillo si luego iba a decidir por su cuenta. Andaba despacio por la cocina de la casa de la calle Latassa. No había ascensor en aquella casa. Mi abuela tenía problemas circulatorios. La sangre gorda que se decía entonces. También me acuerdo de que tenía una panera en la despensa. Una panera que se abría hacia arriba, como una especie de buzón de correos de lata. A veces el pan se quedaba allí olvidado, algún trozo, migajas. Me escapaba a la despensa y untaba el dedo en saliva para recoger los restros de la panera. Recordar aquel sabor de pan rancio, como si lo hubiera comido hace un minuto. Recordar aquel sabor y no el del jamón y el chorizo mezclados en un bocadillo.