jueves, 24 de marzo de 2011

Vinos Chueca, otro rincón perdido del paraíso.

Acabo de volver de Vinos Chueca. Estoy contento, sonriente a pesar de la lluvia que agarra el otoño como si no quisiera dejarlo escapar. Estoy contento porque los rincones agradables, los pequeños espacios donde la poesía y las guitarras tienen sitio, donde la gente es amable y cariñosa, son un bien precioso que te hace la vida más llevadera. Porque he reído con mi amigo Juan Luis a la ida y a la vuelta, porque la voracidad imaginativa de David Giménez no tiene fin y es generoso como solo pueden ser los que no tienen nada porque lo han dado todo, porque Valtueña y Marisa han venido, porque Roberto nos ha tratado de maravilla, Juan Luis cada día canta mejor (y toca también mejor), porque la lírica de El Gran Bob me ha fascinado, porque ha cantado una de Leonard Cohen, de esas en las que las telarañas del amor sostienen el mundo, porque al final he hablado de Perico Fernández, pero también de mi padre, de los recuerdos, de la familia, de la nostalgia como combustible no contaminante, del Parsifal, El Astorga´s y esta ciudad que amo porque vosotros (y ya sabéis quién sois, vivís en ella). Y por que se ha tocado una versión el Gran Bob de "Fuera de combate" que ha temblado el misterio. Let´s groove a la vida.

Crónica de Lijas en la Ley Seca


La poesía del vampiro Javier Carnicer, los mantras del duende Justo Bagüeste, las imágenes hipnóticas de Orencio Boix, ingredientes de una mixtura que tiene mucho de alquímico. Lijas se presentó en una Ley Seca en la que convivían artistas, escritores, fanáticos del spoken word y analógicos y postmodernos de distintos pelajes. Rock recitado sostenido por saxofones, por samplers imposibles, por caminos indiscretos en blanco y negro. Las voces de las mujeres invisibles servían de alimento a los sueños, demasiado tiempo, demasiado bien. Barajando los temas originales hasta alcanzar una amalgama sincrética, de club nocturno, de respiración entrecortada, de picadura de serpiente. Flor de ceniza, la oda al penúltimo piel roja, sonó chirriantemente tóxica, el panegírico al penúltimo ángel de Bajo continuo (más cerca del purgatorio que de la tierra rojiza), el despertar de la pesadilla al ritmo de cuchillos y cristales que es Dominio, El Lamento del Misántropo, santo cáliz inesperado para todos los chupasangres o el aura narcótica de Soñador Insomne, como un opiáceo de rimas, Lijas seduce a la vida con la sombra de la muerte. Al final, cuando la cocina del alma ordena el cierre, el blues del suicida, lanzándose al mar y encontrando un tesoro, vencidos por las sirenas, nos dimos cuenta de que habíamos recibido un corazón de plomo con el que fabricar nuestros pensamientos.

Foto de José Vizcaíno

Reseña de Canencia de Decalles (La Pera Records 2011)

Vuelven a la ciudad los Decalles...vuelven más bien a sus escenarios con material nuevo, caliente, calentísimo, canciones de barra y nocturnidad esta vez aliñadas con algo de bucolismo urbano (los paseos en el parque, se pueden hacer tantas cosas buenas...(y malas) al amparo de los arbustos). Grabado en Canencia, sierra madrileña que da título al disco, rock de buena graduación, aunque el fermento sea joven, el destilado alcanza niveles notables. Se abre con Mi sitio, corte cristalino de esos que remiten al final de los ochenta españoles, con una elegante aplicación de los metales y sigue con Tiempo perfecto, Javi Martelli mastica versos trepidantes, estribillo exacto, un ejemplo de cómo una banda de rock puede hacer una buena canción pop. Canallas en Chicas de cuero, caperucitas feroces y princesas de las que se encontraba Pepe Risi en los garitos de Malasaña, como un disparo que recorre la ciudad embuida en unos pantalones de pitillo casi ilegales y cierra con La última canción, arrastrado por la electricidad cansina del que ha vendido su alma en un cruce de caminos, baladón en tono épico, salpimentado de un hammond reluciente, para cerrar un apetitoso EP de una banda, Decalles, que crece, puliendo aristas, dejando una producción exquisita que espera el directo.

Extended Version

Gadafi es un sátrapa que mantenía un prudente regusto ochentero, un personajillo propio de una parte apócrifa de la interminable saga “Aterriza como puedas” (en su papel de oscuro líder en un territorio indeterminado de Oriente medio), de los ochenta como las versiones extendidas de los vinilos, como las americanas remangadas… pero como todas las modas malas, siempre vuelven. Con una histeria expresiva que lo coloca justo entre el Hitler de las Olimpiadas de Berlín y el abducido gorila Chávez (el que acusa al capitalismo de la ausencia de civilizaciones marcianas) o el sombrío bigotillo de Pinochet después de demoler la Casa de la Moneda. Gadafi, ha cavado su propia tumba enfrentándose a ZP y la intelectualidad española (con perdón), no habrá piedad. Sería reiterativo hablar del carácter pesebrista de los “abajofirmantes”, pero puesto que clama al cielo lo sectario de su apoyo, sería decepcionante para los lectores que no señalara ese aspecto. ¿Ustedes tienen claro lo oportuno de la intervención aliada en Libia? Largos análisis de los principios de moralidad, política y legalidad internacional, de los intereses económicos, podrían llevarnos a un callejón sin salida donde se confunden el antiamericanismo, la matanza de insurgentes civiles, el petróleo y, si se descuidan, el riesgo nuclear de Fukushima. ¿Los rebeldes instaurarán una república socialdemócrata o una dictadura teocrática? ¿Si Gadafi se lleva el pato al agua volveremos a hablarle o estará castigado contra la pared una temporada? ¿Cómo hace Obama para mantener tres guerras a la vez? ¿Es una manera cruel de reducir el paro estadounidense? Como diría Nacho Vegas: las inmensas preguntas. Mientras tanto, la remezcla extendida de Gadafi suena repetitiva.
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del 24 de Marzo de 2011