miércoles, 20 de julio de 2011

Reseñade Smoggin´your mind de los Smoggers (Clifford Records, 2011)


Una buena armónica para empezar la fiesta, una voz que surge del abismo para pedir libertad y unos coros femeninos cargados de urgencia, no está mal para abrir el EP de The Smoggers, Set me free es un corte de yeyé arcano, de esos que nos hacen seguir creyendo en la religión de lo analógico. Seguimos con Silent spring, con la vena del cuello surgiendo como una advertencia, de ritmos básicos, herético, el amplificador en la esquina de la cueva y la frase fundamental: I wanna, I wanna. Aceleramos hasta She says "I dont care" con solos de guitarra esqueléticos, salvajismo de Malasaña y esa armónica blusera que te llega hasta el hueco que dejó tu alma cuando la vendiste al demonio. Waiting for you love, con los bajos retumbando, aguantando este mono que tengo de ti mientras escucho a The Smoggers. La cara b, como no podría ser de otra manera, se abre con un tema de muertos vivientes, Reverb Zombies, con el sabor twang de una banda sonora imposible de una película de serie Z de la que sólo existe un cartel arrugado en el local de ensayo. Hello, una declaración de intenciones, nos relamemos esperando a que la luna llena aparezca sobre el pantano porque será el momento de lo sucio. Como un aullido que recorre la noche, así son Dirty Lives, invocación a Screamin Jack Hawkins, las marcas del vudú, la sangre caliente y cerramos con The Losing Games, con el fantasma epiléptico de Lux Interior marcando el ritmo


El disco, grabado en los Estudios Circo Perrotti de Gijón, tiene el sabor añejo de las grabaciones analógicas, esas que solo suenan bien con el corte de acetato del vinilo. Garage del bueno, del que te hace bailar hasta que las extremidades deciden montarse la fiesta por su cuenta, porque sí amigo, Smoggin´your mind de los Smoggers te fundirá el cerebro... si todavía no se te lo han comido los zombies.

Reseña de Fire at will de The Poppers (Clifford Records, 2011)

Hace unas semanas me llegaron algunas de la novedades de Clifford Records en formato vinilo, estos días de verano iré sacando tiempo para comentarlas. La primera, un miniLP de The Poppers, con una estructura curiosa, la cara A contiene canciones de la banda grabadas en estudio y la cara B un miniconcierto acústico con los mismos temas más una campestre revisión de Sheena is a punk rocker de Los Ramones, con aroma casi caribeño -no puedo evitar recordar la que Pecker hizo con ukelele de I wanna be your friend- en la FNAC Vasco de Gama de Lisboa. El disco se abre con la potencia nugget de Drynamill, tensión eléctrica de primera división para abrirse casi hacia la psicodelia que se cocinaba en los puertos británicos en los sesenta. Lady what does it take to be your lover? Tiene un punto macarra, con la dicción del Pete Doherty más lúcido y es capaz de jugar con arreglos de voces muy logrados para llevarnos a las orillas de lo americano. El tercer corte, Mrs. A, tiene una línea de bajo de una fuerte contundencia melódica que nos lleva al pop poderoso, a lo divertido del primer punk, cerrando el ecléctico repertorio She´s on my mind, acústicas y percusión juguetona para un tema delicioso.


Una pieza delicada, de pop atemporal, este Fire at will de The Poppers y un aplauso como siempre para Clifford Records por seguir apostando por el vinilo y los formatos minoritarios.

La bolsa de pipas número 82


Un lujo cada vez que recojo en casa de mis padres el paquete que me manda Román Piñá desde Mallorca. Sé que es el nuevo número de La Bolsa de Pipas, una de esas escasas revistas de literatura, con corte alternativo, abiertas y divertidas. Hay espacio para poesía, relatos y pequeños ensayos, que se complementan con reseñas, experimentos literarios e ilustraciones de una sola página que además de hacerte esbozar una sonrisa consiguen transmitir con una imagen. Extraño la sección dedicada a letras de bandas independientes, que siempre daba mucho juego, pero no puedo más que celebrar la continuación de este proyecto.

Reseña Los últimos bañistas (Ernie Records, 2011)






La música española está vivendo una buena época. No hablo de la industria, hablo de las posibilidades que se abren cada vez que uno coloca en la pletina o en el tocadisco una nueva referencia de alguna banda. Letras trabajadas, melodías que juegan con referencias anglosajonas pero son capaces de aportar una cierta originalidad de arreglos fuera de los estándares...un ejemplo claro lo tenemos en el nuevo disco de Los últimos bañistas, un LP notable en el que influencias como las de Standstill son evidentes, por ejemplo en Febrero, pero también tienen tiempo para remitir a bandas del ruidismo sónico de los noventa argentinos, Babásonicos o Estelares, fusionando electricidad y narcosis en ¿Cuál es? Lo ves, o manejando el susurro acústico en Esto es revolución. Pop de alto voltaje, guitarras a flor de piel, la penuria tóxica que trae la fragilidad. El primer corte, Nadia, es un tema magnífica, de potencia sureña, en la vertiente que alimenta a las bandas del sur con los efluvios de Granada. Los últimos bañistas despachan en diez canciones un catálogo de melodías resultonas donde la voz de Manu Gil arrastra al oyente a estadios de afinidad emocionad hasta el burbujeante final de Tan lejos hasta volver