Aún me cuesta creer las imágenes que veo en la televisión: dos tipos, en una maniobra de disuasión barriobajera, amenazan con rodear la comisaría de Melilla de musulmanes. Me los imagino como lemmings sin voluntad bloqueando las entradas y salidas, como en un videojuego. Los países que siguen mezclando política y religión asustan, la verdad. Los que siguen dejando que elementos que frisan el folclore sirvan como referencia de actuación moral en una época como ésta reafirman mi convencimiento: no existe humanismo ni tecnología, sólo cavernas con conexión a internet. Yo esperaba una Marcha Verde postmoderna, inversa, donde los luminosos carteles de un Marruecos lustroso y apetecible, rebosante de rígidas normas que elevan el alma, atrajeran a los oprimidos por el régimen español. Mientras, las huestes de Mohamed VI construirían afanosas un muro que separase el Magreb de la decadente sociedad occidental repleta de veganos, aficionados a los tóxicos y sectas de neocatólicos, dejándoles repartirse el territorio en taifas preapocalípticas al otro lado de la frontera de Ceuta. De nuevo falta firmeza y sobran ojitos tiernos al vecino del sur, Moratinos callado, sigue mirándose al espejo, regodeándose coqueto con el último vestido tribal adquirido, nuestro monarca sumergido en el habitual almíbar borbónico del buenrollismo...lamentable. Con sólo preguntar a los habitantes de Ceuta y Melilla, con sólo respetar sus deseos sería suficiente. Lo mismo que sucede en Gibraltar, olvidemos las bravuconadas, escuchemos a los que viven allí. Y no esperemos apoyo internacional, que bastante tiene Obama con encontrar lejía que le permita lavarse las manos en el tema de la mezquita de la Zona Cero. Todos sabemos el perejil que le falta a esta salsa, sólo es cuestión de que hierva un poco más.
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del jueves 19 de Agosto 2010
Tienes razón. Los paises que mezclan política y religión dan miedo. Ese presidente que después de asistir a un oficio religioso afirma que se siente amparado por Dios a la hora de bombardear un país. Esa Conferencia Episcopal que amenaza a los representantes electos de sus feligreses con la excomunión. Esas leyes que se tramitan en sede parlamentaria y cuya legitimidad pende de las creencias religiosas de un magistrado del Tribunal Constitucional, si, es cierto, tienes razón, todo eso da bastante miedo.
ResponderEliminarSalu2 Córneos.
PD. Ni siquiera Arguiñano pone perejil a todas las salsas.