Una vuelta magnífica la del músico y profesor Gabriel Sopeña a las lides poéticas. Después de unos años entregado al rockandroll y la práctica docente, Sopeña es una de las voces que hemos de agradecer a los hados (y a la editorial Olifante) que nos hayan sido devueltas. Máquina fósil, la última entrega de Gabriel Sopeña es un libro magnífico, denso como los alcoholes que se degustan despacio, de una semántica exigente y regusto clásico. Sopeña maneja en la literatura tantos registros como en la música: el amor, los viajes, la mitología absoluta...cazador de vellocinos mientras canta a Leonard Cohen, delineante de mapas imposibles plenos de ternura pero también de desarraigo. Buceador en el sexo infinito de la madre naturaleza, hermoso animador del paganismo a la orilla del Canal Imperial de Aragón. Sopeña teje los recuerdos entre el aroma incipiente que trae la madera aromática, oriente entre sus manos, rebuscando en busca de los tesoros de la antigüedad para ofrecérnoslos totalmente remozados en una explosión de pulcra poesía contemporánea.
La aventura de vivir, de saber, de inmortalizar fósilmente la realidad sublimada.
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