Después de sus últimos y arrasadores conciertos en la capital zaragozana de los últimos meses (semifinales del Muévete, fiesta Demoscópica y ciclo Muévete en Directo) había muchas ganas de volver a ver sobre las tablas a los oscenses Domador, una de las realidades más notables del panorama aragonés. Mientras ultiman la grabación de su primer LP producido por el ex líder de los Mestizos Juanjo Javierre –una mente inquieta que ha sabido asimilar y promover influencias y gustos que van desde lo latino a la electrónica con una naturalidad envidiable- Domador se subían al escenario del pub Groenlandia dispuestos a ofrecer nuevos arreglos de sus temas acompañados de un buen puñado de amigos y colaboradores.
Perpetrados tras distintos instrumentos y juguetes comenzaron el trío básico: Chema Barrio, voz y acústica, Antonio Romero, bajo, theremin, xilófono y letras y Rubén Clavería, cajón, percusiones, acordeón, melódica y cuerno tibetano acompañados por el ya cuarto miembro oficial de Domador, Javier Tafalla aka Pozo (guitarra superdotado e intuitivo, una de las cabezas de esa Hydra mítica y delirante que fue Nubosidad Variable y, actualmente, guitarra de Copiloto) y empezaron fuerte con La Nave de los Místicos, El Fin del Mundo y Apoptosis. El primer invitado de la noche fue Luis taktak Cebrián, el vocalista de los legendarios Nubosidad Variable que ahora reparte su tiempo entre la guitarra de Experimentos in da notte y la composición y arreglos en Louisiana dejó su impronta mesiánica en un oscuro tema de la primera demo de Domador, Incendio. Después de Castillos y Guerreros y Polansky llegó el momento para Proyecto Manhattan y para Alx Mariona. Uno de los temas más escalofriantes del reciente pop aragonés, cargado de radio y polonio, con una letra de amor apocalíptico que en la mezcla de voces del vocalista de Estige y de Chema alcanza su definitivo carácter terminal. Echo 9000 es la vertiente experimental de Domador, trufada de flores del mal y experimentalidad y tras esa máscara de luchadores de catch, se desarrolla La vaca de muchos colores, la única superviviente tras una guerra mundial de fin de semana entre ángeles y zombies. Para El Chico de la Manta, sutileza acústica de antifolk les acompañó Ana Muñoz, poetisa y líder de Louisiana (junto a los que en breve comenzarán una gira nacional). Clark Kent es un tema nocivo acompañado de llamas verdes, un tema acuático donde se mezclan la imaginería de Sergio Algora con el baile epiléptico de los devotos de Joy Division y quién mejor que Javier Almazán (también conocido como Copiloto) para acompañar el declive narcótico de un crustáceo. Un poco de amor digital en los tiempos del formateo compulsivo para Señora Robot y un final ácido y psicótico, planetero y anfetamínico, con El Diablo y otras cosas y Rubén Clavería &Javi Polo (batería de Estige y Copiloto) desencadenando un set percusivo mefistofélico-nunca mejor dicho-mientras Javier Almazán, pandereta en mano, se incorporaba en el desgarro vocal definitivo en auténtica crisis creativa.
Háganme caso, después de lo del viernes, cada vez es más clara la pintada que se reproduce, casi en mutación cancerosa, por las fachadas virtuales de la capital oscense: “Se acaba el mundo, empieza Domador”.
Perpetrados tras distintos instrumentos y juguetes comenzaron el trío básico: Chema Barrio, voz y acústica, Antonio Romero, bajo, theremin, xilófono y letras y Rubén Clavería, cajón, percusiones, acordeón, melódica y cuerno tibetano acompañados por el ya cuarto miembro oficial de Domador, Javier Tafalla aka Pozo (guitarra superdotado e intuitivo, una de las cabezas de esa Hydra mítica y delirante que fue Nubosidad Variable y, actualmente, guitarra de Copiloto) y empezaron fuerte con La Nave de los Místicos, El Fin del Mundo y Apoptosis. El primer invitado de la noche fue Luis taktak Cebrián, el vocalista de los legendarios Nubosidad Variable que ahora reparte su tiempo entre la guitarra de Experimentos in da notte y la composición y arreglos en Louisiana dejó su impronta mesiánica en un oscuro tema de la primera demo de Domador, Incendio. Después de Castillos y Guerreros y Polansky llegó el momento para Proyecto Manhattan y para Alx Mariona. Uno de los temas más escalofriantes del reciente pop aragonés, cargado de radio y polonio, con una letra de amor apocalíptico que en la mezcla de voces del vocalista de Estige y de Chema alcanza su definitivo carácter terminal. Echo 9000 es la vertiente experimental de Domador, trufada de flores del mal y experimentalidad y tras esa máscara de luchadores de catch, se desarrolla La vaca de muchos colores, la única superviviente tras una guerra mundial de fin de semana entre ángeles y zombies. Para El Chico de la Manta, sutileza acústica de antifolk les acompañó Ana Muñoz, poetisa y líder de Louisiana (junto a los que en breve comenzarán una gira nacional). Clark Kent es un tema nocivo acompañado de llamas verdes, un tema acuático donde se mezclan la imaginería de Sergio Algora con el baile epiléptico de los devotos de Joy Division y quién mejor que Javier Almazán (también conocido como Copiloto) para acompañar el declive narcótico de un crustáceo. Un poco de amor digital en los tiempos del formateo compulsivo para Señora Robot y un final ácido y psicótico, planetero y anfetamínico, con El Diablo y otras cosas y Rubén Clavería &Javi Polo (batería de Estige y Copiloto) desencadenando un set percusivo mefistofélico-nunca mejor dicho-mientras Javier Almazán, pandereta en mano, se incorporaba en el desgarro vocal definitivo en auténtica crisis creativa.
Háganme caso, después de lo del viernes, cada vez es más clara la pintada que se reproduce, casi en mutación cancerosa, por las fachadas virtuales de la capital oscense: “Se acaba el mundo, empieza Domador”.
Foto de Carlos Mata
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