Cayendo en tópicos

Se me alarga el colmillo. Me he levantado con una concentración extra de hiel subiéndome desde el hígado hasta la garganta. Tengo en la cabeza las imágenes del centro de Zaragoza colapsado, con esos chuzos de punta tan aragoneses cayendo sobre la multitud apelotonada mientras un autobús descubierto hasta los topes recorre las partes nobles de la ciudad. En su novela “Dibujos animados”, Félix Romeo habla de “los del fútbol” como una élite aparte dentro del microcosmos de la adolescencia. Allí seguían, los mismos, “los del fútbol”. Y abajo, calándose, los que los adoran. El balón y la vida. El ascenso a primera de nuestro Real Zaragoza. No obstante, no quiero dejarme llevar por los tópicos, pues yo he sido de los que se recluían en un estadio los días en los que se sustituía el circo principal por otro de parecido carácter “mussoliniano” parecido y he cantado en comunión perfecta con el resto del rebaño los grandes éxitos de las bandas de moda. Quizá haga descender mi nivel de empatía borreguil el hecho de considerar las canciones una forma de arte menor. No lo sé. También duele (ustedes lo saben, lo han leído con avidez, recostados sobre la barra de una cafetería, o lo han visto al inicio de los noticias de radio y televisión) que el Real Madrid haya pagado 94 millones de euros por el traspaso de un jugador de fútbol, el mismo que, unas horas después es cazado en compañía de una mediática lumi para acabar de ponerle sal a la tortilla. “Sin romper unos cuantos huevos no se puede montar un buen proyecto” diría Florentino. Venga, me pongo un poco demagógico: crisis, más funcionarios que autónomos y pymes, mejores equipamientos para la sección de radiología infantil del Miguel Servet... Espero que, por lo menos, la pelotita entre. Fútbol es fútbol. Si es que al final he caído en el tópico.

Columna aparecida el miércoles 17 de junio en el Heraldo de Aragón