viernes, 6 de enero de 2012

Los Reyes Magos vs El amado líder
























Aunque esta columna tenga título de película de serie Z no se asusten, no habrá monstruos de cartón piedra ni luchadores obesos peleando en mallas. Reflexión pura y dura para estos días donde lo que parece que tendría que imponerse es un resumen de lo mejor del año o una carta a los Magos de Oriente pidiendo que las cosas, así, en general, mejoren. Si hay unas imágenes me han impactado estos últimos días han sido las manifestaciones colectivas (y nunca se podrá usar mejor este adjetivo, la verdad) de dolor y pena por parte de los habitantes de Corea del Norte tras la muerte de Kim Jong-Il. Un país que parece surgido de un sueño psicodélico de Stalin pero que es muy real. Sin la justificación del embargo cubano ni las chucherías envenenadas que ofrecían al otro lado del Muro a finales de los ochenta, Corea del Norte, comunismo y dictadura unipersonal y hereditaria, hambre y más hambre (a menos que al norte del Paralelo 38 uno se alimente del plomo de las balas), es un anacronismo vergonzoso. Sin que se me llene la boca del polvorón de la Libertad con mayúsculas y a pesar de seguir encontrándome gente que añora el apellido Oriental cuando uno se refiere a Berlín (y eso que la melancolía fría de los discos de Bowie y Eno grabados en los Hansa Estudios berlineses es irrepetible) y guarda para sus hijos los recortes con los mejores discursos de Fidel Castro, hoy me convertiré en demiurgo capitalista, azote de la función pública, temeroso del fantasma de las Navidades pasadas y los logos de McDonalds. Hoy quiero leer libros hermosos, escuchar buenas canciones, tachar los días mientras nos acercamos al verano, pedir doble de panceta en mi bocadillo (o hamburguesa) y celebrar frente a una tienda 24 horas que soy un occidental decadente mientras hago las últimas compras de Reyes.
Columna aparecida en el Heraldo de Aragón del jueves 5 de enero de 2011

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