viernes, 24 de diciembre de 2010

Buenosaurios:Leyendas de la noche de los tangos (Galileo Music, 2010)



Acho Estol es el compositor y líder de La Chicana, un porteño de pura cepa que sobrevuela como en aquella canción de los Soda Steréo, su ciudad de la furia, junto a un puñado de excéntricos cantores, rockeros y hermosos ángeles caídos en desgracia. Tango clásico, tango abierto, no sólo tango. Buenosaurios tiene el toque mítico de las noches de Buenos Aires, donde se mezclan El Eternauta con Juan Forn y todos agarran a Rodrigo Fresán y le dicen: “Anda, pibe, déjate de tanto inde y ven a bailarte un candombe”. Viejos discos de piedra reproducidos en el abismo digital, vino tinto salvaje y en el segundo tema aparece la voz del aragonés adoptivo (búsquenlo en las esquinas más inclinadas de Huesca) Ariel Prat masticando versos y electricidad. Me entrego al disfrute en la voz de Chino Laborde, revisando las palabras del tango y tras la primera parada para fumarme un faso, saco a una mina a bailar, la voz de Rodrigo de la Serna cantando la vida de Cristobal, vuelta y vuelta, la historia del que se apaga porque su luz deslumbra demasiado. La que se me escapó tiene el punto poético inmediato de los tangos universales, amargo y arrastrado. Planeta rojo es el primer tango con letra de ciencia ficción que he escuchado. Como si el Battiato de la Vía Lactea se mezclara con una orquesta de steampunk. Igual de evocador, no se preocupen. Y de pronto Manuel Moretti, el mejor tanguero narcónito que uno puede imaginar, nunca falla el líder de Estelares, en todos los extraños lugares del mundo, su voz se impone al atardecer. En una nana, en el vals de la arena que se desliza.Histriónico, casi cabaretero, el señor Palo Pandolfo, guitarra eléctrica y bandoneón, una de las cumbres del disco con Putas Tristes. El Tango del Diablo, escrito al susurro de Mújica Laínez, la sombra burlona que se esconde en el cruce de Corrientes. Emociona Camaleón de varieté, el amor espera a un lado del muro, espero a que vuelvas a mi cueva. Extraño tanto el tiempo en que los discos de Antonio Birabent me ayudan a vivir y cada libélula que iluminaba el techo de mi habitación reordenaba el azar, cuando el chico moderno y guapísimo daba recitales en el Ateneo y cantaba “Estoyesperandoalhombre” acompañado de “wildman” Pettinato, hoy, en la mañana de Nochebuena, Antonio vuelve, recién duchado y con los ojos rojos. Cerramos esta hora zero con las palabras del Profeta, porque siempre habrás más vidas por vivir en la hermosa Buenos Aires, atrapada en el pleistoceno o con un bandoneó amplificado.

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