Yo sigo creyendo en el rockandroll, ese concepto tan amplio que va desde The Raveonettes a Joe Bataan pasando por Bruno Lomas. Degusto todos los platos, todas las referencias, trato de vivir según sus cánones... y uno de mis favoritos es el más clásico, el que mezcla surf, garage español y clásicos, el que no usa pedaleras extrañas, ni programa ritmos inhumanos con la frialdad de las máquinas, áquel que sólo exige un poco de gusto al cantar, guitarra rítmica, solista y una buena sección rítmica. Y de eso pudimos ver mucho y muy bueno el pasado sábado en la Lata de Bombillas, los Vibrants volvían a tocar en directo en Zaragoza y eso siempre es señal de diversión. Un público variado, rockers, punks, modernas, mods y fans del bugalú se apelotonaban frente al escenario iluminado bajo las bombillas, donde un Chiquito de la Calzada en cartoné sostenía la portada del segundo LP de los zaragozanos, Dance with the Vibrants. Escrupulosos en el vestir, traje, corbata, zapatos perfectamente lustrosos, Sergio Joven (voz y guitarra), Manuel Viñuendas (guitarra y presentaciones) y Enrique Moreno (batería) acompañados de su nueva incorpación al bajo suben y comienzan a descargar su habitual batería de versiones, instrumentales y temas propios. A veces uno va a los conciertos con la intención de escribir posteriormente alguna sesuda crónica y termina no enterándose de casi nada (el nombre del nuevo bajista o la lista de las canciones que tocan) porque se pone a bailar y allí se acaba todo. Sé que revisaron a Duane Eddy, a Roy Orbison, a Elvis Presley, tocaron The Gran Vía Rocker, adaptaron el Salvaje de Johnny O´Keffe, miraron a los Mustangs para darle otra vuelta a twist y cantaron loas al Rey de los Surfers de los Trahsmen vía los Locos del Ritmo... e invitaron a subir a Borja Téllez, vocalista de los Faith Keepers zaragozanos, que en una explosión de actitud y voz se cantó con ellos dos temas de Chuck Berry: No particular place to go y Too much monkey businness que nos dejó a todos con la boca abierta. Dance with the Vibrants...poco más que decir...bueno, que la edición en vinilo es preciosa.
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