domingo, 24 de enero de 2010

Luces de Bohemia de Valle-Inclán (Teatro del Temple)



El montaje de Luces de Bohemia perpetrado por el Teatro del Temple es sobresaliente. Los personajes que se multiplican, ramificando todas las vertientes sociales, ahondando en la miseria, el humor, lo desquiciado, mostrando una y otra vez destellos imposibles y grotescos, la escenografía sobria, de cascabeles y esquemáticos arquetipos, de duermevelas peligrosas y auroras sin esperanza. Luces de Bohemia te devora, arrastrándote hacia la reflexión continuada, trepidante en sus formas, la sombra alargada de la desdicha te atrapa y hace enmudecer. A la impresionante actuación de Ricardo Joven en el papel de Max Estrella (y el Marqués de Bradomín, claro) no desmerece en absoluto Pedro Rebollo como Don Latino de Hispalis, en un registro complejo que sostiene la obra, permitiendo un salto cualitativo, complementario, absoluto. Luces de Bohemia actualizada en su clasicismo, contemporánea por la realidad del esperpento que sigue alimentando las más altas esferas y las más cochambrosas cloacas españolas, Luces de Bohemia, aparatosamente real, sensitiva en lo abstracto, maravillosamente terrible. Acompañen al Teatro del Temple, en la siguiente esquina encontrarán su propio espejo, ya me dirán si les gusta lo que ven.

1 comentario:

  1. Espejos cóncavos en el callejón del gato. Ir hasta allí y mirar nuestro propio esperpento, una imagen de grotesca de feria.


    Salu2 Córneos.

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