miércoles, 29 de julio de 2015

Interino (3º): Achtung, gefährliche Harinera


Mi padre decía que al abuelo no le gustaba mucho hablar de la guerra. Decía que cuando había estado en el frente se dedicaba, como otros muchos, a disparar balas al aire. Había acabado en la Legión porque en su pueblo, Nava de la Asunción, en la provincia de Segovia, era uno de los pocos que sabía conducir. Llegó Julio del 36 y Segovia cayó en Zona Nacional. Llegaron a la plaza del pueblo y preguntaron: ¿sabe alguien conducir? Y mi abuelo, que hasta entonces había trabajado en la Harinera del pueblo, levantó la mano. "Yo tengo carnet". Pues adelante, tú de chófer. Mi padre también me contaba que el abuelo iba por las casas bombardeadas recogiendo algunos libros que luego llevaba a su casa en los permisos. Una vez estaba en una de las viviendas arrasadas y cuando se quiso dar cuenta se encontró con un miembro de la Guardia Mora apuntándole que solo alcanzaba a decir: "Tú rojo, rojo". Mi abuelo dejó los libros y dejó al de la Guardia Mora esquilmando los pocos restos de la España desangrada. En uno de esos permisos mi abuelo y mi abuela se casaron. Mi padre contaba que la abuela Áurea siempre decía que ella prefería ser viuda que soltera.


Nada de cabra, nada de pelo en pecho ni Cristo de la Legión. Muchos, muchos años más tarde, mi primo R. eligió como primer destino de oficial Almería, en el Tercio.Ël sí que es un leginoario de verdad. También muchos años más tarde Félix Romeo me contaba, sentados en una terraza de la Plaza San Francisco, que la Harinera de Zaragoza tenía que reconvertirse en un centro cultural para la ciudad, que sirviera de intercambio y lugar de trabajo. En la facultad nos enseñaron que las harineras eran uno de los lugares donde había un mayor potencial explosivo no solo dentro de las plantas de producción de alimentos si no en general, cualquier proceso físico-químico de manipulación de materias primas. Al parecer el polvo más fino de la harina, que queda en suspensión en el aire por su bajo peso, tiene una superficie de contacto inmensa que la convierte en un perfecto combustible. De eso a una explosión solo hay un poco de aire y una chispa.  

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